
Una perra de cuatro años llamada Ventana falleció el pasado viernes 7 de marzo mientras participaba en el Iditarod, la icónica carrera de trineos de larga distancia celebrada en Alaska.
El incidente ocurrió a unos 13 kilómetros de un punto de control en la ciudad de Galena, al oeste del estado, alrededor del mediodía, hora local, según informó el medio The Washington Post.
A pesar de los esfuerzos por reanimarla, la perra no sobrevivió. Su cuerpo fue trasladado a Anchorage para realizar una necropsia que determine la causa exacta de su muerte.
El musher de Ventana, Daniel Klein, fue descalificado de la competencia tras el incidente, en cumplimiento con las reglas del evento. Este trágico suceso marca la primera muerte de un perro en la edición de este año, que comenzó oficialmente el lunes. Sin embargo, no es un hecho aislado en la historia de la carrera.
Según el medio, un perro ha muerto en 37 de las 53 ediciones del Iditarod, lo que ha generado críticas recurrentes hacia el evento.
Un historial de muertes

Desde su primera edición en 1973, el Iditarod ha registrado al menos 118 muertes de perros, de acuerdo con la organización de derechos animales Humane Mushing.
Sin embargo, PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) sostiene que la cifra supera los 150. Las causas de muerte han sido diversas, incluyendo asfixia, ataques cardíacos, congelamiento y neumonía por aspiración, entre otras.
El año pasado, la carrera enfrentó un escrutinio renovado tras la muerte de tres perros durante el evento y cinco más durante los entrenamientos previos. Este tipo de incidentes ha llevado a organizaciones defensoras de los derechos de los animales a exigir la cancelación definitiva de la competencia.
El Iditarod es una prueba de resistencia extrema que abarca mil 814 kilómetros, durante los cuales los equipos de perros arrastran trineos que pueden pesar hasta 181 kilogramos, incluyendo al musher. Este año, 33 mushers participaron en la carrera, igualando el número más bajo de competidores en la historia del evento, según The Washington Post.
Las condiciones de la carrera tienen un impacto significativo en la salud de los perros. Estudios clínicos han demostrado que la mayoría de los perros desarrollan diarrea debido al estrés del recorrido, mientras que otros sufren lesiones internas, como úlceras gástricas o hemorragias estomacales.
Una investigación publicada en 2008 retomada por PETA, que analizó los registros médicos de perros fallecidos en el Iditarod durante 15 años, identificó como causas comunes de muerte la aspiración gástrica, hemorragias agudas y una condición conocida como miopatía de perros de trineo, que implica un colapso físico extremo.
Además, los perros pierden aproximadamente el 9% de su peso corporal en una semana de carrera, a pesar de su tamaño relativamente pequeño, que oscila entre los 22 y 27 kilogramos.
Según PETA Latino, más del 80% de los perros que completan la carrera sufren daños pulmonares persistentes, y muchos desarrollan disfunciones respiratorias similares al “asma del esquí”, una condición causada por el ejercicio intenso en climas fríos.
Otros incidentes recientes en la carrera

El caso de Ventana no fue el único incidente relacionado con la salud de los perros en esta edición del Iditarod. Según The Washington Post, la musher Brenda Mackey abandonó la carrera el miércoles después de que uno de sus perros, llamado Jett, colapsara.
Mackey decidió regresar a un punto de control para buscar atención veterinaria inmediata. Posteriormente, los organizadores informaron que Jett se encontraba en buen estado.
Las críticas hacia el Iditarod no se limitan a las condiciones de la carrera. Según PETA Latino, muchos perros criados para este tipo de competencias enfrentan situaciones de negligencia y sufrimiento incluso fuera del evento.
Algunos son sacrificados si no cumplen con los estándares de velocidad, resistencia o apariencia física, como tener almohadillas de las patas de un color específico.
Además, los perros suelen pasar la mayor parte de sus vidas encadenados al aire libre, expuestos a temperaturas extremas, con refugios precarios como barriles de plástico o cajas deterioradas. En algunos casos, se han reportado muertes por congelamiento o por la ingesta de objetos como piedras, posiblemente debido a la frustración de estar encadenados durante largos períodos.
Otro aspecto controvertido es la práctica de “alquilar” perros entre mushers, lo que implica que algunos competidores no conocen bien a los animales que están utilizando, dificultando la detección de problemas de salud que podrían poner en peligro sus vidas.
Según PETA Latino, al menos dos de los perros que murieron en la edición de 2024 pertenecían a mushers distintos de quienes los hicieron correr.
El Iditarod es una tradición profundamente arraigada en la historia de Alaska, pero su legado está cada vez más cuestionado por las preocupaciones éticas y de bienestar animal. Mientras los organizadores no han emitido comentarios sobre la muerte de Ventana, el debate sobre el futuro de la carrera sigue abierto, con voces que exigen su fin y otras que defienden su valor cultural e histórico.
La edición de este año continúa, pero los incidentes recientes han puesto nuevamente en el centro de atención las condiciones extremas que enfrentan los perros de trineo y las consecuencias de una competencia que, para muchos, representa más sufrimiento que gloria.
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