
En distintas regiones de México, distintos cárteles y grupos del crimen organizado han repartido juguetes, dulces y regalos a niñas y niños durante celebraciones navideñas, una práctica que se ha documentado al menos desde hace dos décadas aproximadamente.
Estos hechos registrados en estados como Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Jalisco y Tamaulipas, han sido protagonizados por organizaciones como el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y grupos regionales armados.
Aunque en apariencia estos actos pueden presentarse como gestos festivos, especialistas en seguridad, académicos y autoridades coinciden en que se trata de una estrategia criminal con objetivos claros:
- Legitimación social
- Control territorial
- Reclutamiento de menores y jóvenes

Dar regalos y dulces en Navidad: estrategia de legitimación y control territorial del narco mexicano
De acuerdo con análisis de investigadores del Colegio de México (Colmex) y del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), la entrega de regalos por parte de grupos criminales responde a una lógica de construcción de legitimidad local.
Esto especialmente en comunidades donde la presencia del Estado es débil o intermitente:
“El crimen organizado busca ocupar el vacío institucional, no solo mediante la violencia, sino también a través de mecanismos simbólicos de aceptación social”, señala un estudio sobre gobernanza criminal en México elaborado por el CIDE.
En ese contexto, los regalos funcionan como una señal de dominio territorial y de poder, además de enviar el mensaje de que el grupo armado es capaz de proveer lo que el Estado no garantiza.
Casos como el de Coalcomán, Michoacán ―donde se colocaron mantas agradeciendo a Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, por regalos navideños― evidencian cómo estas prácticas buscan generar lealtades comunitarias y desincentivar la colaboración con autoridades.
Navidad y narcocultura: el uso simbólico de las festividades decembrinas
Las fechas decembrinas tienen un valor simbólico clave. Según investigadores en temas de narcocultura, tales como el antropólogo José Manuel Valenzuela, estas celebraciones permiten a los grupos criminales insertarse emocionalmente en la vida cotidiana de las comunidades y, especialmente, entre las niñas y los niños.
La figura del “benefactor” refuerza una narrativa donde el grupo criminal no solo es visto como un actor violento, sino como alguien que “cuida” o “protege” a la población local. Esta narrativa es particularmente efectiva en zonas donde existen altos niveles de pobreza, exclusión social y falta de oportunidades educativas o laborales.
Reclutamiento de menores: la “razón navideña” más preocupante
Uno de los elementos más alarmantes detrás de estas prácticas es su relación con el reclutamiento criminal de menores. Un informe de la Secretaría de Gobernación (Segob) y del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) advierte que miles de menores son captados cada año por grupos delictivos en México.
Los cárteles utilizan diversas vías de acercamiento: regalos, promesas de dinero, videojuegos, redes sociales y vínculos comunitarios. La entrega de juguetes en eventos públicos puede ser el primer contacto simbólico entre un menor y una organización criminal.
“El reclutamiento rara vez inicia con la violencia; comienza con la normalización del grupo criminal en el entorno social del niño”, advierte un análisis de Save the Children México, quien ha documentado cómo menores terminan involucrados en tareas como vigilancia, mensajería, halconeo y, posteriormente, en delitos de mayor impacto.
Silencios y volver dependiente a la sociedad: las fallas inocultables de la seguridad
Además del reclutamiento, los regalos funcionan como un mecanismo de dependencia comunitaria. Especialistas en seguridad pública señalan que estas acciones generan silencios sociales, ya que las comunidades beneficiadas pueden sentirse moralmente comprometidas a no denunciar actividades criminales.
Un informe de International Crisis Group sobre economías criminales en América Latina explica que estas prácticas refuerzan un modelo de “protección a cambio de lealtad”, donde la población tolera o normaliza la presencia del grupo armado a cambio de apoyos materiales.
Normalizar la vida del narco en las juventudes: una percepción social y psicológica
Organizaciones defensoras de derechos humanos advierten que permitir o tolerar este tipo de actos tiene efectos a largo plazo en la percepción infantil del crimen organizado.
Sobre esa línea, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha alertado que la exposición temprana a estas dinámicas puede contribuir a la normalización de la violencia y a la construcción de referentes criminales como modelos de éxito o poder.

Cuando los regalos provienen de grupos armados, el mensaje implícito es que el crimen organizado tiene capacidad económica, autoridad y reconocimiento social, una narrativa peligrosa en contextos donde las opciones legítimas de movilidad social son escasas.
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