Cuando ha dejado de crecer con su coach ejecutivo

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Si usted está trabajando con un coach, aquí le explicamos cómo reconocer la diferencia entre una meseta que señala crecimiento y una que indica desalineación, y cómo decidir, con intención, si quedarse o seguir adelante.

RECONOZCA LA MESETA.

Su relación de coaching no es solo un espacio para alcanzar objetivos u obtener retroalimentación. Es un laboratorio estructurado y profesional donde puede aprender y practicar nuevos comportamientos. Su coach le ofrece un espacio controlado y libre de juicios en el que puede reflexionar y experimentar.

Y, sin embargo, a veces esos experimentos no producen el resultado deseado. Pueden sentirse repetitivos o puede estancarse. Las mesetas pueden resultar frustrantes. El progreso se siente más lento y menos emocionante. Puede sorprenderse preguntándose si el coaching realmente está funcionando. Este punto suele llegar después del primer gran logro: el ascenso, el cambio radical, la relación reparada. El cambio externo ya ocurrió. Lo que queda es el cambio interno.

DISTINGA EL CRECIMIENTO DE LA DESALINEACIÓN.

Un error común que cometen los líderes es interpretar la resistencia como fracaso o inadaptación. En el trabajo de desarrollo de liderazgo, la resistencia es sabiduría. Es la forma que tiene la psique de proteger lo que aún no está listo para ser liberado. Un coach hábil ayuda al cliente a explorar lo que la resistencia intenta decir, en lugar de avanzar demasiado rápido o confundir la resistencia con renuncia.

Dicho esto, la desalineación real sí ocurre. Puede que usted necesite algo distinto a un coach; por ejemplo, un estratega o consultor que pueda darle respuestas concretas, o alguien como un asesor o mentor que haya recorrido el camino específico de su industria. Lo importante es discernir si la tensión le está señalando hacia adentro (hacia un trabajo más profundo) o hacia afuera (hacia un mejor ajuste).

HABLE SOBRE LA INCOMODIDAD.

Una vez que haya reconocido una meseta, exprese lo que sucede y hable de ello abiertamente con su coach. Dar retroalimentación es una habilidad central de liderazgo. La conversación en sí misma es formativa porque modela valentía, transparencia y responsabilidad.

Pruebe este inicio de diálogo en 3 pasos con su coach:

-- "He notado…" (Ofrezca una observación).

-- "Lo que necesito es…" (Plantee una necesidad clara).

-- "¿Podemos intentar…?" (Proponga un experimento o una conversación).

DECIDA CON INTENCIÓN.

Cuando el coaching cumple su ciclo natural, por lo general es claro tanto para el coach como para el cliente. Como coach, sé que es momento de terminar una relación cuando:

-- El aprendizaje del cliente está claramente integrado y desea espacio para practicar por su cuenta.

-- Se ha vuelto dependiente de la relación de coaching. Las relaciones de coaching más saludables crean una autonomía creciente con el tiempo, de modo que el coach se convierte más en un guía de confianza y menos en un salvavidas. Los coaches ayudan a los clientes a aprender cómo pensar, no qué pensar.

-- El trabajo ya no encaja. Terminar no significa fracasar. Es una transición, y una que merece un cierre. Es útil dedicar las últimas sesiones a revisar el recorrido de su trabajo: retomar los objetivos iniciales, recordar los puntos de inflexión clave y nombrar las cualidades que hicieron posible el crecimiento. También puede hablar con su coach sobre lo que sigue: qué condiciones sostendrán el progreso y cómo saber cuándo es el momento de buscar un nuevo apoyo.

VUELVA A COMPROMETERSE O SUELTE.

Antes de terminar una relación, aconsejo a mis clientes que reflexionen sobre tres preguntas:

1. ¿Qué parece inconcluso?

2. ¿Qué es lo que se ha completado?

3. ¿Cuál es el siguiente paso para mi liderazgo?