Becerreá, en Galicia, se conoce como “la puerta de Los Ancares”, un lugar de paso desde el viejo camino de Castilla situado entre las montañas de Lugo y los bosques del valle, donde conviven especies mediterráneas y atlánticas en paisajes de postal y entre iglesias del siglo X y pazos del siglo XVI. Es un lugar que lleva habitado más de dos milenios, pero que lleva décadas viendo cómo, a pesar de estos atractivos, no puede competir para ofrecer un futuro a sus ciudadanos más jóvenes, que se marchan a las ciudades en busca de mejores oportunidades. Hoy cuenta con apenas 2.700 habitantes, y algunos negocios han tenido que cerrar debido a la falta de trabajadores.
“En este momento tenemos una población envejecida y mayor de 65 años”, comenta a Infobae España el alcalde Manuel Martínez Núñez. La razón es que las generaciones más jóvenes se marchan “porque prefieren trabajar de lunes a viernes y no mantener ni las explotaciones, ni los negocios familiares”.
Frente a esta situación, sin embargo, las localidades no se están quedando de brazos cruzados. Iniciativas como la que lidera el Grupo de Desarrollo Rural (GDR) en 14 ayuntamientos de Galicia, entre los que se encuentra Becerreá, buscan revertir la tendencia con acciones sociales, económicas y culturales para revitalizar las áreas despobladas. No es una tarea fácil. Según Fe Álvarez, una de las personas que llevan este proyecto, esta zona de las montañas de Lugo “es la más problemática en índices de población” dentro del país, afirma para Infobae España. Y es que algunos ayuntamientos han registrado “una densidad de población menor de cuatro habitantes por kilómetro cuadrado”, algo que hace absolutamente inviable el relevo poblacional.
El renacimiento de Becerreá
Pese a ello, las acciones de GDR han dado sus primeros frutos. Según Martínez Núñez, en los últimos meses se han vendido varias viviendas en el pueblo, adquiridas por personas que se han mudado al lugar. Se trata de jóvenes que pueden teletrabajar y buscan disfrutar de las ventajas de vivir alejados de la ciudad o de personas que han encontrado un empleo en hostelería, apartamentos turísticos, “construcción y sobre todo trabajos forestales”, señala el alcalde.
Muchos de ellos son extranjeros: ingleses que han comprado “pisos y casas” en la zona en los últimos años para teletrabajar, y “rumanos, marroquíes, colombianos y venezolanos” que se dedican a diversas labores en la región. “Los rumanos se dedican a trabajos forestales”, al igual que los marroquíes, comenta Martínez Núñez. ”Tenemos una colonia, no muy grande, de rumanos que llegaron en el año 2000″, que “están integrados totalmente”, destaca.
Por su parte, tanto venezolanos como colombianos trabajan para “los servicios sociales y atención de personas mayores”. El municipio de Becerreá también ha acogido a “70 refugiados que nos mandó el Gobierno” y que se han instalado en empleos de construcción, forestales y empresas de servicios, como la limpieza. Sin duda, la llegada de gente nueva ha reactivado los negocios de la comarca, afirma el alcalde: “Para nosotros, es muy positivo”.
El emprendimiento en las comarcas
El Grupo de Desarrollo Rural se encarga de promover el asentamiento de nuevos vecinos. “Tenemos que hacer muchos esfuerzos para atraer población de fuera, sea nacional o sea extranjera”, comenta Fe Álvarez. Esto es importante para tener “posibilidades de sobrevivir”. Para llevar a cabo este proyecto tan complejo, en esta asociación tratan de subvencionar “pequeños proyectos para gente que se quiera implantar en el territorio, poniendo herramientas a su disposición”, que van desde la rehabilitación de viviendas a la instalación de parques infantiles, pasando por el acondicionamiento de locales comerciales, la puesta en valor de lugares con potencial turístico y la reforma de instalaciones deportivas.
Otro de los retos ha sido “trabajar” con la gente del lugar, pues “es muy reacia a alquilar”. Por este motivo, la asociación ha recurrido a una psicóloga que se ha dedicado a “la dinamización de la comunidad, para que la gente rural se anime a alquilar sus propiedades”, explica Álvarez. Pero no solo eso, pues la llegada de nuevos habitantes que varios de ellos “empiecen a emprender aquí negocios”. Es el caso de una pareja rumana que llegó desde Extremadura y que han elegido Becerreá para poner en marcha su comercio.
“Estamos viendo habitualmente personas jóvenes que intentan abrir negocios”, subraya Fe Álvarez. Un hecho que ha pillado por sorpresa a muchos, debido a que “hace unos años era impensable que una mujer o un joven” emprendieran sus comercios en la zona rural. Todo ello ha sido gracias al proyecto LEADER del Grupo de Desarrollo Rural, un programa encargado de subvencionar “muchas iniciativas pequeñas de mujeres y jóvenes”.
Los negocios en los que más se está invirtiendo son aquellos relacionados con el turismo, como “alojamientos turísticos, restaurantes y bares”, aunque también se han visto otros menos comunes como herboristerías. Incluso se han creado algunas compañías dedicadas a “la producción de alimentos y ganaderías”, dice Fe Álvarez, pese al gran coste económico.
En opinión de Álvarez, todas estas inversiones pueden ayudar a revertir, poco a poco, el problema de la despoblación, por lo menos en los “polos de desarrollo como Becerreá o Fonsagrada”. Pero lo mejor es que se está generando un atractivo turístico para personas de otras ciudades, gracias a “la oferta de ecoturismo” de este pueblo que es un “corazón de los espacios naturales”.
Cuánto cuesta un alquiler o comprar una casa
Otro de los atractivos de la zona es el bajo precio de la vivienda, aunque es complicado dar un dato exacto. “No hay un piso estándar”, aclara Fe Álvarez. “Aquí te venden casas con fincas, otras con la parcela sola, otras que están para entrar a vivir y otras que están en una situación de ruina y que requieren empezar a invertir en ellas”. Por eso, en la web Aldeas Vivas no hay publicado un precio fijo.
No obstante, Fe Álvarez pone algunos ejemplos: el bar restaurante paga unos 500 euros al mes de alquiler, “muy razonable para un negocio que estaba funcionando y para entrar a empezar a producir”; y una casa puede venderse desde 60.000 hasta 100.000 euros, depende de las “condiciones de habitabilidad”.