Esto es lo que pasaría si tu cerebro no sintiese miedo, según la neurociencia: “Puede ser más peligroso de lo que parece”

Loren, experta en neurociencia, ha explicado un caso real en su cuenta de TikTok (@neuroloren)

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Montaje de Infobae en el que aparece Loren, experta en neurociencia

El miedo es uno de los sentimientos más básicos que existen. A pesar de que sea percibido como algo negativo, puede ser mucho más beneficioso de lo que parece. Esta emoción, según explica la neurociencia, es fundamental.

Loren, una neurocientífica que publica contenido en redes sociales, ha explicado los motivos que hacen al miedo algo tan importante en uno de sus últimos vídeos de TikTok (@neuroloren). “Puede ser más peligroso de lo que parece”, afirma la experta al inicio.

Los peligros de no sentir miedo

La historia de la paciente conocida como SM ha sido uno de los casos más estudiados en el campo de la neurociencia, precisamente por lo excepcional que resulta. Esta mujer padece una enfermedad genética muy poco común llamada Urbach-Wiethe, que provocó la destrucción de una zona específica de su cerebro: las amígdalas cerebrales.

Estas estructuras, situadas en el sistema límbico, son las encargadas de procesar las emociones relacionadas con el miedo y la respuesta ante el peligro. Como consecuencia de esta alteración, su cerebro es incapaz de generar miedo.

Para comprender mejor los efectos de esta condición, los científicos la expusieron a diversas situaciones diseñadas para asustarla: contacto con serpientes venenosas, recorridos por casas encantadas o ver películas de terror. Ante todos estos escenarios, su reacción fue muy serena.

No se sobresaltó, ni aumentó su frecuencia cardíaca, ni mostró la mínima señal de ansiedad. Incluso ante situaciones que para la mayoría resultarían angustiosas, ella permanecía tranquila e, incluso, divertida.

Este fenómeno reveló algo muy sorprendente: el miedo cumple una función de protección esencial. No se trata solo de una emoción desagradable, sino de una alarma interna que nos ayuda a anticipar peligros y actuar con prudencia.

Sin esta señal de alerta, no tendríamos en cuenta los riesgos que nos rodean, lo que puede derivar en que se tomen conductas que pueden suponer un verdadero peligro para la integridad física.

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Cómo actúa el miedo en el cerebro

El miedo no solo es una emoción, sino una compleja respuesta biológica que implica la activación de distintas zonas del cerebro. Cuando una persona percibe una amenaza, real o imaginaria, el sistema nervioso entra en alerta y envía señales inmediatas a las amígdalas cerebrales, que funcionan como el centro de control del miedo.

Estas, a su vez, comunican la información al hipotálamo y al tronco encefálico, desencadenando una serie de reacciones físicas: aumento del ritmo cardíaco, dilatación de las pupilas, tensión muscular o liberación de adrenalina.

Todo este proceso ocurre en apenas milisegundos y tiene como propósito preparar al cuerpo para huir o enfrentarse al peligro. Por eso, aunque el miedo pueda parecer incómodo, es una herramienta de supervivencia que nos mantiene alerta ante posibles amenazas.

No obstante, el miedo también tiene un lado positivo en el aprendizaje. La neurociencia ha demostrado que recordar situaciones que nos asustaron ayuda al cerebro a evitar errores en el futuro. Sentir miedo en su justa medida nos permite tomar decisiones más seguras y adaptativas. Por el contrario, cuando el miedo desaparece o se vuelve excesivo, el cerebro pierde su capacidad natural de protegernos o de distinguir lo que realmente supone un riesgo.