Vilafranca del Penedès, el pueblo donde los habitantes construyen castillos humanos

Considerada la capital del vino del Penedès, la localidad alberga importantes monumentos de arquitectura modernista, que subrayan su relevancia a lo largo de la historia

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Vilafranca del Penedès pertenece a la región del Penedès, la más extensa de Cataluña. (Shutterstock)
Vilafranca del Penedès pertenece a la región del Penedès, la más extensa de Cataluña. (Shutterstock)

Si hay algo por lo que se caracteriza Vilafranca del Penedès, entre otras muchas cosas, es por ser un territorio en el que reina la viña y el vino. La provincia de Barcelona ofrece un sinfín de posibilidades, desde planes de montaña, en las zonas del Berguedà y Osona, hasta disfrutar del litoral Mediterráneo. Y, de entre sus más de 300 municipios y 12 comarcas, merece la pena descubrir este pueblo que, además de bodegas, mantiene una de las principales tradiciones de Cataluña: los castellers (o torres humanas).

En esta región de España se puede disfrutar de un extenso patrimonio histórico, de buen arte y rica cultura, así como de naturaleza y una gastronomía excelente. Prueba de ello es la comarca del Alt Penedès. En pleno corazón de esta tierra se encuentra Vilafranca del Penedès, uno de sus muchos pueblos repletos de encanto, magia y joyas históricas.

Con el verano a la vuelta de la esquina y el buen tiempo y las altas temperaturas asentadas en España, ya son muchos los que piensan en viajar y hacer una escapada de fin de semana que les aleje de la rutina diaria. De ahí que Vilafranca del Penedès se posicione como una buena opción para los amantes de la naturaleza y de la historia, que se respira en cada uno de sus rincones. Y es que son muchos los monumentos de los que se puede disfrutar en esta localidad.

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Capital del vino del Penedès y pueblo de históricos mercados

Vilafranca del Penedès es un punto crucial en el mapa vitivinícola de Cataluña. (Shutterstock)
Vilafranca del Penedès es un punto crucial en el mapa vitivinícola de Cataluña. (Shutterstock)

Vilafranca del Penedès, conocida por su rica historia que data desde la Edad Media, es un punto crucial en el mapa cultural y vitivinícola de Cataluña. Fundada en el siglo XII como una villa de frontera, esta ciudad ha jugado un papel importante en diversos periodos históricos, consolidándose como un centro neurálgico en la producción de vino de la región del Penedès, la más extensa de Cataluña y una de las principales de España.

Desde su origen, Vilafranca del Penedès se erigió como un importante cruce de caminos gracias a los privilegios comerciales otorgados por el Conde de Barcelona. A lo largo de los siglos, ha sobrevivido a numerosas turbulencias, manteniéndose como la localidad más poblada del Penedès. El desarrollo de ferias y mercados históricos, junto con su estratégica posición, han favorecido su crecimiento y consolidación, no solo como un punto de interés histórico, sino también como el corazón de la viticultura de la región.

Una de sus señas de identidad es la arquitectura, ya que combina elementos de periodos románicos, góticos y renacentistas, junto a muestras significativas de arquitectura modernista. Esta amalgama de estilos subraya la riqueza cultural y la importancia estratégica de la ciudad desde su fundación hasta la actualidad.

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‘Castellers’, los castillos humanos de Vilafranca del Penedès

Uno de los municipios que mantiene la tradición de los castells es Vilafranca del Penedès. (Shutterstock)
Uno de los municipios que mantiene la tradición de los castells es Vilafranca del Penedès. (Shutterstock)

En 2010, la UNESCO incluyó a los castells, torres humanas tradicionales de Cataluña, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento subraya su importancia como elemento fundamental de la identidad cultural catalana, dado su papel en la promoción de la cohesión social y la solidaridad entre generaciones.

Uno de los municipios que mantiene esta tradición es Vilafranca del Penedès. Los castells se construyen durante las fiestas populares catalanas, donde personas de diversas edades y condiciones se unen para formar impresionantes estructuras humanas. Estas torres son el resultado de una compleja coordinación y entrenamiento. La música de la gralla y el tabal marcan el inicio de estas construcciones, guiando a los participantes a través de sus complicados movimientos.

La primera fase de la construcción de un castell implica la formación de la pinya, una base sólida de participantes que provee apoyo y estabilidad para las estructuras superiores. La prohibición de mirar hacia arriba para los castellers es crucial para evitar caídas y garantizar el éxito. Esta característica resalta la importancia de la confianza y el trabajo en equipo dentro de esta expresión cultural.