
En la isla de Gran Canaria la Navidad se vive de otra manera, pues el inicio de esta época lo marca uno de los eventos culturales y museísticos más impresionantes del mundo. La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cada año desde 2006, recibe a mediados del mes diciembre centenares de visitantes gracias a su maravilloso Belén de arena. Este increíble espacio se ha convertido en un referente turístico gracias a una serie de factores que lo convierten en el más famoso del planeta.
Mientras en el resto de España las Navidades se pasan con temperaturas que apenas alcanzan los 10 °C, en Gran Canaria el visitante puede disfrutar de una de las temperaturas más suaves y placenteras del invierno en nuestro país. A esto se le suma una localización inimaginable, pues el belén se ubica en la playa de Las Canteras, una de las mejores playas urbanas del mundo. “El momento en el que se hace, con el clima de Gran Canaria, es muy impactante ver en diciembre escenas navideñas en una playa y además hechas de arena”, explica Aday Rodríguez, director operativo del Belén, a Infobae España.
Este es uno de sus grandes atractivos y que lo ha consolidado como uno de los lugares más visitados durante estas fechas. “El año pasado tuvimos el récord total de visitas con 260 mil personas, de las cuales el 40 % eran turistas, tanto del resto de las islas o del resto de España, como de otros países, principalmente de la Unión Europea. Pero también del continente americano, de Rusia y de sitios que la verdad que te sorprenden, de cómo han venido muchos de ellos directamente para ver el belén y a raíz de ahí, pues se quedan la isla”, señala Rodríguez.
Pero por si algo destaca, el Belén es por su identidad propia, de hecho los vecinos de la ciudad “lo acogieron desde el principio como algo propio. El cariño de la gente, eso ha sido la fuerza que nos ha mantenido durante todo este tiempo y lo que ha hecho seguir creciendo año tras año”, detalla el director.
Uno de los mayores reclamos de la Navidad

La primera edición del Belén de Arena de Las Canteras tiene lugar en el año 2006 de la mano de Miguel Rodríguez, fundador, director artístico y padre de Aday Rodríguez, y del escultor canario Etual Ojeda. Sin embargo, su historia se remonta varias décadas antes, pues a finales de los años 80 ya se realizaban esculturas de arena en diferentes eventos. “Realmente todo empezó con Etual Ojeda, que comenzó a hacer esculturas en la playa de Las Canteras un poco como una apuesta con un amigo”, relata Aday.
Lo que quedó como una apuesta se convirtió unos 10 años después en el “primer encuentro de maestros escultores de arena. En él participaron 12 artistas de todo el mundo e hicieron cada uno una obra de más de 20 toneladas de arena”. El evento fue todo un éxito, sin embargo, el esfuerzo tanto de Miguel como de Etual, promotores del encuentro, se paralizó cuatro años después por falta de apoyo.
No sería hasta 2006, cuando el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria “se puso en contacto con nosotros para pedirnos que en Navidad les propusiéramos un proyecto para hacer algo en la playa”. En este contexto nace el Belén de arena de Las Canteras, una iniciativa que “mantenía la misma filosofía de traer a los mejores escultores del mundo para hacer un gran belén que representara varias de las escenas de la Navidad”. El éxito fue tal que el primer año recibió unos 180 mil visitantes durante el mes de diciembre.
Este logro se ha mantenido a lo largo de 20 años, llegando a su vigésima edición como uno de los mayores reclamos de la Navidad. Además, el año 2025 cobra especial importancia, pues la temática elegida y que da forma a todo el Nacimiento es la isla de Gran Canaria. El objetivo es “exportar a través de este belén, nuestra idiosincrasia propia, el talento de los artistas de aquí y las cosas que como canarios también nos hacen diferentes o que nos caracterizan más”, afirma Rodríguez.
Un proceso que lleva meses

A partir del 15 de diciembre los visitantes podrán disfrutar del Belén de arena, pero el proceso creativo para que todo salga a pedir de boca comienza unos meses antes, cuando se diseña un plan artístico en el que se deciden las escenas que lo van a componer. “Es una investigación sobre obras de referentes artísticos, de pintores, de pintoras y de diferentes índoles en los que después los escultores se van a basar para crear sus esculturas. Después, contactamos con los artistas que entendemos que por su estilo de trabajo pueden representar mejor aquello que estamos buscando. Y seguidamente se comienza el trabajo en la playa”, relata el director del Belén.
Durante tres semanas, el espacio que ocupa el Belén, que es de entre 1.500 y 2.000 metros cuadrados, se acondiciona para que los escultores puedan trabajar en un periodo de tiempo que no suele exceder los 10 días. Sin embargo, previamente se prepara la arena mediante un proceso que “consiste en hacer unos cajones de madera que se llenan con arena ya húmeda y que se pisa con una compactadora”.
Se trata de un proceso muy manual en el que la arena se distribuye en tantos niveles de altura como la escultura requiera, de hecho, la magnitud es tal que hay obras que alcanzan las 60 toneladas de arena. Por último, una vez la arena compactada es el turno de los escultores, los cuales deben modelar la figura usando tan solo agua y arena. Pero una de las preguntas más frecuentes es que como es posible que aguante una estructura de arena de decenas de toneladas en pie, al aire libre y durante tantos días.
El secreto para que se mantengan intactas es el agua. “Todos los que vienen al belén van a ver a algún compañero regando la propia arena de los alrededores que ponemos como protección o las mismas esculturas. Siempre es verdad que del primer al último día siempre hay algunas zonas que sufren erosión, sobre todo las que están más expuestas al viento. Pero es parte también del encanto”.
“En estos 20 años hemos traído gente de 17 países”

Durante las 20 ediciones del Belén de arena de Las Canteras, los escultores que han participado han viajado hasta Las Palma de Gran Canaria desde 17 países distintos. “En estos 20 años hemos traído gente de 17 países. Desde Europa, con países como Bélgica y Holanda, que es desde donde más suelen venir, hasta Rusia o Nueva Zelanda”. A esto hay que sumar una gran participación de artistas españoles, donde la presencia canaria es algo recurrente en el belén. De hecho, en este año participan dos escultores canarios y otros procedentes de Canadá o Vietnam.
Esta mezcla tan variopinta es el resultado de la búsqueda del talento y lo que pueden aportar cada año al belén. “Siempre solemos mezclar artistas que ya conocemos de su arte o de cosas que hayan hecho”. Además, algo imprescindible es que ya haya trabajado en escultura en arena, “sobre todo por las dimensiones que tienen y porque el tiempo con el que cuentan no es demasiado grande para el trabajo que tiene. Normalmente, tiene unos 10 días de trabajo, pero estamos hablando de que hay esculturas que tienen entre 40 y 60 toneladas de material para modelar”, afirma Aday Rodríguez.
Igualmente, en este año uno de los artistas que participa en el belén es Etual Ojeda, el cual es el autor de una de las obras más destacadas de la edición. “Está basada en la obra de Néstor Martín de la Torre, que es uno de los artistas canarios más universales. Representa una caravana de beduinos y camellos con un aire costumbrista y cuenta además con unas dimensiones enormes”, concluye el director.
Un gran compromiso social
Pero más allá de su nivel artístico y majestuosidad, el Belén de arena de Las Canteras también destaca por su compromiso social, de hecho, está reconocido como Bien Cultural de Paz, distinción respaldada por la Unesco y galardonado con el Premio Roque Nublo de Plata del Cabildo de Gran Canaria. Todo ello gracias a su valor comunitario, donde la accesibilidad es una de sus premisas. La visita, aparte de ser gratuita, es accesible para todo tipo de públicos y para personas con movilidad reducida gracias a sus pasarelas que recorren todo el complejo.
Pero su valor social va mucho más allá, pues desde su creación, las donaciones recibidas se destinan a causas sociales. “Esto surgió de manera espontánea el primer año, cuando la gente, en modo de agradecimiento, lanzaban monedas a una fuente que formaba parte del recinto. Con ello, decidimos que aunque era originariamente para los escultores, pero a modo de agradecimiento debíamos devolvérselo a la ciudad para la gente que lo necesitara”, destaca Aday Rodríguez.
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