
En muchas organizaciones y empresas argentinas, hablar de transformación digital se ha vuelto un lugar común. Sin embargo, si ahondamos un poco en la realidad cotidiana, solemos encontrarnos con otro cuadro: formularios en Excel, aprobaciones por mail y procesos internos que terminan dependiendo más del ingenio individual que de herramientas eficientes. Contrariamente a lo que suele pensarse, la digitalización no es convertir el papel en PDF: es hacer que los procesos fluyan con trazabilidad, control y una mejora continua.
Ahí es donde entra en juego una tecnología cada vez más utilizada a nivel global: las plataformas de gestión inteligente de procesos de negocio (iBPM). Esta nueva generación de soluciones permite ir más allá de la automatización básica. No solo digitaliza tareas, sino que rediseña los procesos a partir de una visión lógica, permitiendo que cada actor sepa qué tiene que hacer, cuándo y cómo, con información centralizada, flujos trazables y menos errores.
Argentina tiene una base bastante robusta para avanzar en esta dirección. El último E-Government Development Index 2024 de las Naciones Unidas ubica al país dentro del grupo con desempeño alto en gobierno electrónico. Esto demuestra que existe un entorno favorable y políticas activas en materia de digitalización para adoptar este enfoque. Sin embargo, los datos de la ONU también evidencian una brecha: aún falta integrar herramientas que hagan más eficientes los procesos cotidianos, tanto en el sector público como en el privado.
La ventaja de las plataformas iBPM es que no requieren transformaciones disruptivas. Pueden implementarse por etapas, empezando por un proceso crítico -como la gestión de licencias, los legajos digitales o las solicitudes internas- y escalar a partir de ahí al ritmo y la necesidad de cada organización. Además, permiten que usuarios no técnicos participen en el rediseño de flujos, democratizando la innovación y reduciendo la dependencia de equipos de IT.
Para las organizaciones argentinas que operan con estructuras complejas, áreas diversas y sistemas preexistentes, el enfoque iBPM representa una solución tanto realista como eficaz. No se trata de sumar tecnologías siguiendo una tendencia, sino de transformar lo cotidiano para liberar el potencial de equipos que suelen verse atrapados en la burocracia.
Los datos de la ONU dejan en claro que el país cuenta con un marco institucional y una voluntad estratégica para encarar esta nueva etapa de su transformación digital. Lo que falta a veces es ordenar los procesos y acompañarlos con herramientas que permitan escalar sin complejizar, tratando de no sumar tecnología por moda, sino de usarla con inteligencia para que el trabajo fluya.
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