
Entre las aguas turquesas del mar Tirreno, la isla de Capri se despliega como uno de los rincones más impactantes del sur de Italia. Desde los tiempos del Imperio Romano, este pequeño paraíso ha seducido tanto a viajeros anónimos como a figuras históricas por sus abruptos acantilados y espectaculares panorámicas llenas de vegetación mediterránea. Capri, con sus apenas 10 kilómetros cuadrados de superficie, fue el refugio predilecto de emperadores como Augusto y Tiberio, quienes buscaban en su tranquilidad y exuberancia un escape del bullicio de Roma.
Con su combinación de calas ocultas y pintorescos pueblos encaramados sobre el mar, la isla es un destino ineludible dentro de la oferta turística italiana. Muchos visitantes se acercan atraídos por la fama mundial de lugares como su Piazzetta, sus jardines de Augusto o los famosos Faraglioni, pero la auténtica esencia caprese sale a relucir entre sus caminos ocultos, en contacto directo con la naturaleza y la cultura local.
Pero el atractivo de Capri no es solo geográfico: sus aguas y cuevas han sido escenario de historias y mitos desde tiempos antiguos. La fascinación llega a su punto culminante con las excursiones en barco alrededor de la isla, una de las actividades más codiciadas por los turistas. Navegar cerca de sus costas rocosas permite descubrir calas remotas y, sobre todo, adentrarse en lugares cargados de magia, como la célebre Gruta Azul, uno de los espacios naturales más sorprendentes de Italia.
Entre el culto y la leyenda

No resulta extraño que capreses y forasteros hayan visto en la Gruta Azul un rincón único. De hecho, su historia se remonta a la época de los emperadores, cuando fue utilizada como refugio y como lugar de descanso privado. Según los restos localizados en su interior durante las excavaciones de 1963, la cueva funcionaba como un antiguo Ninfeo: un santuario consagrado a divinidades menores de la naturaleza, particularmente relacionadas con el agua. En el Museo della Casa Rosa, ubicado en Anacapri, se pueden observar todavía hoy los restos arqueológicos hallados en la gruta, así como esculturas que representan a Poseidón, Tritón y otros seres marinos de la mitología romana.
Pero no solo eso, pues rodeada de un halo de misticismo, la gruta ha conocido varias etapas a lo largo de la historia. Geológicamente, se trata de un sistema cárstico que conecta diferentes cavidades bajo la superficie de la isla, aunque únicamente la sección llamada Catedral Azul se encuentra abierta al público. Este espacio alcanza los 60 metros de profundidad y 25 metros de ancho, proporcionando un entorno subterráneo cómodo para la visita, insólito por sus aguas resplandecientes y la increíble gama de tonos azulados producida por la luz solar que penetra de forma indirecta.
Tras siglos de abandono y especulaciones, la cavidad cayó en el olvido y su acceso se rodeó de prohibiciones y supersticiones. Las leyendas locales incluso la consideraron un lugar maldito, custodiado por espíritus malignos capaces de arrebatar la razón a quienes osasen entrar. No fue hasta el siglo XIX cuando el poeta August Kopisch, fascinado por los relatos populares, rescató del olvido la Gruta Azul, devolviéndola a la esfera del interés internacional.
Una experiencia única adentrándose en sus entrañas

El acceso a la Gruta Azul constituye toda una aventura en sí misma: la entrada a la cueva no supera el metro de altura, por lo que es necesario acostarse en la pequeña barca que permite el acceso interior. En cuanto se atraviesa este umbral, el visitante queda envuelto por una atmósfera lumínica única, lo que ha dado origen a la expresión local de “cóctel de sensaciones difícil de olvidar”.
Al fondo, hacia la izquierda, es posible distinguir una serie de grietas en las rocas que comunican con otra cavidad secundaria, la gruta Guarracini. Mientras tanto, en el lateral sur-occidental aguarda una antigua plataforma romana desde la que se accede a la Galería de los Pilares. Este pasaje conecta a través de un corredor con la llamada Sala de los Nombres, donde pueden leerse las firmas grabadas de antiguos exploradores y visitantes que se aventuraron en el interior de la cueva a lo largo de las décadas.
Visitar la Gruta Azul: precios y alternativas
Experimentar la Gruta Azul es un plan accesible para la mayoría de turistas gracias a la amplia oferta de excursiones guiadas. Según el portal especializado visitarcapri.com, la travesía se efectúa acompañado por un marinero, en pequeñas embarcaciones para un máximo de cuatro personas. El precio estándar es de 14 euros por persona y la recogida puede hacerse en la parada situada al final de Via Pagliaro. También existe la opción de tomar una lancha motora desde el puerto de Marina Grande y realizar un trasbordo a la barca tradicional.
Quienes prefieran una visita más exclusiva pueden contratar un servicio privado, cuyo coste oscila entre 150 y 200 euros para todo el grupo. Esta alternativa resulta ideal para quienes deseen disfrutar de la experiencia a su propio ritmo o explorar con más detalle los alrededores de la cueva, siempre acompañados por guías experimentados.
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