
“Bienvenida la competencia de monedas…la cotización que las mismas tengan respecto a la paridad dará una evaluación de mercado de la calidad del Gobierno que la emite!!” (Presidente Javier Milei).
La decisión del gobernador de La Rioja (autorizada por la Legislatura) de emitir una cuasimoneda llamada BOCADE y la respuesta del Presidente Milei que figura en el epígrafe nos llevan a un camino que se debiera evitar. El bono monetizado, que se crea para substituir el peso y evitar bajar costos, le traerá (por su pérdida de valor) más problemas a los trabajadores y jubilados, que ya tienen demasiados.
En diversos momentos de nuestra historia se han creado instrumentos de pago conocidos como “cuasimonedas”.
Es públicamente conocido que en 2001 fueron emitidos por 15 Provincias argentinas. Menos recordado (pero más irregular aún) es que el Gobierno Nacional hizo lo propio.
Todos los gobernantes de entonces teníamos gastos superiores a nuestros ingresos. Regía el sistema de Caja de Conversión que impedía la emisión de pesos por encima de la tenencia de divisas.
Durante 10 años había regido la Ley de Convertibilidad por la que un peso era equivalente a un dólar. Fernando de la Rúa había ganado las elecciones dos años antes con la promesa de mantener la estabilidad económica que había regido durante los últimos ocho años de Carlos Menem.
Tener una inflación anual de menos del 2% era una realidad que nadie quería abandonar y menos el Presidente De la Rúa, un hombre de honor, que había comprometido su palabra con una frase contundente: “Durante mi Gobierno, 1 peso igual a 1 dólar”.
Para colmo, la inflación anual del 2000, primer año de la nueva administración, fue de sólo el 0,9%. Los dos últimos años del gobierno de Menem había sido del 1% anual en 1998 y del 0,5% anual en 1999.
La suba del gasto público era una señal negativa sobre la que solo algunos economistas alertaban y allí anidaba el “huevo de la serpiente” que iba a producir el estallido del sistema.
La rigidez de la Caja de Conversión llevó al Poder Ejecutivo Nacional a dictar el Decreto 1004/2001, por el que se autorizó al Banco Central de la República Argentina a emitir el equivalente a mil millones de pesos de una “moneda fuera de curso” a la que se llamó LECOP. La Provincia de Buenos Aires, por un acuerdo con el Gobierno Nacional, emitió los PATACONES, y ambas cuasimonedas tuvieron una paridad con el peso del 100% hasta 2002. Ambas eran recibidas para pagar impuestos por el fisco nacional y provincial.
No tuvieron la misma suerte las otras 14 cuasimonedas, ya que, al no estar autorizadas por el Gobierno Nacional, no se podían pagar con ellas impuestos nacionales.
Aún aquellas que funcionaron perfectamente fueron recibidas con desconfianza, tanto por los empleados públicos como por los comerciantes, y las de las provincias pequeñas llegaron a perder la mitad de su valor.
El único camino es bajar el gasto público y no volver a estos sistemas distorsivos que perjudican a todos y no crean una solución, sino una ilusión. Sería bueno desmentir, por una vez, aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Un tema que agrava la situación actual es la confianza en el sistema monetario. En 2001, veníamos de 8 años sin inflación y una gran confianza en la moneda argentina. Hoy, venimos de 8 años de inflación constantemente creciente y ninguna confianza en la moneda argentina.
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