“¡Bienvenido al producto de tu codicia!”: una familia acosada por un vigilante, una casa “embrujada” y un caso judicial sin resolver

Derek y Mary Broaddus compraron en 2014 una imponente mansión en un exclusivo suburbio de Nueva Jersey y comenzaron a remodelarla para ir a vivir allí con sus tres hijos. Nunca llegaron a mudarse, porque comenzaron a recibir cartas intimidantes de un enigmático “vigilante”. La fracasada investigación policial, las conclusiones de un agente del FBI, los vecinos sospechosos y una venta desesperada

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Derek y Mary Braddus, una
Derek y Mary Braddus, una joven pareja de con tres hijos de 5, 8 y 10 años, podían considerarse afortunados cuando, en 2014, lograron comprar la casa de 657 Boulevard, una de las calles más cotizadas

Corría junio de 2014 cuando Derek y Mary Broaddus creyeron haber cumplido uno de sus mayores sueños, sin imaginar siquiera que se convertiría en una pesadilla. Acababan de comprar la mansión de 657 Boulevard de Westfield, en Nueva Jersey, construida a 1905, pero en perfecto estado, porque había incorporado las comodidades más modernas sin perder nada de su porte aristocrático. Con 354 metros cubiertos, tenía seis habitaciones, todas las dependencias secundarias, además de un amplio parque con mucho verde. Para conseguirla debieron desembolsar 1.350.000 dólares, sentían que el esfuerzo –gastar gran parte de sus ahorros y, claro, firmar una hipoteca– bien valía la pena, porque allí encontrarían el mejor ambiente para criar a sus tres hijos. Westfield, con sus calles amplias y sus vecinos ricos, era una de las zonas más seguras de los Estados Unidos.

Aunque la mansión estaba muy bien, los Broaddus querían darle su propia impronta y, así, antes de mudarse encararon una costosa remodelación. No repararon en gastos, porque esa casa era para ellos la encarnación del éxito que habían logrado en la vida. Para la navidad de 2014 la obra estaba casi terminaba y planeaban mudarse los primeros días de 2015.

Entonces todo cambió: la mañana del 1° de enero, al revisar el buzón, Derek encontró una carta sin remitente dirigida a “El Nuevo Propietario”. Había sido escrita en una computadora y decía: “Querido nuevos vecinos en 657 Boulevard, permítanme darles la bienvenida al vecindario. 657 Boulevard ha sido asunto de mi familia durante décadas y a medida que se acerca su cumpleaños número 110, me han puesto a cargo de observar y esperar su segunda venida. Mi abuelo vigilaba la casa en la década de 1920 y mi padre la observaba en la década de 1960. Ahora es mi momento. ¿Conocen la historia de la casa? ¿Saben lo que hay dentro de las paredes de 657 Boulevard? ¿Por qué están aquí? Lo averiguaré”.

El texto se volvía aún más inquietante en el segundo párrafo. “¿Necesitan llenar la casa con la sangre joven que solicité? Mejor para mí. ¿Tu antigua casa era demasiado pequeña para la familia en crecimiento? ¿O fue la codicia la que me trajo a tus hijos? Una vez que sepa sus nombres, los llamaré y los atraeré hacia mí”, decía. Y terminaba con una despedida que sugería todo lo contrario: “Bienvenidos mis amigos, bienvenidos. Que empiece la fiesta”. Al pie del texto se leía una firma: “The Watcher” (El Vigilante).

Derek pensó que, si se trataba de una broma, era realmente siniestra; en cambio, si era algo más que eso, su familia estaba en peligro. Sin dudarlo, llamó a la policía de Westfield, que mucho no pudo hacer. Los agentes interrogaron a los vecinos más cercanos para preguntarles, sin obtener resultados, si habían visto movimientos extraños cerca de la casa y también se pusieron en contacto con los dueños anteriores para saber si habían recibido cartas de “The Watcher”. Respondieron que no, aunque después, cuando la situación escaló, admitieron que habían recibido textos parecidos.

“Bienvenidos mis amigos, bienvenidos. Que
“Bienvenidos mis amigos, bienvenidos. Que comience la fiesta”, terminaba la carta y, debajo estaba la firma, con la misma letra manuscrita del sobre: “El Vigilante”(AP)

Las otras cartas

Porque la situación siguió escalando. Días después de la primera carta, llegó otra, ahora dirigida a “Los Braddus”, con el apellido mal escrito. Allí, “The Watcher” decía que estaba “supervisando a la familia”. El texto era claramente el de un acosador: “Todas las ventanas y puertas en 657 Boulevard me permiten observarte y rastrearte mientras te mueves por la casa. ¿Quién soy? Soy ‘El vigilante’ y he tenido el control de 657 Boulevard durante la mayor parte de las dos décadas”, decía en uno de los párrafos.

Una semana después llegó una nueva carta, donde “The Watcher” mostraba que conocía cada vez más a los miembros de la familia, a los que llamaba por sus nombres de pila. No solo a Derek y Mary, también a sus tres hijos. “Me complace saber sus nombres ahora y el nombre de la sangre joven que me han traído. Ciertamente dicen sus nombres a menudo”. Y seguía: “Paso muchas veces al día. 657 Boulevard es mi trabajo, mi vida, mi obsesión. Y ahora vos también… ¡Bienvenido al producto de tu codicia! La avaricia es lo que trajo a las últimas tres familias al 657 Boulevard y ahora te ha traído a mí”.

La policía de Wesfield asignó detectives para que se ocuparan exclusivamente del caso, pero la identidad de “The Watcher” siguió siendo un enigma. Investigaron a una vieja vecina, una anciana de 90 años, a quien los vecinos consideraban un poco desequilibrada. También sospecharon de otro hombre que vivía cerca de la mansión, Michael Langford, que negó cualquier relación con las cartas. Lo único que la policía sabía con certeza era que las tres cartas habían sido enviadas desde Newark, a 19 kilómetros de la casa de los Broaddus.

La casa señorial de 657
La casa señorial de 657 Boulevard, con cuatro baños, otros tantos dormitorios y dependencias sobre 353 metros cuadrados cubiertos y un amplio parque alrededor

El sueño frustrado

Con una investigación policial que no avanzaba, Derek y Mary decidieron no mudarse a su nueva casa, cuya remodelación ya estaba terminada. Temían por sus hijos. De alguna manera, “The Watcher” se enteró de esa decisión, porque envió un cuarto mensaje, también desde una estafeta de correos de Newark. El texto era breve, solo decía: “¿A dónde han ido? 657 Boulevard los está extrañando”.

Cansado de la inoperancia de la policía, Derek contrató a un exagente del FBI para que investigara por su cuenta. Al estudiar las cartas, el detective arriesgó que “The Watcher” podía ser una persona mayor por la forma de redactar, y que podría tratarse de un exempleado del lugar o de alguien del vecindario que quería hacer una oferta por la propiedad y quería bajarle el precio. A la última conclusión no le faltaba lógica, porque las tres primeras cartas recibidas por los Broaddus habían sido publicadas por los medios de prensa locales y en algunos artículos se mencionaba a la mansión como una “casa embrujada”.

La policía debió justificar la falta de resultados en su propia investigación para defender su imagen: “Nuestro departamento de policía realizó una investigación exhaustiva basada en las circunstancias de hecho y la evidencia disponible”, decía el comunicado de la Policía de Nueva Jersey.

El daño ya estaba hecho. Cuando los Broaddus decidieron poner en venta la casa, casi no se presentaron compradores potenciales y los pocos que hicieron ofertas pusieron sobre la mesa sumas muy inferiores a la que Derek y Mary habían pagado al comprar la mansión. Desesperados, llegaron a ofrecerle el lote a un constructor para que derribara la casa y construyera dos viviendas en el terreno, pero los vecinos se opusieron diciendo que eso destruiría la imagen del barrio y que, en realidad, las cartas eran “un engaño”. Corrían ya infinidad de teorías, incluso una que afirmaba que “The Watcher” vivía dentro de las paredes de la vivienda, donde había túneles y habitaciones secretas, y otra que sostenía que los Broaddus se habían enviado las cartas a sí mismos en un intento de recuperar las pérdidas económicas de la compra.

Dean (Cannavale) y Nora Brannock (Watts) acaban de comprar la casa de sus sueños en el idílico suburbio de Westfield, Nueva Jersey, pero después de poner todos sus ahorros para cerrar el trato, pronto se dan cuenta de que el vecindario es menos que acogedor.

El juicio, la venta, la serie

Derek y Mary hicieron una denuncia judicial contra los anteriores dueños, un matrimonio de apellido Wood, que finalmente había reconocido haber recibido una carta de “The Watcher” poco antes de mudarse. Se justificaron diciendo que no le dieron importancia y que por eso no la mencionaron al hacer la operación de venta. Los Broaddus los acusaron de haber obrado de mala fe y exigieron una indemnización pero la demanda fue desestimada. Finalmente, en 2019, Derek y Mary lograron vender la mansión de 657 Boulevard a un precio que era pura pérdida: 959.000 dólares, casi un tercio menos que la suma que desembolsaron comprarla. “No le deseamos nada más que la paz y la tranquilidad que una vez soñamos en esta casa”, le escribieron los Broaddus a los nuevos propietarios.

La historia de “The Watcher”, la familia Broaddus y la mansión de 657 Boulevard ya era un tema de interés nacional, al que incluso The New York Times le había dedicado una amplia cobertura. En octubre de 2021, Netflix estrenó una serie que cuenta las peripecias de la familia, aunque cambiando la identidad de los personajes y algunas partes de la trama real. En ese momento, hubo periodistas que se pusieron en contacto con los nuevos dueños de la casa – que ya llevaban dos años viviendo allí – para preguntar si habían recibido alguna carta de “The Watcher”. La respuesta fue un contundente monosílabo: “No”.

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