La importancia de la conservación en el turismo de América Latina

En la región, este tipo de turismo tiene una enorme oportunidad: ser no solo un motor de crecimiento, sino que también un promotor de conservación real

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Las ONG constituyen un activo
Las ONG constituyen un activo científico y técnico importante, pero muchas no tienen la magnitud operacional para sostener proyectos masivos a largo plazo

América Latina ocupa un lugar privilegiado en la riqueza natural global: posee un cuarto de los bosques del planeta, un tercio del agua dulce y alberga buena parte de la biodiversidad mundial. Ese capital ecológico ha motivado un boom turístico, lo que ha aportado de manera importante al crecimiento de nuestra región. Sin embargo, al mismo tiempo, ha puesto en riesgo nuestro ecosistema.

Si queremos que el turismo sea sostenible en el tiempo, la conservación es clave. En ese sentido, América Latina enfrenta importantes desafíos en financiamiento y gestión. La mayoría de las áreas protegidas depende casi exclusivamente de recursos públicos o donaciones filantrópicas, que suelen ser insuficientes o inestables en el tiempo. La conservación demanda recursos, para vigilancia, mantenimiento, infraestructura y restauración. En muchos países latinoamericanos, esos recursos son escasos. Un estudio publicado recientemente en PNAS sobre las áreas protegidas en América Latina mostró que, aunque dichas zonas han ayudado a reducir la deforestación, siguen enfrentando un “gap financiero” persistente para operar con eficacia.

Si queremos que el turismo sea sostenible en el tiempo, la conservación es clave

Por otra parte, en Latinoamérica, muchas áreas carecen de una gestión efectiva: falta de guardaparques, escaso monitoreo, infraestructura mínima para visitantes, poca fiscalización frente a actividades ilegales (caza, tala, expansión urbana). Un informe reciente de la OCDE señaló que aunque algunos países de la región han logrado superar las metas de cobertura de áreas protegidas, el problema está en su gobernanza, su integración con políticas sectoriales y su capacidad operativa.

Las ONG constituyen un activo científico y técnico importante, pero muchas no tienen la magnitud operacional para sostener proyectos masivos a largo plazo. La planificación queda lista, pero la ejecución -especialmente en zonas remotas- suele depender de alianzas con actores privados o locales. Por eso, la colaboración público-privada estratégica es clave.

La idea es simple pero transformadora: que la conservación pueda sostenerse por sí misma, integrando a la sociedad civil en su cuidado

Por ejemplo, en Explora decidimos abordar estas problemáticas desde una perspectiva innovadora: creando un modelo autosustentable que permitiera financiar la conservación a largo plazo. Así surgieron las Reservas de Conservación Explora: áreas privadas protegidas que buscan resguardar ecosistemas frágiles y, al mismo tiempo, generar nuevas formas de participación ciudadana en su cuidado. En la Reserva de Conservación Torres del Paine, por ejemplo, se entrelazan tres fuerzas: una organización como The Nature Conservancy, que garantiza la protección efectiva del territorio; Explora, que lo gestiona y opera; y personas que, a través de su inversión o membresía, contribuyen directamente a su preservación. La idea es simple pero transformadora: que la conservación pueda sostenerse por sí misma, integrando a la sociedad civil en su cuidado.

En América Latina, el turismo tiene una enorme oportunidad: ser no solo un motor de crecimiento, sino que también un promotor de conservación real. Proteger la naturaleza hoy es una inversión indispensable para que el turismo en la región siga siendo viable para las próximas generaciones.

La autora es Directora de Reservas de Conservación de Explora