
Teresa del Castillo, una mujer de 54 años, comparte su dura experiencia en el mundo laboral actual tras estudiar en la Facultad de Ciencias de la Información. A pesar de haber tenido su propia empresa con 12 empleados, enfrentarse a una hija con discapacidad y vivir en un municipio desfavorecido, la mujer se encuentra en una situación de “precariedad” laboral que la ha obligado a replantearse su carrera y a buscar estabilidad económica en un mercado que parece no darle ninguna oportunidad.
“Mi carrera de los años 90 no vale para nada”, ha afirmado la mujer que vive en Parla en el programa de laSexta Xplica. A pesar de haber sido emprendedora y haber ocupado diversos cargos laborales a lo largo de su vida, la falta de adaptación a las nuevas tecnologías y la escasa formación en áreas emergentes como el periodismo digital y las TIC la ha dejado fuera del mercado laboral competitivo. “Tengo 54 años, he estudiado, he sido emprendedora, he tenido una empresa con 12 empleados, pero no llego a fin de mes”, ha expresado con frustración.
“El trabajo está todo en la zona norte de Madrid”

Teresa vive en Parla, un municipio situado en la zona sur de Madrid, donde señala que, a pesar de los esfuerzos del alcalde, la situación económica es difícil y el acceso al empleo está limitado. “El trabajo está todo en la zona norte de Madrid”, explica, refiriéndose a la concentración de oportunidades laborales en las áreas más desarrolladas de la capital. Esta situación la ha obligado a enfrentarse a largas jornadas y a desplazamientos complicados hasta conseguir su empleo actual, como monitora en un colegio, que no tiene nada que ver con sus estudios universitarios.
A pesar de su experiencia como empresaria, la falta de apoyo para adaptarse a las nuevas demandas del mercado ha sido un obstáculo significativo. “He pasado por todos los cargos que puedes tener. He estado en el SEPE, he sido autónoma, he sido falsa autónoma”, detalla Teresa en el programa. Sin embargo, señala que la falta de un testimonio actualizado en el mundo de la información y la comunicación la ha dejado en una posición precaria, lo que la lleva a retomar sus estudios, en un intento por adaptarse a las nuevas tecnologías.
El panorama laboral, según Teresa, no ha mejorado con el tiempo, sino que la ha empujado a lo que ella considera un círculo vicioso de precariedad: “A ver, todo eso de precariedad que ha dicho Lobato, soy yo. Precaria tiene mi nombre”. Esta frase refleja su sensación de impotencia y frustración, no solo por la escasez de empleo adecuado, sino también por los años de esfuerzo que parecen no haber tenido una recompensa acorde a su formación y experiencia. Asimismo, dejando de lado las problemáticas que puede tener para adaptarse a las nuevas tecnologías, Teresa enfrenta una situación personal complicada. Tiene una hija con discapacidad, lo que aumenta su carga emocional y económica. “Mi carrera de los años 90 no vale para nada”.
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