Mató a su amiga y a su madre por dinero y asesinó a un desconocido para evitar sospechas: los crímenes de una “señora muy normal”

Parecía una amiga incondicional y una hija dedicada. Pero una sucesión de muertes violentas y escenas cuidadosamente armadas terminó por revelar el costado más siniestro de Pamela Hupp

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Pamela Hupp cultivó durante años
Pamela Hupp cultivó durante años la imagen de mujer solidaria e irreprochable en su comunidad de Missouri

A nadie en la pequeña ciudad de Troy, Missouri, se le hubiera ocurrido nunca que la buena de Pam Hupp podía ser una asesina fría y despiadada. Al contrario, se la veía casi como una santa, siempre dispuesta a dejar de lado cualquier cosa que estuviera haciendo para ayudar a los demás. Si se hubiese hecho una encuesta vecinal para elegir una palabra que la definiera, “solidaria” habría ganado de manera abrumadora.

Casada, madre de dos hijos, trabajadora, empeñosa, Pam destilaba bondad. Su único hobby conocido, al que dedicaba el poco tiempo libre de que disponía, era leer novelas policiales, y tampoco se perdía un capítulo de Dateline, el programa televisivo de la cadena NBC que investiga crímenes reales. Frente a la pantalla, cuando un criminal quedaba desenmascarado, solía decir siempre la misma frase: “¿Por qué se incriminan de esa forma? ¿Los asesinos no entienden que no deben llevarse un ‘trofeo’ después de matar?”.

Era una frase casi de sentido común, que cualquiera podía decir. Nadie imaginaba que, al pronunciarla, Pam se creía superior a esos delincuentes porque estaba convencida de que ella podía matar sin ser descubierta. No una sino tres veces: primero a su mejor amiga, después a su propia madre y por último a un perfecto desconocido. Los dos primeros crímenes los cometió por dinero, el tercero para desviar una investigación que podía comprometerla.

Una señora muy normal

Pam Hupp empezó a matar cuando ya tenía 53 años y, a diferencia de la mayoría de los asesinos en serie, nada de su vida anterior daba indicios de que podía convertirse en una criminal: había tenido una infancia tranquila, jamás fue víctima de un abuso y no se le conocían vínculos con gente de avería. Hasta entonces su vida había transcurrido como la de la mayoría de las mujeres estadounidenses de clase media. Nacida el 10 de octubre de 1958 en Dellwood, Missouri, Pamela Marie Neumann creció también allí, donde concurrió a la escuela secundaria Riverview Gardens. Se casó con un compañero de ese colegio, con quien tuvo a Sarah, su primera hija. El matrimonio duró solo seis años y poco después de divorciarse, conoció a Mark Hupp, un exjugador de béisbol que trabajaba como carpintero. Con él tuvo a su segundo hijo, Travis. La economía familiar no iba mal porque Pam aportaba también el fruto de su trabajo como agente de seguros.

La escena del crimen y
La escena del crimen y los indicios plantados jugaron un papel central en el desvío inicial de la investigación

Vivieron primero Naples, Florida, y, en 2001 se mudaron a O’Fallon, Missouri, donde al poco tiempo Pam consiguió empleo como administradora de la compañía State Farm. En ese trabajo conoció a Elizabeth “Betsy” Kay Meyer Faria, diez años menor que ella pero con muchas cosas en común, tantas que no tardaron en hacerse íntimas amigas y luego también en amantes, aunque de manera ocasional. Por entonces, Betsy también estaba con su segundo marido, Russell “Russ” Scott Faria, tenía dos hijas de su primer matrimonio, Leah y Mariah Day, y llevaba una vida tan normal como la de Pam hasta que todo se desmoronó en 2010, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama que pronto derivó en una metástasis.

Las dos dejaron de trabajar casi a la vez en State Farm, aunque por diferentes razones. Betsy debido a su enfermedad, Pam porque le inició un juicio a la empresa, aduciendo que su empleo le había provocado dolores de espaldas, piernas y cuello que le generaban incapacidad laboral. Quería que la indemnizaran. Con mucho tiempo libre, Pam se dedicó a ayudar a su amiga Betsy. Recorría casi diariamente los 30 kilómetros que separan a O’Fallon de Troy para acompañarla y la llevaba a las sesiones de quimioterapia. Betsy sabía que el tratamiento tenía pocas posibilidades y estaba preocupada por el futuro de sus dos hijas adolescentes. No confiaba en Russ para que administrara el dinero que cobrarían por el seguro de vida y decidió ponerlo a nombre de Pam, con la promesa de que a las chicas no les faltaría nada y que les entregaría los 150.000 dólares de la póliza más lo que rindiera ese dinero cuando llegaran a la mayoría de edad.

Pam le prometió hacerlo, pero en ese mismo momento comenzó a pensar en matar. En su caso, todo parece indicar que, así como la ocasión puede hacer al ladrón, también puede hacer a una asesina. Lo que no se entiende – y ella nunca explicó – es por qué decidió matar a Betsy si sus días ya estaban contados por el irremediable avance de la enfermedad. Quizás fue porque estaba segura de haber planificado un crimen perfecto, no como los de esos torpes asesinos que aparecían en la tele.

El asesinato de Betsy

El 27 de diciembre de 2011, cinco días después de que Betsy la nombrara beneficiaria de su seguro de vida, Pam pasó a buscarla por su casa de Troy y la llevó a su sesión de quimioterapia en el Centro Oncológico Alvin J. Siteman. Esperó a que terminara y luego insistió en llevarla a visitar a su madre. Eran las siete de la tarde cuando, según la declaración de Pam a la policía, llegaron de regreso a la casa de Betsy y ella la dejó allí para volver a O’Fallon.

A las 19.20, un mensaje de Pam entró en el teléfono de Betsy: “Llegué a casa”, decía. Un minuto después, a las 19.21, una de las hijas de Betsy llamó a su madre, pero ella no respondió el celular. Mientras tanto, Russ Faria estaba en la casa de Michael Corbin, donde había llegado a las 17 para tomar unas cervezas y ver unas películas con un grupo de amigos. Se fue a las 21 y en el camino hacia su casa se detuvo en el restaurante Arby’s para comprar comida. Eran las 21.40 cuando abrió la puerta de su casa y llamó a su mujer sin obtener respuesta.

El asesinato de Betsy Faria
El asesinato de Betsy Faria marcó el inicio de una cadena de decisiones que terminarían por exponer una trama criminal compleja

La encontró hecha casi un ovillo en el sillón del living, con un cuchillo clavado en el cuello y rodeada de sangre. Desesperado, llamó al 911 y le dijo a la operadora que su mujer se había suicidado. En ningún momento pensó que había sido víctima de un crimen y esa afirmación de suicidio le jugó muy en contra cuando debió enfrentar la acusación de asesinato. La ambulancia llegó casi enseguida y, por la temperatura del cuerpo, el médico estimó que Betsy llevaba por lo menos una hora muerta. Cuando removieron el cadáver, la policía encontró otro cuchillo debajo del almohadón del sofá. La autopsia no dejó dudas de que se trataba de un asesinato cometido con alevosía: el cuerpo tenía 55 puñaladas y dos cortes hasta el hueso en cada una de sus muñecas. Es imposible que alguien se suicide de esa manera.

Al revisar el teléfono de Betsy, los detectives descubrieron el mensaje que Pam le había enviado a las 19.20 y decidieron interrogarla. No sospechaban de ella, sino que querían reconstruir los últimos movimientos de la víctima y todo parecía indicar que Pam era la última persona que la había visto con vida. La abnegada amiga se mostró sorprendida y horrorizada cuando le dijeron que Betsy estaba muerta y, apenas repuesta de la emoción, contó paso a paso el viaje a la sesión de quimioterapia, la visita de Betsy a su madre y el viaje de regreso. Dijo que a las 19 había dejado a su amiga en la puerta de su casa, que ella había vuelto a O’Fallon sin hacer escalas y que al llegar envió el mensaje.

Betsy Faria decidió poner su
Betsy Faria decidió poner su seguro de vida a nombre de su amiga, en lugar de su marido Russ

Los policías se mostraron conformes con el relato, pero Pam tenía más cosas que decir. Les contó que Russ era un alcohólico que solía ponerse violento, y que Betsy estaba pensando en divorciarse. También declaró que al dejar a su amiga había visto a Russ dentro de un auto, acompañado por otro hombre. Como frutilla del postre, sugirió que revisaran la computadora de su amiga para ver si encontraban algo revelador. Y fue así: los peritos encontraron un documento donde Betsy decía que tenía miedo de que su marido la matara. Todo eso, más la llamada de Russ al 911 diciendo que su mujer había cometido un imposible suicidio, hizo que lo sacaran esposado de la casa, acusado de homicidio en primer grado.

Los dos juicios de Russ

En los interrogatorios, Russ contó que había estado con sus amigos viendo una película y que encontró muerta a Betsy al llegar a su casa, pero nadie le creyó. Aceptó someterse al detector de mentiras, pero su estado emocional lo hizo fallar, lo que acrecentó las sospechas sobre él. Aún así, al llegar al juicio, sus abogados estaban confiados: había cuatro personas que podían atestiguar que, a la hora de la muerte de Betsy, Russ estaba con ellos.

El proceso comenzó el 18 de noviembre de 2013. El abogado defensor Joel Schwartz desplegó toda la batería de pruebas que exoneraba a Russ: la ausencia de sangre en su ropa, los testimonios de los cuatro amigos con los que había estado, las llamadas telefónicas que lo ubicaban a 32 kilómetros de su casa al momento del crimen y la evidencia de las compras que había hecho en el restaurante al volver.

Betsy Faria junto a su
Betsy Faria junto a su marido Russ, sobre quien Pamela Hupp intentó desviar todas las sospechas

También buscó desacreditar el testimonio de Pam y dirigir las sospechas hacia ella. Sin embargo, el juez Chris Mennemeyer, les negó a los abogados de la defensa la posibilidad de presentar las pistas que apuntaban hacia Pamela Hupp, incluida la póliza de seguro de la que era beneficiaria. Tampoco aceptó una prueba decisiva: según las antenas de telefonía celular, el mensaje de las 19.20 en el que Pam anunciaba la llegada a su casa no había sido enviado desde O’Fallon sino desde un lugar mucho más cercano a la escena del crimen.

La imagen de amiga buena y solidaria cultivada a lo largo del tiempo por Pam terminó por dejarla fuera de toda sospecha. Además, en el momento de prestar testimonio, conmovió a todos porque estaba de duelo: hacía apenas unos días había perdido a su madre, Shirley, que padecía Alzheimer, al caer del balcón de su departamento. Como no tenía que ver con el caso, el tribunal no supo que por esa muerte Pam estaba a punto de cobrar una póliza de seguro por 120.000 dólares.

Pamela junto a su madre
Pamela junto a su madre Shirley Neumann

En la sala del tribunal resultó decisivo el testimonio de la hermana de la víctima, Julie Swaney, que contó que sabía que Russ, enojado por el cambio de titularidad de la póliza, casi había asfixiado a su hermana poniéndole una almohada sobre la cara al tiempo que le decía: “Así es como se siente morir”. La defensa no le preguntó si ese relato se lo había hecho la propia Betsy o lo sabía de segunda mano. De haberlo hecho, Julie habría contestado que lo sabía porque se lo había contado la buena de Pam Hupp.

El juicio duró apenas dos días y luego de una rápida deliberación, el jurado encontró a Russ Faria culpable de la muerte de su mujer. Un mes después fue sentenciado a 30 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional y enviado al correccional de Jefferson. El caso parecía cerrado y la suerte de Russ Faria irreversible.

Durante dos años, los abogados de Russ presentaron varias apelaciones, centradas todas ellas en las pruebas omitidas en el primer juicio, hasta que lograron que se abriera un segundo proceso judicial. Esta vez fueron contemplados todos los indicios, el jurado quedó convencido de la inocencia de Russ y el juez Steven Ohmer de la corte de St Louis lo declaró no culpable el 7 de noviembre de 2015 y ordenó su liberación.

Un perfecto desconocido

Cuando Russ Faria salió en libertad, la imagen de amiga abnegada que había construido cuidadosamente Pam Hupp se estaba cayendo a pedazos. Aunque las hijas de Betsy ya eran mayores de edad, se negó a darles los 150.000 dólares de la póliza e, incluso, les había ganado una batalla legal para quedarse con el dinero. Como si eso fuera poco, muchas de las pruebas que exoneraban a Russ se volvieron contra ella y empezó a ser considerada sospechosa de haber matado a Betsy.

Entonces decidió cometer un tercer crimen que disiparía esas sospechas y a la vez volvería a poner a Russ en la mira de la justicia. Para perpetrarlo, la mañana del 16 de agosto de 2016 convenció a Louis Royse Gumpenberger, un hombre que había quedado discapacitado física y mentalmente luego de un accidente de 2005, para que lo acompañara a su casa. Lo eligió al azar en la calle. Lo engañó diciendo que era una productora del programa Dateline de la NBC y que le pagaría mil dólares por actuar una llamada telefónica al 911. El hombre aceptó sin dudar.

Poco después del mediodía, fue Pam Hupp quien llamó al 911 y dijo que había un intruso en su casa. Luego de cortar la comunicación, gatilló cinco veces su arma sobre un desprevenido Gumpenberger, que murió al instante y quedó tirado en el hall de entrada. Entonces llamó por segunda vez a emergencias y pidió una ambulancia. Cuando llegó la policía, todavía estaba hablando por teléfono y en otra mano tenía un arma. Entre las ropas del muerto, los agentes encontraron 900 dólares y una nota con instrucciones que decía: “Secuestra a Hupp, toma el dinero de Russ de la cuenta bancaria de Hupp (...) Lleva de vuelta a Hupp a su casa y deshazte de ella al estilo de Russ. Asegúrate que haya un cuchillo saliendo de su cuello”. Por esa tarea, según la nota, Gumpenberger recibiría un pago de 10.000 dólares.

Pam les contó a los policías que Gumpenberger bajó armado con un cuchillo de un auto donde había otra persona en el que estaba acompañado por otra persona, la quiso obligar a subir a punta de cuchillo a su propio auto y le ordenó que “manejara hasta el banco donde tenía cuenta para recuperar el dinero de Russ”. En su declaración dijo que había reaccionado con un golpe de karate que había dejado a desarmado a su atacante y que había corrido hasta dentro de la casa, con el hombre detrás. Que había alcanzado a tomar su revólver su revólver Ruger y que le disparó en defensa propia.

Pero esta vez su historia hacía agua por todos lados. Los investigadores a cargo del caso descubrieron rápidamente que Pamela había llevado engañado a Gumpenberger hasta su casa con la excusa de la entrevista y que una vez allí le disparó a quemarropa. Después plantó el cuchillo, 900 dólares y la nota en los bolsillos del cadáver. Además, los nueve billetes de cien dólares que el muerto tenía en uno de los bolsillos tenían numeración correlativa, no solo entre sí, sino también con otros que había en la casa de Pam. Los detectives también comprobaron que el cuchillo del supuesto atacante había sido comprado en un local de la cadena Dollar Tree, a pocas cuadras del lugar, donde la mujer había hecho otras compras, entre ellas el papel de la nota con las supuestas instrucciones para matarla.

Renée Zellweger como Pam Hupp
Renée Zellweger como Pam Hupp en una escena de "The Thing About Pam" (Skip Bolen/NBC via AP)

Había más: desde una comisaría del condado de St.Charles, los detectives recibieron la copia de una denuncia que describía a una mujer muy parecida a Pam que había tratado de convencer a una persona llamada Carol Alford para que la acompañara a su casa. La estrategia era exactamente la misma: le dijo que era productora de Dateline y que le pagaría mil dólares por actuar una llamada al 911.

Una condena y dos procesos

En enero de 2017 Pamela Hupp se presentó en la corte y se declaró inocente, pero cambió de opinión cuando en marzo de ese mismo año la fiscalía anunció que pediría la sentencia de muerte por el asesinato de Gumpenberger y se declaró culpable para evitar la pena capital.

En agosto de 2019 fue condenada a cadena perpetua y enviada a la prisión de Chillicothe, donde todavía permanece. Allí espera dos nuevos juicios: uno por el asesinato de su madre, en el que es sospechosa de haberla empujado cuando estaba en el balcón, y el otro por el asesinato de su gran amiga Betsy Faria, que se desarrollará el año que viene.

En 2022 Nexflix estrenó la serie The Thing About Pam, cuya trama relata de manera mordaz el juicio en el que Russ fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Betsy pese a que todas las pruebas apuntaban contra Pamela Hupp. Los asesinatos perpetrados por Pam también merecieron un programa de Dateline y es posible que, al terminar de verlo, más de un espectador se haya preguntado, como muchas veces lo hizo ella: “¿Por qué los asesinos se incriminan de esa forma?”

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