México se distingue por su devoción a numerosos santos, y uno de los más venerados es San Charbel, cuyo nombre real fue Youssef Antoun Makhlouf, nació en el Líbano en 1828 y llevó una vida dedicada a la oración y la el retiro en solitario.
A los 23 años ingresó al Monasterio de San Marón en Annaya, donde tomó el nombre de Charbel y abrazó la fe maronita. Sus milagros, tanto en vida como después de su muerte en 1898, han alcanzado reconocimiento mundial, de acuerdo con la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente, fundada por el Papa Pío XI en 1926.
En México, la devoción a San Charbel creó una tradición que atrae a miles de fieles a santuarios en todo el país y ha sido difundida a otras naciones.
Los listones de San Charbel
Según el boletín semanal Desde La Fe, hace más de veinte años una mujer llegó a la Catedral Maronita de Nuestra Señora de Balvanera, ubicada en la calle Correo Mayor en el Centro Histórico de la CDMX, rogando por un milagro. Pidió a los santos que ya conocía que la ayudaran y caminó hacia la salida.
En su camino vio la imagen de San Charbel, y aunque no lo conocía, se acercó a él y le dijo: “Yo no sé quién eres. Pero como ya le pedí a los demás santos un milagro y mi problema no se resuelve, pues te pido a ti. Por si estás muy ocupado resolviendo asuntos, te anoto mi encargo para que no se te vaya a olvidar”.
La mujer al no tener papel en donde anotar su solicitud utilizó un pedazo de listón que cargaba ese día y lo sujetó al pie de la imagen. Según el rector de la catedral, Monseñor Rogelio Peralta, la mujer regresó feliz días después pues su problema se había resuelto.
Me preguntó el nombre del santo. ‘San Charbel’, le dije. Me platicó lo ocurrido, y me preguntó cómo le podía agradecer que no fuera sólo de palabra. Se me ocurrió algo y se lo sugerí: ‘Pues si le pediste con un listón, agradécele con un listón’. Para mí lo más bonito de aquella experiencia fue ver que hay corazones agradecidos con el Señor’”.
La costumbre de anotar milagros y agradecimientos en listones se extendió a otras parroquias de la Ciudad de México, y posteriormente fue adoptada en otros estados del país e incluso en el extranjero. Sin embargo, según menciona Monseñor Rogelio, las personas comenzaron a darle un significado específico a los colores: el rojo se utiliza para temas amorosos, el amarillo para asuntos de dinero y el verde para la salud.
Por esta razón, se recomienda a los creyentes utilizar listones de cualquier color para hacer sus peticiones y listones blancos para expresar su agradecimiento. En Líbano, en lugar de listones, los fieles suelen dejar pañuelos con ruegos y peticiones.
El aceite milagroso del santo
Los listones no son signos sagrados reconocidos por la Iglesia para santificar circunstancias de la vida; sin embargo, los aceites benditos sí lo son. Un ejemplo de ello es el aceite ofrecido por los monjes del Monasterio de San Marón, que es utilizado por los fieles y cuenta con el permiso de las autoridades eclesiales.
El aceite de San Charbel se conoce en todo el mundo por sus propiedades para sanar problemas físicos o espirituales. “Este aceite bendito se obtuvo al mezclar aceite de olivo con el líquido que segregaba el cuerpo difunto de san Charbel, mismo que fue exhumado nueve veces, en las que se descubrió incorrupto y segregando dicho líquido”, explica el rector Rogelio Peralta.
El cuerpo de San Charbel transpiró más agua de la que una persona puede contener. Según el rector del monasterio, este líquido ayudó a numerosos enfermos que acudían al lugar. Al observar los resultados, mezclaron la milagrosa sustancia con aceite de oliva, creando una cadena de mezclas que ha permitido su distribución a muchas partes del mundo.