Se puso a mirar una ardilla y entendió cómo hicieron los humanos para acelerar su progreso

El economista israelí-estadounidense Oded Galor es autor de “El Viaje de la Humanidad”, un libro que indaga en el origen de las desigualdades y en el avance de la actividad económica de los últimos 250 años.

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Oded Galor es profesor de la Universidad de Brown, en Estados Unidos.
Oded Galor es profesor de la Universidad de Brown, en Estados Unidos.

Hay libros cuya lectura nos permite entender mejor el mundo. Dos ejemplos modernos vienen a la mente. Uno es Armas, Gérmenes y Acero, de Jared Diamond. El otro es En Defensa de la Ilustración, de Steven Pinker. Se trata de dos obras monumentales por su alcance y trascendencia, destinadas a transformarse en clásicos porque reflexionan sobre la historia del progreso de la humanidad. Lo curioso de estas dos citas es la profesión original de sus autores. Diamond es ornitólogo y Pinker, psicólogo.

Estos libros tienen entonces algo en común: pese a analizar las causas del progreso económico, no están escritos por un economista. No es poca cosa. Se acostumbra a escuchar y leer economistas opinando de casi todo, pero sus medios de comunicación con el gran público tienden a centrarse en la coyuntura diaria o en artículos académicos, y bastante menos por la vía de la divulgación de libros sistematizados. Pese a autodeclarse la reina de las ciencias sociales, en buena medida por la calidad de sus métodos teóricos y cuantitativos, los economistas no han sido protagonistas en las últimas décadas de obras multidisciplinarias demasiado ambiciosas, que condensen las causas fundamentales del progreso humano de una manera clara, organizada y coherente.

Esto es hasta la llegada de Oded Galor y su colosal obra El Viaje de la Humanidad. Aún cuando su fama no ha despegado del todo aún, el economista israelí, profesor de Brown University en Estados Unidos, ha escrito un libro cuya excelencia lo amerita como el Diamond, o el Pinker, de la economía. Con El Viaje de la Humanidad Galor crea la sensación de haber dedicado su vida profesional a construir este libro capítulo a capítulo, investigando de manera organizada los fenómenos de la historia del progreso económico humano, a la búsqueda de las respuestas fundamentales a los interrogantes más importantes.

Si bien algunos economistas ya lo han hecho analizando cuestiones algo más puntuales, Galor es de los mejores a la hora de presentar con simplicidad las herramientas más sofisticadas de la profesión para profundizar el análisis histórico de la economía humana. ¿Por qué la humanidad se mantuvo prácticamente estancada durante miles de años casi hasta finales del siglo XVIII? ¿Qué fue lo que encendió la mecha de la revolución industrial? ¿Por qué pese al progreso perduran diferencias notables de desarrollo entre países y regiones?

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Galor trabaja con maestría las herramientas científicas desde su profesión de economista, la más decisiva de las cuales acaso sea la perspectiva interdisciplinaria. En lugar de forzar los argumentos para que encajen en el esquema conceptual de la economía tradicional, Galor expande el análisis económico incorporando nociones cruciales de la geografía, la sociología, la antropología, y la genética, entre otras. Semejante abanico intelectual requiere, desde luego, concertar ideas y amalgamarlas con eficacia, y el autor logra este objetivo con creces.

La otra herramienta es más específica a los economistas, y consta de los métodos cuantitativos aplicados por la profesión a las ciencias sociales, que han permitido enormes avances en la comprensión (y sobre todo la refutación) de las distintas hipótesis sobre diferentes hechos históricos. Galor aplica y explica con naturalidad estas modernas técnicas para identificar causalidades, y testifica con fundamento sobre hipótesis fallidas, al tiempo que propone y evalúa con rigor perspectivas complemente originales. Y por supuesto, Galor fundamenta su análisis en datos duros y robustos.

El Viaje de la Humanidad, al igual que las obras de Diamond y Pinker, busca explicaciones últimas. Galor comienza con una inspiración proustiana, observando una ardilla desde su ventana. Se pregunta por qué si tanto ella como nuestros antepasados se dedicaban a lo mismo (buscar comida, huir de los depredadores, tener descendencia), fuimos los homo sapiens quienes finalmente terminamos progresando de manera fulminante. La siguiente conexión es que este progreso no fue uniforme, sino que se concentró fundamentalmente en los últimos doscientos cincuenta años, un pestañeo en la historia humana. Se trata de entender por qué pasamos tanto tiempo sin prosperar, y de capturar los elementos que definieron aquella ignición que fue la Revolución Industrial. Nuestro Proust economista ataca además un interrogante más moderno, tratando de entender por qué este progreso ha sido tan dispar, dando lugar a desigualdades persistentes.

Dije que pocos economistas tenían el estilo de Galor. Otro caso en cuestión es Por qué fracasan los países, el famosos libro de Daron Acemoglu y James Robinson que bucea en los determinantes últimos del desarrollo de las naciones. Pero Galor no ha dejado nada sin revisar, como atestiguan sus casi cuatrocientas referencias bibliográficas. El Viaje de la Humanidad considera la hipótesis de Acemoglu y Robinson, que favorece una justificación del desarrollo (o subdesarrollo) en función del tipo de instituciones adoptadas por cada geografía, plantea con cortesía sus insuficiencias, y llena los baches correspondientes.

Uno de los libros que el autor de esta nota recomienda para entender el mundo.
Uno de los libros que el autor de esta nota recomienda para entender el mundo.

Pese a las complejidades del viaje humano, Galor es perfectamente capaz de diseccionar causas relevantes y establecer sus causalidades y relaciones principales. Si bien las explicaciones monocausales o unívocas son descartadas desde el inicio, uno de sus caballitos de batalla para capturar la esencia de la revolución industrial es el rol del capital humano, concepto definido por los factores que afectan la productividad del trabajador, como la educación, la formación y las aptitudes, junto con la salud y la longevidad. Galor ilustra con claridad mediante este concepto las diferencias entre el mundo preindustrial y el posindustrial, comparando un hogar que es capaz de educar a sus hijos y otro que no, dando lugar a trayectorias familiares completamente diferentes. Galor reconoce que el capital humano es un factor relevante, pero no es el único. Su impacto se apoya en una población creciente y más diversa (fundamentalmente, con mayor participación femenina), donde los proyectos tecnológicos se empiezan a convertir en realidad, y que llevan a un punto crítico que finalmente da lugar a la explosión del progreso.

Ilustremos con un ejemplo el estilo analítico del libro. Una de las claves del despegue industrial fue un cambio de mentalidad en la gente, que por una serie de razones comenzó a “pensar en el futuro”. Pero esta no es una tendencia del todo natural en el ser humano, que según investigaciones reporta cierta aversión a las pérdidas. Ahora supongamos dos sociedades que viven en ambientes geográficos separados. En uno de ellos, Uniformia, el clima tiende a ser estable; mientras que en el otro, Volatilia, el clima es mucho más variable. Ambas sociedades tienen un grupo importante de aversos al riesgo, y un grupo algo más pequeño de “emprendedores”, más arriesgados. En Uniformia no pasará demasiado; ambos subgrupos sobrevivirán, y los emprendedores no serán suficientes para hacer la diferencia. Pero en Volatilia las cosas serán distintas: una porción de los que no arriesgan desaparecerán, y si bien algunos arriesgados también fallarán, a otros les irá mejor. Los emprendedores que sobrevivieron a la volatilidad del clima empezarán a tener una mayor participación en la sociedad, compartiendo sus nuevos proyectos y tecnologías con el resto, y encendiendo así la llama del progreso. El argumento parece fantástico (en ambos sentidos), pero Galor tiene evidencia a su favor: las poblaciones que viven en entornos climáticos más volátiles exhiben, según las medidas de personalidad, una menor aversión al riesgo.

El siguiente paso es establecer la causalidad de esta relación. Quizás esta asociación entre la volatilidad climática y la aversión a las pérdidas es consecuencia de que los individuos y las sociedades más temerosas son más propensas a establecerse en entornos menos volátiles. Y he aquí la llave para desentrañar la causa original: un análisis empírico basado en encuestas a hijos de emigrantes nacidos en Europa y Estados Unidos revela que su grado de aversión a las pérdidas se correlaciona con las condiciones climáticas de los países de origen de sus padres, no con las suyas propias. El efecto de la volatilidad del clima sobre la aversión a la pérdida no es directo, sino que se incorpora culturalmente y se transmite entre generaciones a través de rasgos moldeados durante siglos de adaptación.

Este es el tipo de estrategia de investigación que se extiende a lo largo de toda la obra. Se trata de un estilo que, más que reflejar la excelencia en el uso de las matemáticas o la econometría, exige una fuerte dosis de creatividad para encontrar aquellos experimentos naturales de la historia que permitan evaluar una hipótesis con el respaldo de la lógica y de los datos. Esta es una verdadera revolución en el análisis económico, y el pasaporte para que haya más Diamonds o Pinkers con formación en economía.

La frutilla del postre del ingenio de Galor es su explicación de las desigualdades actuales en materia de desarrollo. El autor intenta, una vez más, desterrar las explicaciones circunstanciales y embarcarse en la búsqueda de las causas últimas de estas diferencias. Su aporte específico es a la vez novedoso y controversial: una de las razones está en la diversidad social de las poblaciones. Galor sostiene que la diversidad social puede engendrar fuerzas opuestas, conflictivas para el desarrollo. Por un lado, puede estimular la polinización cultural, la creatividad y las nuevas ideas, fomentando el progreso tecnológico. Por el otro, la diversidad puede disminuir los niveles de confianza y provocar conflictos, reduciendo la capacidad de cohesión de la sociedad para proveer bienes públicos vitales como la salud o la educación.

Steven Pinker, autor de "En Defensa de la Ilustración", es un psicólogo que investiga desde el enfoque cognitivo.
Steven Pinker, autor de "En Defensa de la Ilustración", es un psicólogo que investiga desde el enfoque cognitivo.

Galor rastrea la diversidad humana desde el propio origen del homo sapiens, para determinar las diferencias culturales, lingüísticas, conductuales y físicas en las sociedades modernas, y las conecta con su grado de desarrollo presente. ¿Qué encontró el autor? Dejamos al lector que lo descubra por sí mismo a lo largo de las páginas de esta magnífica obra. La hipótesis de la diversidad social tiene además la ventaja de entregar recomendaciones concretas para establecer condiciones generales para el desarrollo de los países.

A diferencia de aquella ardilla, la especie humana ha logrado establecer hipótesis plausibles que permiten explicar el inmenso progreso durante los últimos dos siglos y medio, y también definir algunos lineamientos para superar los obstáculos que impiden que el crecimiento sea compartido. El Viaje de la Humanidad es una referencia informada y rigurosa, y debería formar parte de toda biblioteca destinada a comprender cómo nació nuestra capacidad de progreso, y cómo hacer para que las sociedades relativamente atrasadas aprovechen estas fuentes de la prosperidad.

“El Viaje de la Humanidad” (fragmento)

Imagine que unos cuantos residentes en la Jerusalén de los tiempos de Jesús, hace 2.000 años, entrasen en una máquina del tiempo y viajasen a la época en que la ciudad estaba gobernada por los otomanos, en 1800. Es más que probable que se quedasen impresionados por el notable crecimiento de la población y la adopción de ciertos inventos, como la pólvora o el reloj de péndulo. Aun así, aunque la Jerusalén del siglo XIX fuera bastante diferente a su predecesora romana, nuestros viajeros del tiempo podrían integrarse con relativa facilidad en su nuevo entorno. Es cierto que tendrían que adaptar su comportamiento a las nuevas costumbres culturales, pero podrían continuar con los mismos oficios que habían practicado a finales del siglo I, ya que el conocimiento y las habilidades adquiridas en la antigua Jerusalén estarían aún vigentes a comienzos del siglo XIX. Seguirían siendo vulnerables a los mismos peligros, enfermedades y desastres naturales con los que lidiaban en tiempos de Jesús, y sus expectativas de vida apenas se habrían visto alteradas.

Imagine, sin embargo, la experiencia de nuestros viajeros si la máquina del tiempo se los hubiese llevado de nuevo, pero esta vez doscientos años más adelante, a la Jerusalén de principios del siglo XX. Se habrían quedado completamente estupefactos. Sus habilidades se habrían quedado obsoletas, la educación sería un prerrequisito para conseguir la mayoría de los empleos, y esas tecnologías que a sus ojos equivaldrían poco menos que a magia se habrían convertido en necesidades cotidianas. Más aún: dado que muchas enfermedades fatales en el pasado se habrían erradicado, su esperanza de vida se hubiera doblado al instante, lo cual habría requerido de una mentalidad y un enfoque vital a largo plazo completamente diferentes.

(…)

En 1798, el académico británico Thomas Malthus aportó una teoría plausible sobre el mecanismo que había mantenido a las sociedades en la pobreza desde tiempos inmemoriales. Su tesis sugirió que, cada vez que las sociedades habían experimentado un excedente de alimentos como resultado de las innovaciones tecnológicas, sus habitantes habían disfrutado de una mejora en la calidad de vida, un aumento de las tasas de natalidad y una reducción de los índices de mortalidad. Sin embargo, solo era cuestión de tiempo que el crecimiento demográfico resultante agotase el superávit futuro, y que las condiciones de vida regresasen a niveles de subsistencia, lo que dejaría a las sociedades tan pobres como lo eran antes de la llegada de la tecnología.

De hecho, durante el periodo llamado «época malthusiana» —en realidad, toda la historia de la humanidad hasta el espectacular salto adelante—, los frutos del progreso tecnológico y la expansión de los recursos hicieron que las sociedades fueran más grandes y densas, pero no mejoraron su prosperidad a largo plazo. La población creció, mientras que las condiciones de vida se estancaron en niveles de subsistencia. Las diferencias entre regiones, según el grado de sofisticación de su tecnología y la productividad de la tierra, se reflejaron en las diversas densidades de población, pero los efectos que tuvieron en las condiciones de vida fueron en gran medida transitorios. Irónicamente, sin embargo, después de que Malthus completase su tesis y afirmase que esta trampa de la pobreza perduraría indefinidamente, el mecanismo que había identificado dejó de funcionar y se produjo la metamorfosis del estancamiento al crecimiento.

¿Cómo logró la especie humana salir de esta trampa de la pobreza? ¿Qué causas subyacían a esta prolongada etapa de estancamiento? ¿Podrían las fuerzas que habían determinado tanto la prolongada edad de hielo económica como nuestra salida de ella ayudarnos a comprender por qué las condiciones de vida actuales son tan desiguales en todo el mundo?

Con la convicción, y la evidencia, de que para entender las causas de esta enorme desigualdad en la riqueza de las naciones es preciso identificar las principales fuerzas que se encuentran tras el proceso de desarrollo como un todo, he elaborado una teoría unificada que abarca el viaje de la humanidad en su totalidad. Al arrojar luz sobre las fuerzas que determinaron la transición de la humanidad desde una época de estancamiento hasta una de crecimiento sostenido en la calidad de vida, salen a la luz las huellas del pasado remoto que marcó el destino de las naciones.

Quién es Oded Galor

♦ Nació en 1953. Es un economista de nacionalidad israelí y estadounidense.

♦ Es profesor en la Universidad de Brown.

♦ Entre los puntos más importantes de sus investigaciones se cuentan el estudio de cómo se pasó del estancamiento al progreso y cómo surgieron las desigualdades en el mundo.

♦ Es autor de El Viaje de la Humanidad.

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