La primavera electoral, un examen para la estabilidad del Gobierno

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José Miguel Blanco

Madrid, 30 mar (EFE).- La Semana Santa ha sido un paréntesis apenas perceptible de la actividad política, y el periodo que abre, con tres citas electorales en primavera, no augura que vaya a rebajarse la crispación que se ha agudizado en las últimas semanas con reproches cruzados sobre quién es el responsable de ello.

Primero los comicios vascos (21 de abril), después los catalanes (12 de mayo) y finalmente los europeos (9 de junio) pueden ser por tanto caldo de cultivo para que asuntos como la ley de amnistía, el "caso Koldo" o el que atañe a la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sigan alimentando los dardos dialécticos entre Gobierno y oposición.

Y lo que va a suponer esa secuencia de elecciones, sobre todo las de Cataluña, es un examen para la estabilidad del Ejecutivo.

No se examina directamente el Gobierno en las urnas catalanas, pero sí tiene mucho en juego porque los resultados pueden condicionar la actitud que a partir de entonces tendrán algunos de los socios imprescindibles de Pedro Sánchez.

La convocatoria de Cataluña ha sido la menos prevista en las cuentas del Gobierno porque se atisbaba a más largo plazo, mientras que el adelanto electoral en el País Vasco se daba por hecho y los comicios europeos tenían fecha fija en el calendario.

Sea cual sea el desenlace de la votación de Euskadi, de la de Cataluña o de la que designará a los representantes españoles en el nuevo Parlamento Europeo, se asegura desde el Gobierno que no afectará al mandato de Sánchez.

Al menos en cuanto a duración, porque fuentes de Moncloa afirman a EFE que la determinación del jefe del Ejecutivo es absoluta y cuando asegura que la legislatura se prolongará hasta el momento de su caducidad, 2027, es algo que dice plenamente convencido.

La cuestión es si podría recorrer ese camino sin el respaldo de algunos de los partidos que hicieron posible su investidura y que en los últimos meses han dado pruebas de su capacidad de hacer sufrir al Gobierno hasta el último momento.

Junts es el principal exponente de ello, con actitudes como la de estar a punto de hacer que no prosperara la ley de amnistía que esta misma formación exigía y de la que espera que pueda beneficiarse el expresident Carles Puigdemont.

Puigdemont volverá a optar a la presidencia de la Generalitat en unas elecciones que plantean cábalas endiabladas para la aritmética de apoyos al Gobierno.

Lo que puedan hacer a partir del 12 de mayo Junts y ERC al respecto es una incógnita porque todo dependerá de la posición que logren en esos comicios, de la que obtenga el candidato socialista, Salvador Illa (al que Moncloa y Ferraz dan como seguro vencedor), y del juego de alianzas que puede abrirse a partir de esa noche electoral en Cataluña.

Se prefiere en el Gobierno evitar elucubraciones sobre lo que podría ocurrir, esperar al desarrollo de los acontecimientos y hacer un análisis detallado con datos reales en la mano dentro de mes y medio.

Antes, en menos de un mes, se sabrá qué es lo que han decidido los ciudadanos vascos en unas elecciones en las que las encuestas sitúan a los socialistas con menos expectativas que en Cataluña pero en un tercer puesto que le otorgaría la llave de la gobernabilidad y de que siguiera habiendo un lehendakari del PNV o diera su respaldo a un representante de EH Bildu.

La decisión está prácticamente tomada si llega a hacerse realidad esa tesitura porque se insiste en el Gobierno que el PNV ha sido, es y quieren que siga siendo un socio preferente.

Ocurre que EH Bildu es también un apoyo del que no puede prescindir en el Congreso, pero hay confianza en seguir manteniendo su respaldo pase lo que pase después del 21 de abril.

La tercera parada electoral de la primavera serán las elecciones europeas, ese 9J en el que el PP tiene puesta la mirada con el deseo de infligir una dura derrota al PSOE.

Sánchez, tal y como comentó en una conversación informal con los periodistas en su viaje a Brasil y Chile de principios de marzo, duda de que eso vaya a ocurrir. "Está por ver", señaló.

Pero aunque hubiera una clara victoria del PP, en su entorno recalcan que nada pasaría, que él seguiría siendo presidente del Gobierno y Alberto Núñez Feijóo continuaría estando en la oposición. "Las europeas -apostillan- no son una segunda vuelta de nada".

Cuando se celebren esos comicios aún puede estar sin resolver el escenario derivado de los celebrados semanas antes en Cataluña, pero ya puede haber bastantes pistas sobre su desenlace final y para entonces se espera que haya terminado también su recorrido parlamentario la ley de amnistía.

Pendiente de que pueda seguir obteniendo los apoyos necesarios para que prosperen sus iniciativas, el Consejo de Ministros aprobó el pasado martes su plan anual que prevé impulsar 198 normas, 149 de ellas reales decretos, 43 leyes ordinarias y 6 leyes orgánicas.

Moncloa lo presenta como una prueba de que nada se paraliza, de que ocurra lo que ocurra en las elecciones que se sucederán esta primavera, se sigue adelante. Eso sí, con una primera consecuencia del adelanto electoral en Cataluña: se sigue adelante sin nuevos presupuestos. EFE

BB/lml

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