
Una semana antes de perder la vida en un accidente automovilístico, James Dean recibió una advertencia inquietante de Alec Guinness, actor británico de renombre. Según Guinness, en una anécdota relatada en sus memorias al mostrarle su Porsche 550 Spyder recién adquirido, el actor inglés pronunció: “Si te subís a ese auto siniestro, dentro de una semana te van a encontrar muerto dentro de él”. Dean reaccionó apenas con una sonrisa, sin imaginar que ese vaticinio se materializaría de manera exacta siete días después.
El 30 de septiembre de 1955, James Dean falleció al chocar de frente su Porsche 550 Spyder plateado contra otro vehículo en un cruce de rutas. De acuerdo con la reconstrucción del siniestro, Dean decidió conducir su nuevo auto hacia una próxima competencia, acompañado-en otro auto- por un amigo y el fotógrafo Sanford Roth, quien documentó las secuelas del accidente. El choque se produjo en el cruce de las rutas estatales 46 y 41, cuando un Ford de 1949 conducido por un joven de 23 años se cruzó en su camino, sin lograr advertir la velocidad del Porsche. A pesar de un intento brusco de maniobra, los vehículos impactaron de frente.
El certificado de defunción estableció como hora oficial de la muerte del actor el momento del ingreso al hospital. El joven actor presentaba fractura de cuello, el pie derecho severamente lesionado, múltiples fracturas y hemorragias internas. A partir de las reconstrucciones de la época no es posible determinar si la muerte fue instantánea o si sobrevivió algunos minutos tras el accidente. Los acompañantes en el auto que iba detrás lograron tomar dos fotografías que, inicialmente, juraron no hacer públicas, pero que la familia del fotógrafo luego vendió a un coleccionista privado.
La justicia, de acuerdo con la información brindada por Infobae, evaluó posibles causas como sabotaje, imprudencia o incluso homicidio, pero finalmente absolvió de toda responsabilidad al conductor del Ford. Poco antes del accidente del que se cumplen 70 años y en medio del rodaje de Gigante, Dean participó en una campaña de concientización vial, donde advirtió a los jóvenes sobre los riesgos de la velocidad: “La vida que están salvando -al ser prudentes- puede ser la mía”, una frase que, modificando el guion, agregó en tono cómplice y picaresco.
En los días previos a su muerte, James Dean fue objeto de comentarios y rumores en los círculos de Hollywood por su afición desmedida a la velocidad. Cambiaba de vehículos con frecuencia y se destacaba por su participación en carreras, especialmente con motos Triumph y el nuevo Porsche.
Su ambiente laboral trató de restringir esas actividades; durante la filmación de Gigante, los estudios le prohibieron las competencias. Impaciente ante la espera de un Lotus nuevo que le entregarían semanas después, decidió adquirir el Porsche 550 Spyder, al que bautizó “Little Bastard” (“Pequeño bastardo”) por el apodo que le había asignado el presidente de Warner Brothers, Jack Warner. Además, personalizó el coche con el número 130 y lo usó para probar la velocidad en rutas secundarias.

El día del trágico accidente, Dean eligió conducir su Porsche en vez de transportarlo en un remolque para ir “ablandando” el motor. Apenas iniciado el trayecto, un agente de policía lo detuvo y multó por exceso de velocidad. Por eso decidió cambiar su trayecto y utilizar rutas menos transitadas y allí ocurrió el choque fatal.
Nacido en 1931, James Dean atravesó momentos difíciles en su infancia y juventud. Su madre falleció de cáncer cuando él tenía nueve años, y tras varios cambios de hogar, vivió una etapa en el campo con sus tíos antes de mudarse a Los Ángeles con su padre y la nueva esposa de éste. En la ciudad angelina, alternaba trabajos ocasionales, como empleado de un “valet parking”, mientras buscaba oportunidades como actor.

La carrera actoral de Dean despegó rápidamente tras una exitosa audición para la película Al Este del Edén, bajo la dirección de Elia Kazan. La interpretación convenció incluso al escritor original, John Steinbeck, quien expresó sus reservas sobre la personalidad de Dean pero admitió que nadie más podía encarnar su personaje. La película resultó en un éxito de crítica y público, y fue la única que el actor logró ver estrenada en vida.
Poco después, Dean aceptó el rol protagonista en Rebelde sin causa, dirigida por Nicholas Ray, lo que le permitió perfilarse como símbolo de una nueva juventud inconformista. El elenco de la película, en el que estaban Natalie Wood y Sal Mineo, se convirtió en centro de una narrativa trágica posteriormente reflejada en lo que algunos han denominado la “maldición de Rebelde sin causa”. Los cuatro actores principales morirían antes de los 45 años: Dean fue el primero, seguido por Nick Adams en 1968, Sal Mineo en 1976 y Natalie Wood en 1981.
El rodaje de Gigante constituyó su último trabajo fílmico. Protagonizada también por Elizabeth Taylor y Rock Hudson, la producción se caracterizó por conflictos detrás de cámaras debido al estilo improvisado de Dean y el método de actuación que empleaba. En la última escena que rodó, Dean interpretó un monólogo en estado de ebriedad real, situación que motivó al director a reemplazar su voz en la edición final -posterior a la muerte del actor- debido a la poca claridad de sus balbuceos. El filme recibiría el Oscar a mejor película, y las actuaciones de Dean en esta y en Rebelde sin causa obtuvieron nominaciones póstumas al Oscar.
Las versiones en torno a la vida sentimental son interminables. Se le atribuyeron múltiples romances con figuras como Pier Angeli, Ursula Andress, Marilyn Monroe y Judy Garland. Al mismo tiempo, circularon rumores sobre su bisexualidad y relaciones con actores como Marlon Brando o Rock Hudson, aunque distintos biógrafos y contemporáneos discreparon sobre la veracidad de esas afirmaciones. Las historias sobre su relación con Pier Angeli, en particular, ganaron notoriedad; según la hermana de la actriz, Angeli no pudo superar la ruptura con Dean y falleció tras una sobredosis años más tarde.

Se ha relatado un episodio sucedido durante la adolescencia de Dean: un abuso por parte de un pastor. El actor le habría confiado detalles de ese caso a Elizabeth Taylor durante la filmación de Gigante. En los relatos sobre su vida sexual, amigos y testigos coincidieron en describirla como intensa y voraz, caracterizada por la búsqueda constante de nuevas experiencias, tanto con hombres como con mujeres.
En el terreno de la velocidad, la obsesión de Dean por los autos y las motos se reflejó en la adquisición periódica de nuevos modelos y en su participación en competencias. Durante los meses previos a su muerte, su círculo cercano y los estudios de cine intentaron infructuosamente limitar su afición por la conducción temeraria. Poco antes del accidente mortal, había comprado un remolque para transportar su coche de carreras, pero a último momento eligió conducirlo personalmente por considerar que necesitaba habituarse al vehículo antes de participar en la pista. Esa decisión lo llevó a la muerte.

El suceso causó consternación masiva en los Estados Unidos y trascendió a nivel mundial. Al difundirse la noticia, los medios informaron sobre el accidente, la polémica en torno a la posible causa, y el destino posterior de las imágenes tomadas por el fotógrafo Sanford Roth. El auto, Little Bastard, fue asociado a teorías conspirativas y mitos en torno al final prematuro de Dean.
James Dean tenía 24 años al momento de morir el 30 de septiembre de 1955. Manejaba a toda velocidad un Porsche comprado solo una semana antes. Su vida breve resultó marcada tanto por su carrera profesional como por una personalidad descrita por allegados como intensa, desafiante y siempre al filo del abismo.
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