
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), todos los años mueren en el mundo aproximadamente 1.3 millones de personas como consecuencia de los siniestros viales, y entre 20 y 50 millones de personas sufren traumatismos no mortales. Lamentablemente, Argentina no escapa a esta tragedia y todos los años mueren más de 5000 personas como consecuencia de siniestros viales, siendo esta la principal causa de muerte entre los jóvenes.
La conducción bajo los efectos del alcohol es, para la OMS, uno de los principales factores de riesgo de la seguridad vial, al aumentar la probabilidad de ocurrencia de un siniestro y de que este termine en muerte o traumatismo grave. Los datos son contundentes: aunque la cantidad consumida sea mínima, se incrementa hasta 3 veces las probabilidades de protagonizar un siniestro vial grave. La OMS identifica, además, a los jóvenes como la población más vulnerable frente a esta pandemia.
Está demostrado que el consumo de alcohol disminuye las capacidades motoras y de visión, afecta la toma de decisiones, ralentiza los reflejos y reduce la atención y la agudeza visual. Además, puede provocar una falsa sensación de seguridad y pérdida de inhibiciones, situación que puede impulsar a que los conductores realicen conductas inseguras como exceder la velocidad y/o no utilizar el cinturón de seguridad o casco. Uno de cada cuatro accidentes viales está asociado a esta problemática.
En este marco, los organismos internacionales recomiendan una serie de acciones para abordar este factor de riesgo, entendiendo que los siniestros viales, así como sus consecuencias, se pueden evitar. La primera de estas acciones es fijar un límite legal de concentración máxima permitida. En este sentido, el proyecto de Ley que presenté en 2021, junto a otros legisladores, obtuvo media sanción este jueves. Este proyecto fue el resultado de un largo trayecto de investigación, en materia de seguridad vial, y durante este camino tuve el acompañamiento de familiares de víctimas de siniestros viales que nunca dejaron de luchar para impulsar esta ley.
Esta iniciativa lleva a cero los niveles de consumo de alcohol permitido para conducir un vehículo motorizado, está en sintonía con la normativa de otros países de la región y de distintas provincias y ciudades del país, donde se obtuvieron resultados favorables. Un informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vial muestra que, en las 11 provincias y 13 localidades del país, donde hay “tolerancia cero” con el alcohol, la cantidad de alcoholemias positivas se redujeron significativamente.
Consecuentemente, este proyecto busca implementar una política de Estado que salve vidas. El mensaje debe ser claro y contundente: al volante, cero alcohol. Por el contrario, el límite máximo de 0,5 g/L invita a la especulación o a promover la falsa creencia de que una copa “no hace nada”. Gracias a la incansable lucha y la insistencia de los familiares de víctimas de siniestro viales, es necesario tener claro que la política de alcohol cero al volante debe gestionarse de manera integral con un diagnóstico y monitoreo constante ante la presencia del factor de riesgo, con la implementación de sistemas de control de alcoholemia efectivos y legítimos, sumado a la concientización sobre la conducción bajo los efectos del alcohol.
Además, hay que tener presente también que, para prevenir siniestros viales, se necesita avanzar en políticas que promuevan la incorporación de tecnologías de asistencia a la conducción en los vehículos y mejorar el estado de la infraestructura de ruta y caminos en todo el país, que también puede causar muertes.
En un país que atraviesa una profunda crisis política, social y económica, y en un escenario en el que todas las fuerzas políticas parecen apostar a la polarización discursiva, es destacable que oficialismo y oposición hayan logrado ponerse de acuerdo para sancionar una ley que va más allá de los posicionamientos políticos e ideológicos y piensa en el bien común y en la vida de los argentinos y argentinas. Este es un paso importante, pero queda mucho trabajo por realizar para prevenir la pandemia invisibilizada que significan los siniestros viales. Cuando se trata de proteger vidas no hay banderas políticas ni ideología.
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