Argentina necesitaba esto: una bocanada de aire fresco, una validación social de que el camino del cambio profundo no sólo era necesario, sino inevitable. Las elecciones intermedias marcaron algo más que un resultado político: representaron la confirmación de que el país decidió avanzar, aun a riesgo de incomodarse, hacia una nueva lógica económica y moral.
Durante décadas, la Argentina vivió entre parches, atajos y simulacros. Se acostumbró a convivir con la inflación como si fuera un fenómeno natural y con el déficit fiscal como si no tuviera consecuencias. Pero esta vez, la sociedad eligió otra cosa. Eligió respaldar un rumbo que busca ordenar, estabilizar y modernizar. Eligió responsabilidad.
Lo más valioso de este resultado no es la victoria en sí, sino lo que expresa
El desafío que viene es enorme. Este apoyo otorga legitimidad, pero también compromete al Gobierno a dar los pasos más difíciles:
- Consolidar la estabilidad macroeconómica de forma duradera.
- Encauzar un proceso serio de desregulación y simplificación normativa.
- Avanzar en una reforma laboral que promueva empleo formal, sin miedo ni privilegios.
- Redefinir el sistema previsional para hacerlo sostenible.
- Y sobre todo, construir una nueva arquitectura institucional donde el mérito y la productividad sean valores centrales.
Las reformas que se avecinan no son un capricho ideológico: son el prerrequisito para que la Argentina vuelva a crecer. Ningún país que haya alcanzado desarrollo lo hizo sin antes ordenar su economía, disciplinar su gasto y devolver confianza a los inversores y a los ciudadanos.
Por primera vez en mucho tiempo, la política y la economía parecen caminar en la misma dirección. El equilibrio fiscal, la apertura comercial inteligente, la competencia y la inversión privada ya no son malas palabras. Son el nuevo lenguaje de una nación que entendió que el bienestar no se decreta, se construye.
Lo más valioso de este resultado no es la victoria en sí, sino lo que expresa: una mayoría social madura, que comprende que salir adelante implica esfuerzo, consistencia y visión de largo plazo. Argentina necesitaba este mensaje.Ahora le toca al Gobierno transformar ese voto de confianza en reformas concretas.
Porque después de tanto tiempo de frustraciones, la Argentina necesitaba esto: un rumbo, una idea, una esperanza con fundamentos.
El autor es director de Romano Group
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