
El tenor de la competencia geoestratégica está afectando la arquitectura de seguridad internacional y acelerando la carrera de armamentos en una atmósfera de nuevas dinámicas y paradigmas belicistas. La muestra directa de esas circunstancias es el aumento considerable del gasto militar en el mundo por noveno año consecutivo.
Los presupuestos de defensa del 2025 representan un récord histórico desde la caída de la Cortina de Hierro, una espiral preocupante ante la erosión de los mecanismos multilaterales de gestión de rivalidades y crisis, en particular del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que, según la Carta de la ONU, tiene la responsabilidad primordial en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) informa que los mayores presupuestos en defensa 2025 son los de Estados Unidos, China, Rusia e India, que representan el 60% del total mundial, distribuido en armas convencionales y nucleares.
Los gastos militares de miembros europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) registran un aumento generalizado (Alemania es el cuarto más importante del mundo), principalmente por la guerra en Ucrania y la eventual disminución de los compromisos de Estados Unidos con la defensa europea.
Las cifras del SIPRI también destacan que más de 100 países han aumentado los presupuestos de defensa. Japón, por ejemplo, registra el mayor incremento desde 1952. En América Latina y el Caribe, el de México es el más significativo, con un 39%, para fortalecer la capacidad operativa en la lucha contra el crimen organizado. Brasil sigue liderando el gasto militar en toda la región con 30 mil millones de dólares para el 2025 y es la potencia regional con el mayor poder aéreo y naval de América del Sur.
Las partidas del gasto militar de las principales potencias son particularmente importantes en tecnologías vinculadas al uso de armas automatizadas y las múltiples aplicaciones de la inteligencia artificial en los armamentos. Este panorama muestra que la evolución tecnológica se ha convertido en la nueva arma estratégica y su incidencia es cada día más relevante en el posicionamiento y la capacidad de los Estados en el sistema internacional.
El grado de estos desarrollos, las tendencias de las nuevas generaciones de armamentos y el impacto en las estrategias militares ha llevado al Secretario General de Naciones Unidas a advertir que el destino de la humanidad y la seguridad internacional no pueden quedar en manos de algoritmos. El presidente de Rusia, por su parte, ha señalado que el país que controle el software de la inteligencia artificial en el campo de los armamentos, dominará el mundo.
La espiral armamentista, en un mundo afectado por 56 conflictos activos, está dando lugar a vulnerabilidades y asimetrías militares inéditas. También está transformando la naturaleza de la guerra.
Frente a estas circunstancias, es imperativo restablecer los mecanismos de las Naciones Unidas para fomentar el desarme y la negociación multilateral de marcos regulatorios que garanticen el uso responsable de las tecnologías militares del siglo XXI. El equilibrio entre innovación militar y ética será clave para el futuro de la paz y las seguridades internacionales.
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