Un vecino lanza huevos y “líquidos desconocidos” a los peatones desde la ventana del edificio mientras la comunidad se organiza para identificar al culpable: “Es ridículo, cada vez está peor”

Los vecinos están “hasta las narices” de la situación: ya está siendo investigada por el Departamento de Policía de Nueva York

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Una calle de Williamsburg, el
Una calle de Williamsburg, el barrio neoyorkino donde tienen lugar los hechos (Montaje Infobae, Strictly Junk Removal)

Ya es desagradable ir andando por la calle después de un día de lluvia y que, de repente, una gota de agua caiga desde algún alféizar o balcón y se deposite, con su gentil violencia, sobre la nuca del desgraciado de turno que, por salud, deberá asumir que es agua y, aún haciéndolo, difícil será sacarse de la cabeza la posibilidad de que sea, en realidad, un “líquido misterioso”, o peor, que no lo sea tanto.

Cabe imaginar, entonces, lo potencialmente terrible de que la gota no sea gota sino chorro y que no quepa duda de que agua, precisamente, no es, sea lo que sea. Así es, desde el pasado diciembre, el día a día de los vecinos de la Avenida Kent, una calle del barrio neoyorkino de Williamsburg.

Una vecina sospecha de una señora “loca” con el pelo rosa

Según lo publicado en el New York Post, varios peatones que circulaban por dicho barrio fueron cubiertos por “fluidos desconocidos” y huevos lanzados desde el segundo piso del - ahora infame - edificio del Edge Community Aparment. Por el momento, no se ha conseguido identificar al o los responsables, más allá de la descripción proporcionada al medio neoyorkino por un vecino anónimo del bloque de apartamentos, quien aseguró que la culpable es una señora mayor “loca” y con el pelo rosa. Según indica la misma fuente, sus motivos son simples: está “enfadada”, asegura.

La realidad de los vecinos
La realidad de los vecinos de la avenida Kent, en el barrio neoyorkino de Williamsburg (Google Earth)

Magdalena, otra vecina del edificio, se lamenta con rabia de que “el edificio no ha hecho nada al respecto. Les da igual. No queremos que nos caiga nada. Es ridículo, y cada vez es peor”. Los “ataques” empezaron a ganar atención generalizada en diciembre de 2024, cuando una de las víctimas aseguró haber sufrido quemaduras químicas después de ser alcanzada por un líquido desconocido.

Otra víctima describió un olor a “lejía mezclada con cloro”(una mezcla química que puede producir gas cloro, muy tóxico y que puede afectar gravemente los ojos y el sistema respiratorio); mientras que unos recién llegados a Williamsburg aseguraron haber recibido la bienvenida de un tsunami pegajoso de “aceite usado”. Un hombre de 30 años que también fue alcanzado por un “líquido desconocido” se puso en contacto con la policía, que no pudo averiguar el apartamento desde el que se producen los lanzamientos. Días después, también se informó sobre el lanzamiento de huevos desde una ventana del segundo piso que, por suerte, no golpearon a ningún transeúnte, pero por poco. Se acumulan ya las manchas de lejía sobre las aceras de la Avenida Kent.

Los vecinos se han organizado entre sí, haciendo de “detectives” y coordinándose mediante chats grupales en los que tratan de encontrar a los responsables al tiempo que evitan circular frente al edificio siempre que les es posible. Josue Cotorreal, gerente del Brooklyn Harvest Market - un supermercado que se encuentra en la avenida -, aconseja a sus empleados encontrar rutas alternativas al trabajo con un “estad atentos cuando caminéis por ahí, porque os podría pasar a vosotros”. Los vecinos hacen lo propio, según comentó al medio neoyorkino una inquilina del edificio, Maria Mccants: “Cuando vamos al supermercado, vamos por detrás, lo rodeamos. No queremos ser alcanzados por nada”.

Aunque Isaac, que vive en las inmediaciones, asegura que está convencido de que, cuando fue salpicado meses atrás, lo que le alcanzó fue agua, disparada con una pistola. Su esposa Rachel, sin embargo, comentó que se trata de una situación “peligrosa” y que los locales están “hasta las narices de ello”. “La lejía es lo peor”, añadió, lamentándose también de que “la policía no hará nada hasta que pase algo realmente malo”.

Cuando el medio neoyorkino trató de contactar con los sospechosos, pudieron distinguir una voz femenina y otra masculina desde detrás de la puerta del apartamento del segundo piso, aunque ambos se negaron a abrirla. Clinton Management - la empresa que gestiona el bloque de edificios - aseguró al New York Post que se encuentran investigando, pero que no podían dar ningún detalle sobre los responsables: “Somos conscientes del incidente que tuvo lugar y estamos cooperando plenamente con las autoridades para resolver el asunto lo más rápido posible. Debido a que esto es una investigación en curso del NYPD (Departamento de Policía de Nueva York), no podemos comentar nada más en este momento”, informó un portavoz a través de un comunicado.