
¿Qué tenemos que saber del colesterol? Porque hay un colesterol bueno y uno malo? Mucho se habla de un colesterol “bueno” y de uno “malo”. Pero... ¿realmente sabemos de qué estamos hablando?
Se estima que los problemas del corazón y los accidentes cerebrovasculares producen la muerte de más de 12 millones de personas en todo el mundo cada año, estando íntimamente relacionados con varios factores de riesgo.
Así como la presión arterial es la causante de casi un 50% de las enfermedades cardiovasculares, a el colesterol se le podría atribuir una tercera parte de estas enfermedades. El colesterol es una sustancia grasa transportada en la sangre.
El mismo es utilizado para la generación de tejidos y hormonas, elementos indispensables para un adecuado funcionamiento del cuerpo humano, sin embargo, valores elevados pueden ser deletéreos a largo plazo. Básicamente proviene de dos fuentes. Una “externa” que es la que consumimos con las comidas.
Y otra “interna” producida por el mismo organismo. De manera simple, podríamos dividirlo en dos tipos, uno “bueno” y otro “malo”. Estas definiciones tienen que ver con su efecto protector o dañino sobre las arterias del cuerpo.
El colesterol “malo”, llamado científicamente LDL (low density lipoproteins o lipoproteínas de baja densidad) se deposita en las paredes de las arterias generando las placas de colesterol, pudiendo estrechar la luz de las mismas hasta generar una oclusión de esta y síntomas como el ataque al corazón, accidentes cerebrovasculares o amputación de las piernas.

El “bueno” o HDL (high density lipoproteins o lipoproteínas de alta densidad) tiene un efecto contrario al LDL, y consiste en extraer el colesterol depositado en las arterias hacia el hígado y así poder ser eliminado fuera del organismo. Aquellas personas que tienen niveles de LDL por encima de lo normal van a tener una mayor predisposición a tener problemas en las arterias. Por el contrario, valores elevados de HDL tendrían un efecto protector, disminuyendo el riesgo de padecer problemas cardiovasculares. Para el estudio de los valores de colesterol se puede analizar el perfil lipídico con una extracción de una muestra de sangre, en lo posible con 12 horas de ayunas, considerándose normales a los siguientes valores: -
Colesterol Total: menor de 200 mg/dL.
- LDL: depende de los factores de riesgo y antecedentes cardiovasculares. Siempre menos de 160 mg/dL y en ciertos pacientes menos de 70 mg/dL.
- HDL: entre 40 y 60 mg/dL.
Para lograr mantener estos valores dentro de la normalidad, se debe incentivar a los pacientes a realizar actividad física en forma rutinaria, a elegir una alimentación saludable y a evitar ciertos hábitos perjudiciales como lo son el tabaquismo y el consumo en exceso de alcohol.
Estudios han demostrado que la dieta “mediterránea” disminuye las probabilidades de tener problemas del corazón. Se la denomina de esta forma por ser un conjunto de hábitos alimentarios que siguen los habitantes de las regiones mediterráneas caracterizada por:
- elevado consumo de frutas, verduras, frutos secos, semillas y legumbres - predominio del consumo de pescado respecto a la carne
- las carnes en lo posible sin grasa visible
- utilización del aceite de oliva en vez de aceites vegetales, preferentemente crudo.
- los lácteos deben ser descremados
- la utilización de quesos no debe ser mayor a una comida por día
- consumo de agua en las comidas en lugar de gaseosas
Lo que NO se debe consumir en forma frecuente son facturas, galletitas dulces, pan con grasa o bizcochos, alfajores, fiambres y golosinas. Embutidos, empanadas, pizzas y hamburguesas no caseras podrían ser elegidas pero no más de una vez por semana, o una vez cada quince días si no se realiza actividad física. Se sugiere realizar 30-45 minutos de actividad física aeróbica -como puede ser caminar, trotar, bailar, nadar- 3 o 4 veces por semana. Un estudio reciente ha demostrado que viajar en bicicleta al trabajo o realizar paseos rutinarios disminuye en forma significativa los factores de riesgo cardiacos.
En algunos casos, y a consideración del médico, se pueden utilizar ciertos medicamentos. Las más utilizadas son las llamadas estatinas que disminuyen la producción interna de colesterol.
También existen medicamentos que reducen la absorción de este a nivel del intestino. Las intervenciones destinadas a mejorar la prevención cardiovascular en la población son los métodos más efectivos para reducir el riesgo de presentar problemas cardíacos.
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