Hace 91 años una casa ubicada en el número 1026 de la calle Aramberri, en Monterrey, Nuevo León fue escenario de un doble homicidio que conmocionó a la sociedad de la época. El crimen quedó marcado en la memoria colectiva debido a su brutalidad y, con el paso de las décadas, alrededor del inmueble en que ocurrió surgieron leyendas urbanas y relatos de terror locales.
Por mucho tiempo, la llamada Casa Aramberri estuvo en total abandono, lo cual no hizo más que alimentar las historias en torno a ella. Pero la situación cambió este año, con la apertura de un restaurante.
El 9 de octubre, día de inauguración de “Hamburguesas La Casa de Aramberri”, cientos de personas hicieron filas para entrar al negocio, atraídos por el misterio que rodea al inmueble en el que ocurrió un asesinato hace casi cien años. Pero, ¿qué fue lo que pasó en el lugar?
La historia de Casa Aramberri en Monterrey
El 5 de abril de 1933, Antonia Lozano de Montemayor y su hija Florinda Montemayor fueron brutalmente asesinadas en su hogar, la Casa Aramberri.
Delfino Montemayor, esposo y padre de las víctimas, descubrió el crimen al regresar de su trabajo en la Fundidora. Al entrar a su casa, encontró el cuerpo de su hija Florinda, quien había sido degollada y cubierta con un cobertor, con las manos atadas a la espalda. La escena del crimen sugirió que el motivo del asesinato podría haber sido un robo, ya que faltaban objetos de valor de la vivienda.
Una pista más fue un rastro de sangre que condujo a las autoridades desde la casa en la calle Aramberri hasta una carnicería propiedad de Gabriel Villareal. En el negocio fueron encontradas varias prendas ensangrentadas, un elemento clave para resolver el crimen.
Además, las investigaciones policiales determinaron que no había señales de que la puerta de la casa hubiera sido forzada, lo que llevó a la hipótesis de que los atacantes podrían haber sido conocidos de las víctimas.
Finalmente los responsables del crimen fueron identificados como Fernando y Heliodoro Montemayor, familiares de Delfino. Mientras que Villareal, Emeterio González y Pedro Ulloa fueron señalados como cómplices.
En el restaurante que se instaló en la casa donde ocurrió el crimen se incluyeron elementos alusivos a detalles del asesinato, como una jaula que hace referencia a un perico que se supone delató a uno de los implicados y un vestido de novia, referente a la boda de Florinda Montemayor que no se pudo realizar.