Muere el escritor Fernando Sánchez Dragó de un paro cardíaco a los 86 años

El autor ha dejado una obra literaria abundante, así como numerosas declaraciones que lo convirtieron en una de las personalidades culturales más controvertidas de nuestro tiempo

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El escritor Fernando Sánchez Dragó. (EFE)
El escritor Fernando Sánchez Dragó. (EFE)

Fernando Sánchez Dragó ha sufrido un infarto que no ha podido superar en su residencia de Castilfrío de la Sierra, provincia de Soria, donde residía, según han confirmado fuentes de su entorno más cercano. Tenía problemas de corazón y en 2005 ya fue sometido a una operación de bypass coronario. Este mismo lunes por la mañana había compartido una foto con su gato en Twitter, una red social a la que había cogido afición a partir del confinamiento.

Nunca dejó de escribir y su legado literario es de lo más abundante, con más de 40 novelas y ensayos que abarcan desde finales de los años sesenta hasta la actualidad y un buen número de galardones entre los que se encuentran el Premio Nacional de Literatura en 1979, por su obra más célebre, Gárgolis y Habidis. Una historia mágica de España, el Premio Planeta en 1992 por La prueba del laberinto o el Premio Fernando Lara en 2006 por Muertes paralelas.

Linaje de periodistas

Que Sánchez Dragó se dedicara a la escritura no fue algo casual, ya que perteneció a una larga estirpe de periodistas, entre los que destaca su tío abuelo Modesto Sánchez Ortiz, que dirigió La Vanguardia, y su abuelo Gerardo Sánchez Ortiz, uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa de Madrid. Ya desde pequeño siguió estos pasos haciendo él mismo su propia publicación que repartía entre los vecinos y que quería ser un trasunto del diario ABC. Fue alumno del elitista Colegio del Pilar y se licenció en Literatura y Lenguas Románicas para terminar sus estudios con una tesis sobre Valle-Inclán con la que consiguió ser Doctor en Letras por la Universidad de Madrid.

Juventud comunista

En etapa universitaria formó parte de la intelectualidad de la época y era amigo, entre otros, de Jorge Semprún, que lo animó a afiliarse al Partido Comunista, aunque él mismo declaró que nunca se sintió cerca de esa ideología y solo lo hizo por rebeldía coyuntural. Sin embargo, sí se involucró en los Sucesos de 1956 y formó parte de las revueltas estudiantiles contra el régimen de Franco, por lo que fue detenido y encarcelado. A su salida, se exiliaría y comenzaría su periplo por diferentes ciudades del mundo. Fue profesor de Lengua, Literatura e Historia de España en diversas universidades, de Japón a Kenia, de Senegal a Marruecos. Su viajes y vivencias le ayudaron a perfilar unos intereses espirituales y religiosos muy particulares que caracterizarían su obra y su personalidad.

Cultura de la cancelación

Esa personalidad siempre resultó de lo más controvertida tanto en sus diversas posiciones ideológicas como en sus declaraciones, que han seguido sucediéndose en los últimos tiempos de manera muy activa. Estaba en contra del aborto, del feminismo, de la Unión Europea, defendía a Putin, era fan de Marine Le Pen y por supuesto arremetía contra la corrección política como nueva forma de Inquisición y contra la cultura de la cancelación, seguramente a sabiendas de que su discurso estaba demasiado abarrotado de red flags, de banderas rojas que señalaban su misoginia, su pensamiento retrógrado y ultraconservador y sus insinuaciones pedófilas.

En ese sentido, una de sus mayores controversias tuvo lugar tras la publicación de su novela Dios los cría... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción (editado por Planeta), en la que afirmaba, con su habitual estilo autobiográfico, que había mantenido relaciones sexuales con menores en Japón, más explícitamente, con niñas de 13 años a las que insultaba llamándolas ‘putas’ o ‘zorritas’, incluso ‘delincuentes’. Siempre ha presumido de sus capacidades sexuales, de que practicaba el sexo tántrico y era capaz de hacer llegar al orgasmo a las mujeres en 20 ocasiones en una sola sesión de sexo. Ha tenido innumerables parejas y en la actualidad mantenía una relación con una periodista, Emma Nogueiro, 58 años más joven que él.

Viraje a la ultraderecha

Defendió la candidatura de José María Aznar en las elecciones de 1993 y en los últimos tiempos era afín a Vox, proponiendo la candidatura de su amigo Ramón Tamames para realizar la reciente moción de censura contra Pedro Sánchez. Era patrono de honor de Disenso, fundación presidida por Santiago Abascal, al que ha dedicado un libro, y el pasado mes de febrero recibió el primer premio Castilla y León de las Letras, donde Vox ocupa la Consejería de Cultura.

Todas estas circunstancias han contribuido a que su faceta como escritor y periodista quedaran un tanto eclipsadas. Su progresivo viraje hacia el pensamiento reaccionario, algo que le ha ocurrido a otros compañeros de generación, como el propio Tamames, ha dado más titulares que lo relacionado con toda su obra junta. Entre sus actividades más queridas, los Encuentros Eleusinos en los que hablaba de filosofías orientales, epicureísmo, cultos solares y, por supuesto, orgasmos. En ellos han participado amigos como Luis Alberto de Cuenca, Jorge Vestrynge, Santiago Abascal, Toni Cantó o Juan Manuel de Prada.

Apariciones televisivas míticas

Uno de sus cometidos más apreciados fue la conducción de diversos programas culturales en televisión, mostrando su faceta divulgativa sobre todo en el terreno literario, en especial Negro sobre blanco, que dirigió y presentó entre 1997 y 2004 en Televisión Española, que incluía un coloquio con diversas personalidades culturales del momento. Un formato que trasladó a Telemadrid en Las noches blancas. Una de sus apariciones más míticas se produjo en 1989, cuando presentaba el programa El mundo por montera en TVE, cuando uno de sus invitados, Fernando Arrabal, empezó a desvariar en directo para hablar del ‘milenarismo’, un momento que quedó incrustado en la cultura popular del momento.

Una de sus hijas, Ayanta Barilli, ha seguido sus pasos y es escritora y periodista, en estos momentos en la emisora esRadio.