Marlon Brando y Jack Nicholson estaban en su mejor momento cuando hicieron esta película, pero Clint Eastwood la detesta: “Era ridícula”

Arthur Penn dirigió a ambos actores en ‘Missouri’, un western que lo tenía todo para triunfar y que acabó siendo un fracaso

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Marlon Brando y Jack Nicholson,
Marlon Brando y Jack Nicholson, juntos en 'Missouri', dirigida por Arthur Penn. (Metro-Goldwyn-Mayer Studios)

Marlon Brando y Jack Nicholson lo tenían todo a nivel profesional en la década de los 70. Si el primero se había consagrado como uno de los actores más memorables de la historia con sus interpretaciones en El padrino y El último tango en París, el segundo había alcanzado cotas de éxito similares tras películas como Chinatown o Alguien voló sobre el nido del cuco.

Por eso, cuando se conoció la noticia de que ambos actores actuarían juntos en un western (el género favorito del cine clásico estadounidense desde los años 50), la expectación generada fue máxima. Más aún cuando se supo que, por si fuera poco, detrás de las cámaras iba a estar un director de la talla de Arthur Penn, cineasta que unos pocos años había asombrado a todo el mundo con películas como La jauría humana (donde ya coincidiría con Brando) y Bonnie y Clyde.

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El resultado de esta esperadísima colaboración fue Missouri, una película en la que un ranchero llamado David Braxton contrata a un sádico justiciero (Marlon Brando) para atrapar a Tom Logan, un despiadado ladrón de caballos (interpretado por Jack Nicholson). Sin embargo, ni este afamado reparto ni la reputación de su director logró conseguir que la película tuviera una buena acogida entre la crítica y el público.

Marlon Brando y Jack Nicholson
Marlon Brando y Jack Nicholson en 'Missouri', de Arthur Penn. (Metro-Goldwyn-Mayer Studios)

Una película “ridícula” para Clint Eastwood

Missouri fue una película que, lejos de ser un fracaso, pasó sin pena ni gloria y sin ocupar, ni mucho menos, un lugar destacado en la filmografía de dos actores considerados como los reyes Midas del Hollywood de entonces. Eso sí, hubo quienes fueron incluso más duros con la película, tal y como figura en el libro Clint Eastwood, escrito por Christopher Frayling. En este monográfico sobre otra leyenda del cine, es el propio Eastwood quien analiza el rumbo del género de los westerns en la década del setenta y critica abiertamente la cinta dirigida por Arthur Penn.

Al referirse a la película, el director y actor señala: “No culpo tanto al western como al material... esa cosa de (Jack) Nicholson y (Marlon) Brando, Missouri, era ridícula”. En ese sentido, Eastwood remarca los problemas del guion y la falta de compromiso de los actores: “No era un buen guion y, obviamente, ellos también lo creían así: ¿por qué si no iba un tipo a vestirse como su propia abuela? Obviamente, Brando dijo: aquí no hay nada, así que mejor me divierto. Y se fue a joder a algún lado. Creo que si realmente hubiera creído que era un gran material y que iba a contribuir a algo, que (Missouri) podría ser una buena película, podría haber pensado otra cosa. Me gusta pensar eso”.

El ocaso del western

Tal y como se ha sabido más adelante, durante el rodaje de Missouri, Marlon Brando exigió cambios constantes en su personaje, alteraciones que el director Arthur Penn se vio obligado a aceptar debido al prestigio del actor. El actor ya era conocido por sus constantes demandas en los rodajes, pero cabe preguntarse hasta qué punto este tipo de intervenciones y actitudes resultaron perjudiciales para la coherencia narrativa de la película y la producción de la misma.

1883, la precuela de Yellowstone

En cualquier caso, la historia de Missouri (actualmente disponible en MGM+ y disponible para alquilar y comprar en Apple TV+) se suma al de otras cintas de la época como El último pistolero, de John Wayne, o la posterior La puerta del cielo, de Michael Cimino. Ambas producciones representaron duros fracasos para el western, alimentando la percepción del ocaso del cine de vaqueros como forma cinematográfica dominante... hasta que el propio Clint Eastwood demostrara que todavía quedaba mucho por hacer con una obra maestra como Sin perdón.