El kimchi, la clave coreana para una vida más larga y saludable

Las investigaciones muestran mejoras en la inflamación, la microbiota y el perfil lipídico

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Kimchi (Freepik)
Kimchi (Freepik)

En Corea del Sur existen una serie de hábitos tradicionales que potencian una vida larga y saludable, en especial aquellos que se centran en el consumo de alimentos fermentados. Uno de los que ha ganado relevancia y se considera un componente clave de la longevidad de la población surcoreana es el kimchi.

Según recoge la revista Men’s Health Italia, el kimchi acompaña de forma habitual a la mayoría de comidas en Corea del Sur. Es una preparación fermentada a base de col u otras verduras, enriquecida con sal, ajo, jengibre, guindilla y especias. Su presencia constante lo convierte en una parte estructural de la dieta y actúa como ejemplo de una costumbre que se repite con regularidad, aportando beneficios a lo largo de la vida.

El caso de Corea del Sur, además del consumo de alimentos fermentados, también incluye desde caminatas y sentido de comunidad hasta la sauna finlandesa. Las claves del bienestar residen en la sencillez, la reiteración y el arraigo local de los hábitos alimentarios.

Beneficios de los alimentos fermentados

Según diversos estudios científicos recogidos por Men’s Health Italia, las prácticas tradicionales en la salud tienen efectos positivos. Numerosos trabajos han identificado que quienes mantienen una rutina de ejercicio, un descanso adecuado, un consumo de alimentos poco procesados y unas relaciones sociales sólidas presentan una menor inflamación basal, una menor incidencia de enfermedades crónicas y una mejor calidad de vida en la vejez.

Volviendo al kimchi, es un alimento que destaca por su elevada concentración de bacterias lácticas beneficiosas, fibra y compuestos bioactivos, como polifenoles y antioxidantes. Todo este conjunto actúa sobre el equilibrio ácido de la microbiota intestinal y contribuye a modular los procesos inflamatorios del organismo. Un informe publicado por Nutrients concluye que la ingesta habitual de kimchi se asocia a una mejora del perfil lipídico, es decir, colesterol y triglicéridos. Además de una reducción de la presión arterial y optimización de varios parámetros ligados al síndrome metabólico.

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Más allá de estas conclusiones generales, un ensayo clínico controlado publicado en 2024 en Journal of Functional Foods ha mostrado que, en adultos surcoreanos con sobrepeso, unas semanas de consumo diario de kimchi se han traducido en un descenso de la masa grasa así como en una evolución favorable de distintas variables metabólicas respecto a los valores iniciales.

El microbiota intestinal y la prevención de enfermedades crónicas

El impacto del consumo de kimchi en la prevención de dolencias asociadas a la edad cobra especial relevancia cuando se considera la relación entre microbiota intestinal y estado de salud general. La integración de raciones pequeñas de kimchi y otros vegetales fermentados en la dieta diaria contribuye a reforzar el equilibrio del ecosistema intestinal. Esta armonía interna guarda una vinculación estrecha con una mejor gestión de la inflamación, una defensa inmunitaria más eficaz y una menor propensión a trastornos metabólicos y cardiovasculares a largo plazo.

Los expertos surcoreanos atribuyen a la costumbre de incluir verduras fermentadas en cada comida efectos beneficiosos en los niveles de colesterol, triglicéridos, tensión arterial y en la composición corporal. Todos estos factores resultan determinantes en la prevención de diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas, aspectos considerados fundamentales para ampliar la esperanza de vida.

Lejos de atribuir a estos hábitos propiedades extraordinarias o milagrosas, la explicación reside en la coherencia y en la constancia: se trata de alimentos bajos en calorías, ricos en vegetales, fermentados mediante procesos lentos y consumidos de manera diaria, integrados en un entorno donde la actividad física es frecuente y los ultraprocesados escasean. Esta combinación de sencillez y repetición a lo largo del tiempo convierte el modelo coreano en una referencia que podría resultar igualmente válida para quienes buscan mejoras en la salud fuera de Corea del Sur.