
Cada 27 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias, una jornada establecida para reforzar la conciencia colectiva frente a riesgos sanitarios que pueden transformarse en crisis económicas, sociales y humanitarias.
La fecha propone subrayar una realidad ineludible: en un planeta interconectado, las enfermedades infecciosas viajan con la misma velocidad que las mercancías, el transporte aéreo o el comercio global.
La logística como primera línea de defensa
Si bien la preparación sanitaria suele asociarse con hospitales, vacunas o sistemas epidemiológicos, la logística es un componente igual de decisivo. La forma en que se mueven personas, productos y materias primas determina la velocidad con la que un agente infeccioso puede dispersarse o ser contenido.
Tres dimensiones son clave:
Transporte internacional y flujos de movilidad: Las epidemias suelen expandirse siguiendo rutas de transporte: aeropuertos, puertos, pasos fronterizos y corredores de carga.
Por eso, los protocolos de control, las inspecciones sanitarias y los sistemas de detección temprana en nodos logísticos son fundamentales para evitar que un brote local se convierta en un problema global.
Abastecimiento y distribución de insumos críticos: La preparación ante epidemias exige contar con cadenas de suministro capaces de movilizar equipos de protección, medicación, reactivos, alimentos y equipamientos en tiempos muy cortos.
La experiencia reciente mostró que la logística puede ser tan determinante como la ciencia: una vacuna sin capacidad de distribución no frena ningún brote.
Continuidad operativa: Una epidemia no solo es una crisis sanitaria, sino también logística. La disponibilidad de personal, la organización de turnos, el funcionamiento de depósitos, la coordinación del transporte y la capacidad de abastecer a consumidores y hospitales se convierten en factores centrales durante cualquier emergencia.
El comercio exterior como vía de propagación y como herramienta de control
El comercio internacional conecta regiones distantes y sostiene la economía global, pero también puede convertirse en un canal involuntario para la dispersión de enfermedades. Mercaderías, embalajes, cargas en tránsito, contenedores y medios de transporte pueden actuar como vehículos indirectos cuando existen condiciones ambientales propicias o falta de controles.
Por eso, la preparación ante epidemias incluye medidas clave relacionadas con el comercio exterior:
- Protocolos sanitarios en fronteras para detectar enfermedades en tránsito.
- Sistemas de trazabilidad que identifiquen el origen y recorrido de mercancías.
- Controles sobre embalajes y materiales biológicos, evitando que transporten organismos no deseados.
- Coordinación internacional en tiempos reales para alertar sobre brotes o riesgos asociados a rutas comerciales.

¿Por qué la preparación logística es tan importante como la preparación sanitaria?
Una epidemia afecta primero a las personas, pero rápidamente altera la movilidad, el abastecimiento y el funcionamiento de sectores críticos.
La logística se vuelve un eslabón esencial para: garantizar el suministro de insumos médicos, sostener la distribución de alimentos, mantener operativos los servicios esenciales, evitar el colapso de la demanda en picos de consumo y asegurar que la población reciba lo necesario incluso bajo restricciones de movilidad.
Cada epidemia prueba la capacidad de los países para actuar de manera coordinada. Y en esa coordinación, los sistemas de transporte, los operadores logísticos, los organismos fronterizos y las redes de distribución cumplen un rol determinante. La preparación no es solo sanitaria: es operativa, territorial y estratégica.
Preparación ante epidemias: una responsabilidad compartida
El Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias busca recordar que ninguna institución puede enfrentar sola un riesgo sanitario de escala global. Se requiere la cooperación de gobiernos, agencias multilaterales, empresas, operadores logísticos, organismos de comercio exterior y la sociedad civil.
En especial, porque los eventos climáticos, los movimientos de población, los desastres naturales y la presión sobre los sistemas de salud aumentan la probabilidad de brotes. Y porque, en un mundo interconectado, la velocidad de propagación es mayor que nunca.
La preparación es, en definitiva, una cadena: si falla uno de sus eslabones —sanitario, logístico o comercial— todo el sistema queda expuesto. Por eso este día no solo invita a reflexionar, sino a actuar: fortalecer capacidades, mejorar controles, invertir en infraestructura y consolidar redes que permitan responder con rapidez ante cualquier amenaza.
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