OPINIÓN I ¿El Poder Judicial Federal es la cuna de todos los males?

Los diversos sectores sociales y políticos aprovecharon una falsa acusación de corrupción y nepotismo de los jueces, sin embargo nada más lejos de la realidad, no se ve el arduo trabajo que hay detrás

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Los manifestantes marchan por el Paseo de la Reforma durante una protesta contra la controvertida reforma del poder judicial del país, que marcaría el comienzo de una nueva era de elecciones para todos los jueces, frente al edificio del Senado en la Ciudad de México, México, el 6 de septiembre de 2024.
REUTERS/Henry Romero
Los manifestantes marchan por el Paseo de la Reforma durante una protesta contra la controvertida reforma del poder judicial del país, que marcaría el comienzo de una nueva era de elecciones para todos los jueces, frente al edificio del Senado en la Ciudad de México, México, el 6 de septiembre de 2024. REUTERS/Henry Romero

Actualmente, el Poder Judicial Federal está en medio de un proceso de transformación impulsado por los poderes Ejecutivo y Legislativo federal. En esencia, pretende que todas las personas juzgadoras -gradualmente- sean electas por voto popular, la transformación orgánica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la desaparición del Consejo de la Judicatura Federal y la creación del Órgano de Administración de Justicia, así como del Tribunal de Disciplina Judicial.

Pero ¿cuáles son los motivos que impulsan la propuesta de reforma judicial? La sensación de corrupción, el nepotismo, así como la falta de confianza de la ciudadanía en la justicia.

El gran problema del Poder Judicial de la Federación ha sido que, por encerrarse en el estudio de los asuntos, intentar abatir las cargas de trabajo, continuar con la preparación académica que requiere la profesión y colaborar en la formación del estudiantado se ha alejado de las personas justiciables y, sobre todo, de su sentir. No lo conocen, no saben quiénes son sus integrantes ni qué hacen.

Sin embargo, más allá de alejarse de la sociedad por su trabajo, han permitido por décadas que en general se presente socialmente a las personas abogadas como gente corrupta, maliciosa y “chueca”. Obviamente, eso afecta a quienes juzgan.

Demonstrators march along Paseo de la Reforma Avenue during a protest against the controversial overhaul of the country's judiciary, which would usher in a new era of elections for all judges, outside the Senate building in Mexico City, Mexico September 6, 2024. REUTERS/Henry Romero
Demonstrators march along Paseo de la Reforma Avenue during a protest against the controversial overhaul of the country's judiciary, which would usher in a new era of elections for all judges, outside the Senate building in Mexico City, Mexico September 6, 2024. REUTERS/Henry Romero

En México, todas y todos hemos crecido viendo películas en donde nos muestran ideas sesgadas y normalizadas como que siempre se aceptan sobornos, se es cercano a gente de poder o delincuentes, que es práctica generalizada el nepotismo o el acoso sexual y laboral. Hemos escuchados chistes con esas mismas ideas y ¡no decimos nada!

Casi puedo asegurar que tímidamente nos reímos también o salíamos del cine divertidos o pensativos de lo “cómico” o “surrealista” de la situación de la película, pero no reflexionamos sobre qué tan grave era la situación y tristemente lo normalizamos. Peor aún, dejamos que se haga el “común denominador” en la sociedad que les desconocía.

¿Qué ha pasado? Los diversos sectores sociales y políticos aprovecharon esa normalización que se hizo de las personas juzgadoras y la avivaron “echándole leña al fuego”, ya que en los últimos años se aumentó el discurso no solo desde medios de comunicación dirigidos a entretener, sino desde plataformas digitales, sociales e incluso en la narrativa oficial.

Ahora no solo son un chiste más en la sociedad, sino que diaria y masivamente se ha construido la idea distorsionada de que las y los jueces federales forman parte de la corrupción como como generadores de los malestares sociales relacionados con la justicia, sin verificar si es real.

Ciudad de Mexico Septiembre 6, 2024. REUTERS/Henry Romero
Ciudad de Mexico Septiembre 6, 2024. REUTERS/Henry Romero

Más allá de indagar si esta retórica tiene tintes políticos o es un pretexto para disfrazar la falta de resultados en abatir la delincuencia, los ambientes sanos que evitan -en la medida de lo posible- conflictos entre personas que escalan a la justicia federal o la falta de atención a las políticas públicas, creo que como sociedad hemos permitido normalizar la figura de la abogacía y de las personas juzgadoras con tintes negativos.

No nos hemos cuestionado si esto que vemos es real o ¿a qué se dedica una persona juzgadora? ¿Qué hace, es corrupta o no y por qué? Tomamos como válido lo que se dice, ya sea por alguien que entretiene, por un líder moral, espiritual o político, sin detenernos a investigar o preguntar.

Antes, como sociedad mexicana o extranjera, no cuestionábamos el papel de la mujer y considerábamos que debía estar en su casa cuidando de la familia porque era la idea que comúnmente teníamos. Con los años, los movimientos feministas han ayudado a romper con esos estereotipos y poco a poco se ha demostrado que la normalización de la figura de la mujer fue incorrecta.

En paralelo pregunto: ¿Qué no deberíamos comenzar a dejar de creer que quienes juzgan son por ese simple hecho el motivo de la corrupción?

REUTERS/Henry Romero
REUTERS/Henry Romero

Como sociedad, este momento es importante para informarnos y decidir si realmente lo que nos dicen las redes sociales y los medios de comunicación masiva particulares y oficiales concuerda con la realidad, o si “tenemos otros datos” o son “fake news”. Por qué no preguntar al otro lado del espejo, ver cifras o datos duro, o al menos escuchar lo que tiene que decir la contraparte de esta narrativa.

La invitación es solo para cuestionarnos como sociedad. No planteo negar o desmentir lo que se dice, solo propongo que como ciudadanía nos corresponde investigar, preguntar y decidir qué es lo mejor para el país, empezando por decidir si es cierta la figura que se ha dibujado de ministros, ministras, magistradas, magistrados, jueces y juezas. ¿Trabajan para la sociedad o no, para quién, por qué o en dónde está la corrupción, el nepotismo y la desconfianza; es el Poder Judicial Federal la cuna de todos los males?

Son preguntas simples con las cuales podemos comenzar, no porque no los dice alguien en quien confiamos, sino porque lo hemos constatado con cifras, datos e información que como ciudadanía y, en estos tiempos digitales, está a nuestro alcance.

También creo que es el punto de inflexión para decidir si estamos dando por válidas las afirmaciones de ciertos sectores de la sociedad sólo porque sí, o bien, por tener datos sólidos y certeza al respecto. Sea cual sea el resultado de nuestras respuestas debemos estar seguros de que una postura radical, un ambiente polarizado y, sobre todo, una censura a quienes emitimos nuestra opinión no abona para que como sociedad construyamos puentes de comunicación.

REUTERS/Henry Romero
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A la par, es momento de que las personas juzgadoras reconozcan la necesidad de estar más cerca de las justiciables y de la sociedad para dar su versión y romper con el estereotipo negativo que se ha creado de su figura. ¡La judicatura no puede permitir que por diversión, expresión o tintes políticos la conviertan en la cuna de todos los males! ¡La sociedad no puede permitir estar desinformada y avalar cambios en la nación sin saber cuáles serán las verdaderas consecuencias!

* Alfonso Ortiz López, Magistrado de Circuito del Segundo Tribunal en materia Administrativa del Séptimo Circuito en Boca del Río, Veracruz

Las expresiones emitidas en esta columna son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente coinciden con la línea editorial de Infobae, respetando la libertad de expresión y postura experta.

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