A diferencia del refrán, cuando Cristina calla no necesariamente otorga

La periodista y conductora analizó el silencio de la vicepresidenta luego de la derrota del oficialismo en las últimas elecciones legislativas. Ocurre en el medio de las tensiones políticas y la búsqueda de acuerdo con el FMI

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La vicepresidenta no opinó sobre la derrota en los comicios generales (Franco Fafasuli)
La vicepresidenta no opinó sobre la derrota en los comicios generales (Franco Fafasuli)

Hace cinco días que Cristina no habla. El reposo médico que le impidió estar en el búnker el día de las elecciones vino con un atronador silencio. Nada se sabe lo que piensa de la derrota, ni qué planes tiene para el gobierno. Ella no salió en ninguna foto de la serie “perder ganando”. Ni adjudicó paternidades por el fracaso electoral. Tampoco saludó a los ganadores. Y mucho menos expresó algo sobre los desafíos que vienen. Ella, que es la líder del espacio, se borró.

Los que perdieron ganando fueron otros. Ya la había fulminado con frialdad a Victoria Tolosa Paz el día de cierre de campaña. Es curioso porque el silencio de Cristina es tan sonoro que las definiciones que ella no da surgen de notorios ventrículos. El Presidente hace trascender que tenía su acuerdo para garantizar al peronismo que habrá primarias en 2023.

El ministro de Economía, por su parte, también salió a decir que cuenta con el aval de Cristina para la negociación con el FMI que busca cerrar antes de fin de año. Casi como si fuera un trámite. Ambicioso timing el de Martin Guzmán, ministro de deuda con el Fondo sin acuerdo desde que asumió. Se ve que el mercado no le cree porque hoy fue un día negro de máxima escalada anual para el riesgo país y de acciones y bonos hundidos.

Y también se ve que al presidente el peronismo no le creyó del todo o quiere dejar en claro que no salió de guapo a hablar de primarias a los compañeros, y que jamás desafiaría a Cristina. Ambos dejan en evidencia la centralidad de la mujer más poderosa del gobierno y la falta de su propio peso específico para sostener sus propuestas si no explicitan antes la aprobación de ella. La pregunta es por qué si Cristina está de acuerdo con estas iniciativas no sale a apoyarlas ella misma con firma y sello.

Cristina siempre es clara y contundente cuando defiende algo. En el fútbol dirían que está jugando sin pelota. Está dejando hacer y sabe que tiene aún poder de veto. ¿Por qué la vicepresidenta no se compromete con decisiones que supuestamente se toman en medio de urgencias? Y aquí sobrevienen las dudas. ¿Es la del Presidente y Guzmán una estrategia para forzar su compromiso con el acuerdo con el Fondo? ¿El aval que tiene Guzmán es a la negociación o al acuerdo? ¿Y qué condiciones tiene el acuerdo?

La última propuesta de Argentina ofreciendo exóticas acciones climáticas ya hizo agua. En el Fondo aseguran que la voluntad es total para un acuerdo. Piden cosas básicas, un rumbo y consenso político. Cri, cri, cri, cri, Cristina hace grillito.

Cristina Kirchner participó del cierre de campaña, pero no estuvo en el búnker del Frente de Todos el día de la derrota del oficialismo (REUTERS/Matias Baglietto)
Cristina Kirchner participó del cierre de campaña, pero no estuvo en el búnker del Frente de Todos el día de la derrota del oficialismo (REUTERS/Matias Baglietto)

El amague de llamado a un diálogo a la oposición sólo busca mostrar algo de contenido en el vacío e incertidumbre que son la única producción de Cristina luego de la derrota. Cristina también fue derrotada. No quiere que se note. Se pone por encima. Manda a todos como escudos humanos. Dicen algunas fuentes que ella prefiere estirar todos los tiempos. Patear hacia adelante lo más posible. Que con default ya vivimos. Su aparente indolencia los aterra a “todes”.

¿En qué momento se pierde el poder? Algunas voces del kirchnerismo profundo minimizan una derrota en elecciones legislativas. Otros dicen incluso que Cristina sale fortalecida. La primera semana luego de las elecciones pasó con coherencia. El Gobierno sigue sin gobernar. Está ocupado festejando la derrota. Está alienado en una escena de un mundo impostado. Retocando el maquillaje, conteniendo el desbande.

Si persisten en su praxis postergadora sólo podemos esperar la continuidad de la agonía en que convirtieron las expectativas de futuro. No es lo que dicen, es lo que hacen. Apurar la aprobación de decretos ahora que el congreso se les achica, intentar persuadir al peronismo de que la jefa que eligió a dedo a un presidente va a permitir las PASO peronistas que nunca permitió y que también va a firmar el acuerdo con el Fondo que siempre deploró. Hay un coro de almas bellas que dicen que ahora Cristina no tiene otra. Que ahora dirá que sí. Que sabe la que se viene. Todos respetables los muchachos del coro de los villancicos “Volvieron mejores” y “Alberto Moderado”.

Guzmán intenta acordar con el Fondo
Guzmán intenta acordar con el Fondo

La única coartada de CFK para reunirse con quienes consideraba traidores como Sergio Massa y Alberto Fernández, fue recuperar el poder para no ir presa. Al poder lo recuperó y le quedan dos años. Los únicos votantes firmes en esta hora aciaga son los de ella. El 33% que no es el 48% aquel del Alberto de la heladera llena y con asado, de 2019. Del asado lo único que sabemos es que tendrá el precio congelado por tres días del fin de semana largo. Ese es el único largo plazo de Argentina.

El resto es pura duda, ladina incertidumbre, silencio de truco de la jefa, esa costumbre de que no la vean venir, convertir al misterio en fortaleza, ahora que el pueblo es de otros, porque el 33% tampoco es aquel 54% que ella supo conocer. ¿A los muchachos del núcleo duro que persisten fieles los va a perder en el último altar en pie para firmar con el Fondo? ¿Y si Cristina piensa que el Fondo está más necesitado que ella de firmar un entendimiento porque tiene que dar respuesta al board antes de que llegue Santa Claus en el hemisferio norte? ¿El default? “El default le preocupa a personas normales y ella no es eso”, me responde una fuente.

El mapa político ha cambiado en el país. La última vez que el país se pintó de amarillo, Cristina ni entregó los atributos del mando. Ahora que le quedan dos años con el bastón de mando, mejor ajustarse los cinturones. A diferencia del refrán, en este caso, cuando Cristina calla, no necesariamente otorga. Queridos amigos, quien vivirá verá.

* Editorial de Cristina Pérez en “Confesiones en la noche” (Radio Mitre)

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