Enfermera que atendió emergencia por explosión de pipa en Iztapalapa narra lo que vivió: “Hicimos lo que pudimos con lo que teníamos”

Karina Zepeta recordó los momentos más humanos de la emergencia, como cuando dieron agua a pacientes que no sobrevivieron: “Es para su camino”

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Karina Zepeta, enfermera en el
Karina Zepeta, enfermera en el Hospital General de Zona de Los Reyes, narra la angustia y el esfuerzo colectivo del personal de salud ante la llegada masiva de víctimas por la explosión de una pipa en Iztapalapa. (YouTube: Control de enfermería/Captura de pantalla)

La explosión de una pipa de gas LP en el Puente de la Concordia, en Iztapalapa, ocurrida el pasado 10 de septiembre sigue dejando huellas un mes después del accidente, no solo en las víctimas directas sino en quienes acudieron a auxiliar.

Entre los relatos que permiten asomarse al caos, el miedo y la esperanza de la jornada ha destacado el testimonio de Karina Zepeta, enfermera que atendió a los primeros heridos que llegaron tras el siniestro al Hospital General de Zona número 53 del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) en Los Reyes La Paz, Estado de México.

“Fue un caos, nunca habíamos vivido algo así”

En el podcast Control de Enfermería, Karina Zepeta cuenta que ella y sus compañeros recibieron la alerta justo al iniciar su turno vespertino. La instrucción fue inmediata: liberar todas las camillas de urgencias, reacomodar pacientes estables en bancas e informar a quienes pudieran que llegaban decenas de heridos por la explosión.

| Valentina / Agencia AFP
| Valentina / Agencia AFP

La jefa nos avisó que había habido una explosión y que iban a llegar pacientes, que teníamos que movilizar, desocupar camillas y hacer todo lo que en nuestras manos estuviera”, recuerda. Contó que algunos trabajadores que ya habían salido se regresaron para ayudar a sus compañeros en la emergencia.

Los primeros minutos estuvieron marcados por el ritmo de ingreso de los lesionados: “El timbre sonó una vez, dijimos: ya llegaron, luego otra, luego otra, y así. Llegaron como en cascada”.

La mayoría traía quemaduras de más del 80% de la superficie corporal, muchos sin consciencia, piel y ropa despedazadas, otros aún hablando para despedirse de sus familias.

El hospital, sin preparación especial para crisis de ese tipo, agotó camillas, instrumentos y recursos básicos. Se saturaron camillas, sábanas, ambús y sábanas estériles; hubo que improvisar recursos bajando material de otros pisos y esterilizando lo que había.

Las tareas de identificación se volvieron clave. Asistentes médicas y trabajo social recogieron datos de cada paciente en estado consciente —como tatuajes, objetos personales o sus nombres si es que podía hablar— y fotografiaron detalles para poder ubicarlos.

La mayoría de los pacientes venían sin pelo, sin ropa. Una paciente, por ejemplo, traía solo unos tenis. Cada pequeño dato podía ser fundamental para encontrar a algún familiar”, describió Karina.

CIUDAD DE MÉXICO, 10SEPTIEMBTE2025.- Daños
CIUDAD DE MÉXICO, 10SEPTIEMBTE2025.- Daños tras la explosión de una pipa de gas en el bajo puente de Puente de la Concordia y Calzada Zaragoza que dejó como saldo más de cincuenta personas lesionadas y decenas de autos calcinados. FOTO: AGENCIA CUARTOSCURO.COM

El personal se organizó espontáneamente: no hubo un único líder formal, sino equipos multidisciplinarios formados por médicos, enfermería, camillería, trabajo social y asistentes médicas, todos repartiendo tareas para estabilizar, atender, identificar y limpiar.

Algunos compañeros no dejaron su área durante horas e incluso tuvieron que usar pañales para hacer sus necesidades, pues ante la emergencia era complicado estar poniendo y quitando el equipo de protección, además de que podía ser riesgoso para los pacientes. Contó que el personal apenas pudo comer o hidratarse.

“Había una corredera dondequiera, había agua y piel, horrible, horrible”, narra la enfermera, “todo el suelo, sábanas y camillas se llenaron de restos biológicos durante la estabilización”.

Ante la magnitud de la emergencia y la llegada simultánea de decenas de pacientes con quemaduras graves, el equipo enfrentó la falta de instrumental suficiente y la presión por estabilizar rápidamente a los heridos para su traslado a hospitales especializados. La prioridad era retirar la piel muerta lo más pronto posible para aplicar los medicamentos y cubrir las heridas.

En ese contexto, el desbridamiento fue manual: “Se desbridó literal con las manos… Les quitamos todo, los llenamos de sulfadiazina y vendamos todo el cuerpo para traslado”.

Imágenes imborrables

CIUDAD DE MÉXICO, 10DICIEMBRE2025.- Un
CIUDAD DE MÉXICO, 10DICIEMBRE2025.- Un bombero de la capital intenta enfriar el contenedor de la pipa de gas que se volcó la tarde de este miércoles. FOTO: DANIEL AUGUSTO/ CUARTOSCURO.COM

La atención simultánea de decenas de pacientes quemados dejó huella en quienes participaron. Karina reconoce que varios de sus compañeros siguen “viendo las imágenes”, especialmente los del área de choque, que recibieron a los pacientes más críticos.

Entre los casos más emotivos está el de un paciente que, consciente hasta el final, pidió a su familia que no lo reanimaran. “Incluso el paciente que falleció ahí es el que llamó a sus familiares… que si no la libraba, ya no quería que lo reanimaran. A él se le reanimó tres veces”.

También menciona a una paciente aislada por neumonía que fue vista rezando fervientemente antes de morir. “La volteé a ver y así literalmente con las manos rezando”.

Otro momento que recuerda fue cuando su compañera de enfermería, al concluir la atención a un paciente fallecido, tuvo un acto de compasión, pues tomó una jeringa con agua y humedeció la boca de la persona: “La compañera dice, ‘vamos a darle, pásame una jeringa con agua’… y le dio un poquito en la boca. ‘Es para su camino, para que no les dé sed’. Son cosas que te marcan", dijo.

Durante la emergencia, fue necesario improvisar lugares para el resguardo temporal de cuerpos y coordinación para traslados. Ambulancias de Texcoco y Chalco acudieron para evacuar tanto a quemados como a otros enfermos y liberar espacio en un hospital al borde de la saturación.

En la puerta de urgencias, Karina y su equipo vieron cómo familiares se sorprendían entre lágrimas y agradecían poder acompañar en ambulancia a los pacientes trasladados.

Cuando los recursos y las fuerzas físicas se agotaron, llegó la ayuda de la comunidad. “Salimos y vimos venir carro tras carro, con agua, pan, insumos… fue impresionante. No habíamos tomado ni agua hasta el final, y cuando por fin nos dieron una, no supo a gloria, supo a humanidad”, recuerda al contar como varias personas llevaron comida y bebidas a quienes apoyaron en la emergencia.

Lecciones de una crisis y desafíos pendientes

(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Pese a la respuesta solidaria, el relato de Karina Zepeta subraya que la ciudad y sus hospitales no cuentan con protocolos preparados para una emergencia así.

Era imposible tener un plan para esa magnitud. Nos organizamos en cuanto pudimos y nos unimos en lo que hicimos... hicimos lo que pudimos con lo que teníamos”, explica.

La emergencia reveló una vez más la importancia de implementar y ensayar protocolos específicos para atención masiva de quemados, para que hospitales que no son de trauma puedan responder con mayor efectividad. También, la necesidad de capacitación continua y atención psicológica para el personal tras experiencias traumáticas.