Cómo eligen los gatos con cuál de sus dueños duermen y qué influye en su decisión

El instinto de supervivencia ocupa el centro de la forma de actuar de estas mascotas

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(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Cada noche, en miles de hogares, se repite una escena familiar: mientras los habitantes de la casa se preparan para dormir, los gatos inician su particular ritual para decidir en qué lugar, y junto a quién, pasarán las horas de descanso. El proceso, que podría parecer caprichoso, responde, sin embargo, a una serie de motivaciones complejas y sumamente arraigadas en la naturaleza felina.

El instinto de supervivencia ocupa el centro de la toma de decisiones de los gatos, incluso en ambientes domésticos donde su seguridad parece garantizada. Así, diversos estudios han comprobado que estas mascotas eligen el lugar donde dormir basándose principalmente en la sensación de protección. Por ello, los gatos perciben y valoran enormemente la calma demostrada por los humanos durante la noche: una respiración pausada, ausencia de sobresaltos y movimientos predecibles son, por ejemplo, señales inequívocas de un entorno confiable. A través de la observación, el animal discrimina entre quienes le transmiten tranquilidad y quienes pueden suponer un estímulo indeseado o fuente de perturbación. Incluso en hogares con varias personas, el animal suele decantarse frecuentemente por quien demuestra mayor estabilidad y previsibilidad en el trato.

El confort térmico constituye otro factor determinante en la decisión de los gatos al escoger con quién dormir. La biología felina revela una notable sensibilidad a las diferencias de temperatura. Los gatos mantienen de forma natural una temperatura corporal entre 38 y 39 °C, lo que explica su inclinación por buscar lugares y compañías cálidas. El calor emitido por un humano elegido refuerza, además, la percepción de protección, completando así el círculo de confort necesario para un reposo óptimo.

Además, los felinos cuentan con un sentido olfativo hasta 40 veces más desarrollado que el de los humanos, gracias a la acción del órgano vomeronasal que analiza en detalle las señales químicas presentes en el entorno. Cada persona desprende una composición química única que refleja estados de ánimo, niveles de estrés y otras características emocionales. Un individuo con altos niveles de cortisol, por ejemplo, puede resultar menos atractivo para el gato, que tenderá a preferir la compañía de quien, por su serenidad, presenta un perfil más afín a la serotonina, hormona asociada al bienestar.

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Su humano preferido

Y finalmente, claro está, destaca la importancia del simple apego, que emerge de experiencias directas y cuidados cotidianos. Los felinos no dividen su afecto de manera uniforme entre los habitantes de un hogar; por el contrario, tienden a vincularse de forma más profunda con una sola persona. Factores como la socialización temprana, el trato recibido desde la etapa de cachorro y la atención en situaciones de enfermedad contribuyen a cimentar ese vínculo. De esta manera, los gestos cotidianos —juego, caricias, alimentación y rutinas compartidas— fortalecen la relación e incrementan las probabilidades de que el gato elija dormir con su humano preferido.

El entorno donde el gato descansa también determina su elección de compañía. La calidad del colchón o la ropa de cama, la intensidad de la luz, el nivel de ruido y la presencia de potenciales rutas de escape o de otras mascotas influyen directamente en su preferencia nocturna. Un entorno silencioso y con temperatura adecuada suma puntos al lado del compañero elegido. En cualquier caso, la mayoría de los gatos cambia de posición durante el tiempo en el que duerme, por lo que estos factores se ven afectados por su volubilidad. Y es que, como dice la famosa frase, “como todo dueño de un gato sabe, nadie es dueño de un gato”.