La supuesta traición de Amado Carrillo Fuentes que culminó con la primera detención de “El Chapo” Guzmán

El 24 de mayo de 1993 una ráfaga de detonaciones de arma de fuego generó pánico y caos en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Miguel y Hidalgo y Costilla de la ciudad de Guadalajara, Jalisco.

Un ataque directo con más de 30 casquillos esparcidos por el asfalto del estacionamiento provocaron la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, suceso que se consolidó como uno de los episodios más atroces de la historia del narcotráfico en México.

No obstante y pese a las múltiples versiones que surgieron para esclarecer el crimen, el asesinato del sacerdote fue un parteaguas para que Joaquín Guzmán Loera -mejor conocido como El Chapo- entrara al radar de autoridades mexicanas aunque en aquella época apenas se desempeñaba como un pistolero del Cártel de Guadalajara.

Tras la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, algunos cabecillas de la organización criminal intentaron sostener los negocios que el también llamado Jefe de Jefes había instaurado gracias a la minuciosa red de corrupción que tejió a finales de la década de los 70′s e inicios de los 80′s.

Uno de ellos fue Amado Carrillo Fuentes, sobrino del cofundador de la organización criminal Ernesto Fonseca Carrillo -Don Neto-, quien tras salir de prisión se alió con incipientes cabecillas como Joaquín “El Chapo” Guzmán, Héctor “El Güero” Palma y los hermanos Beltrán Leyva, según constatan investigaciones de la periodista Anabel Hernández plasmadas en su libro Los Señores del Narco.

Fue así como El Señor de los Cielos y sus aliados comenzaron a disputarse la plaza de Guadalajara con sus antiguos socios los hermanos Arellano Félix y, aunque de 1990 a 1993 El Chapo gozó de la misma protección que autoridades mexicanas le proporcionaban a Amado Carrillo Fuentes a cambio de sobornos, Joaquín Guzmán Loera comenzó a generarle problemas a la organización criminal por lo que el sobrino de Don Neto tuvo que tomar una importante decisión.

En 1993 El Chapo trabajaba para Amado Carrillo en la Plaza de Guadalajara y solía disfrutar del alcohol, las drogas el escándalo y la violencia incluso, de acuerdo con la periodista Anabel Hernández, el joven capo solía ocupar pisos enteros de hoteles de lujo llamando mucho la atención.

La inexperiencia de Joaquín Guzmán Loera así como su afición por los lujos y las fiestas comenzaron a generarle problemas a la organización criminal que Amado Carrillo Fuentes intentaba sostener, no obstante, fue precisamente el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo lo que terminó por ser la gota que derramó el vaso.

El Señor de los Cielos había investigado a detalle con sus fuentes en el gobierno a los involucrados en el polémico crimen y, de acuerdo con Anabel Hernández, el capo sabía que ni Joaquín Guzmán Loera ni los hermanos Arellano Félix habían participado, no obstante, Amado Carrillo Fuentes vio en dicha circunstancia la oportunidad perfecta para deshacerse de El Chapo.

“Amado lo entregó a la PGR no porque pensara que estaba involucrado en el homicidio del cardenal Posadas Ocampo, sino porque era ese momento o nunca”, se lee en el libro Los Señores del Narco de la periodista de investigación.

Fue así como el 9 de junio de 1993 Joaquín Guzmán Loera fue capturado en la frontera de Guatemala con México. El Chapo fue entregado por autoridades del país centroamericano a la Procuraduría General de la República (PGR) luego de que supuestamente Amado Carrillo Fuentes proporcionara información para su aprehensión.

Joaquín “El Chapo” Guzmán fue trasladado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No. 1 en Almoloya de Juárez en donde permaneció encarcelado hasta noviembre de 1995 cuando fue trasladado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco de donde se fugaría por primera vez en 2001.