España, eliminada del Mundial de baloncesto tras cortocircuitar contra Canadá en el último cuarto

La vigente campeona del mundo y de Europa dio la cara ante una de las favoritas, pero jugar a rachas volvió a pasarle factura, esta vez de manera fatal (85-88)

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Rudy Fernández lucha por un balón contra Barrett (FEB)
Rudy Fernández lucha por un balón contra Barrett (FEB)

Cuando un partido de baloncesto se convierte en una ruleta rusa, la victoria o la derrota están separadas por la mínima. Vivir al borde del precipicio conlleva un riesgo, que la selección española vivió con la mayor de las crudezas este domingo en el Mundial. Aun soñando con el triunfo hasta el bocinazo, Canadá pudo más y, sobre todo, hizo sangre en un último cuarto para el olvido de los hombres de Sergio Scariolo: hasta 12 puntos de renta se quedaron por el camino, certificándose la eliminación (85-88).

España se las prometía muy felices a la conclusión del tercer periodo. Llevada en volandas por Santi Aldama y Usman Garuba, parecía muy capaz de superar la suerte de octavos de final a los que se había visto abocada por su mal día contra Letonia. Con un 7-0 de parcial en menos de un minuto para terminar el acto, la vigente campeona creía en sus posibilidades: en un duelo de idas y venidas, llegaba a los diez minutos decisivos por delante, con el deber de administrar un 73-61 favorable. El capitán, Rudy Fernández, había espoleado a los suyos a ambos lados de la cancha (y de qué manera) para provocar una reacción encomiable.

La Familia había sido capaz de aguantar y contrarrestar las embestidas canadienses. Primero, sobrevivió a un primer cuarto igualado, pero en el que sus componentes ya demostraron que irían a por todas. Después, marcó tendencia en el segundo, con un +10 al descanso forjado a base de unos minutos muy serios de Aldama, de la solidez defensiva y de un Willy Hernangómez con el modo MVP activado. Tras el descanso, no tembló cuando Canadá volvió a igualarlo todo ni se desconcentró más de lo necesario con las vicisitudes del arbitraje.

Willy Hernangómez frente a Dillon Brooks (REUTERS/Willy Kurniawan)
Willy Hernangómez frente a Dillon Brooks (REUTERS/Willy Kurniawan)

Sin embargo, la resiliencia se agotó en el momento más inoportuno posible: a la hora de la verdad. En un cuarto definitivo en el que apenas se anotaron las mismas 12 unidades que llegaron a conformar la máxima renta española, la aventura mundialista del defensor del título llegó a su fin. Cierto es que el encuentro estuvo en un puño, pero el cortocircuito fue demasiado letal como para sobreponerse al mismo en los últimos instantes: después de haber sido capaz de volver una y otra vez cuando los de Jordi Fernández ponían sobre la mesa su candidatura a la gloria, las fuerzas ya no acompañaron en el momento de la resolución.

La clasificación olímpica, en el aire

Cuando más quemaba el balón, hubo demasiadas ausencias: Juancho Hernangómez, Darío Brizuela y Álex Abrines (el concurso de ambos, no obstante, llegó a ser muy valioso cuando España sí pudo sonreír), Víctor Claver... Además, se echó en falta a Ricky Rubio y Lorenzo Brown en la dirección: resultó evidente que Juan Núñez, aun talentoso, todavía tiene mucho que aprender. Estos días aciagos son los que luego curten, pero con Aldama y Willy no bastó para dejar sin efecto el favoritismo de Canadá.

No defraudó Shai Gilgeous-Alexander, prácticamente impecable de principio a fin y máximo verdugo de España. Lo de jugar al escondite no va con una de las estrellas de esta Copa del Mundo. Sus 30 puntos sentaron como idéntico número de puñales, con una carta de tiro casi inmaculada por su parte. Muy bien escoltado por R. J. Barrett y Dillon Brooks, resultó imparable. A la par que el principal motivo para explicar por qué su equipo nacional resurgió y tumbó en la lona al contrario.

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Una vez que los norteamericanos acabaron con la resistencia española mientras el reloj empezaba a agotarse, ya no hubo nada que hacer: de tanto ir y venir, el mareo dejó fuera de juego a los reyes de Europa. Capaces, a pesar de todo, de caer con honor y lanzando un triple para forzar la prórroga. Pero el deporte es tan cruel que muchas veces sólo entiende de resultados, y la presencia olímpica en París 2024 se ve comprometida por este adiós en la segunda fase. Tocará disputar un Preolímpico de todo menos agradable en julio del próximo año, con rivales a buen seguro temibles y sin apenas descanso tras la temporada de clubes.

Shai Gilgeous-Alexander, presionado por Alberto Díaz (REUTERS/Willy Kurniawan)
Shai Gilgeous-Alexander, presionado por Alberto Díaz (REUTERS/Willy Kurniawan)

17 años después de reinar por primera vez a nivel planetario, España se encuentra con una situación inédita para su baloncesto masculino desde 1988: jugarse el billete olímpico en uno de los torneos previos. Cosas de otra época, como el hecho de haber cuajado el peor Mundial desde el 94. Circunstancias que habían quedado olvidadas y que vuelven ahora, tras dos tropiezos consecutivos para la historia: nadie, hasta la fecha, había desaprovechado ventajas en el tercer cuarto como las que se desvanecieron fatalmente en Yakarta. A diferencia de lo que sucedió en Japón y China, no habrá oro con tintes asiáticos que festejar en esta ocasión.

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