
Se acaba de presentar el informe Global Status of Teachers 2024, publicado por Education International, que ofrece un panorama desafiante acerca de la situación del profesorado en todo el mundo. Education International es la mayor federación global de sindicatos de la educación. Representa a más de 33 millones de docentes y trabajadores del sector en 180 países. Para este informe, dos investigadores de la Universidad de Deakin (Australia) analizaron datos recogidos a partir de encuestas a 204 organizaciones sindicales en 121 países, complementadas con entrevistas a docentes de diversas regiones.
El estudio combina datos cuantitativos y cualitativos, recolectados en cinco idiomas, e incluye testimonios de docentes de África, Asia-Pacífico, Europa, América Latina, América del Norte y el Caribe. Gracias a su enfoque global, el informe identifica tanto desafíos compartidos como particularidades regionales en torno a las condiciones de trabajo, los derechos laborales, el estatus profesional y el bienestar docente.

Docentes en crisis: un desafío global
La docencia enfrenta una crisis que atraviesa fronteras. La escasez de personal es un problema estructural, especialmente en la educación secundaria, la educación especial y en áreas clave como matemáticas, ciencias e informática. Las causas son múltiples: salarios bajos en relación con el nivel de formación y responsabilidad, jornadas laborales que exceden ampliamente el tiempo dedicado a la enseñanza, pocas oportunidades de desarrollo profesional y un estatus social en declive en muchos contextos.
Además de la falta de personal, el informe señala las limitaciones que enfrentan los docentes para ejercer sus derechos laborales y sindicales. En varios países, existen restricciones legales y prácticas que dificultan la libertad de expresión, la negociación colectiva y el derecho a la protesta. La ausencia de un diálogo efectivo entre los gobiernos y las organizaciones docentes limita la capacidad del profesorado para influir en las políticas educativas.
Otro punto crítico es el deterioro de las condiciones laborales: sobrecarga de trabajo, clases superpobladas, falta de recursos pedagógicos y entornos que no siempre garantizan el bienestar físico ni emocional de los docentes. La discriminación por género, ideología o pertenencia étnica persiste en ciertos contextos, afectando tanto la práctica docente como el acceso a oportunidades de crecimiento profesional.
El informe también advierte sobre el impacto de la insuficiencia del financiamiento público en la educación. La falta de recursos afecta la calidad de la enseñanza y perpetúa desigualdades que alcanzan tanto a los docentes como a los estudiantes. La deserción docente, impulsada por el agotamiento, la falta de apoyo institucional y la precarización del trabajo, es un fenómeno que se repite en distintos países.
Por último, se destaca un deterioro en la percepción social de la docencia. Aunque durante la pandemia de COVID-19 quedó en evidencia el papel crucial de los docentes para sostener el derecho a la educación, ese reconocimiento no se tradujo en mejoras concretas en sus condiciones laborales ni en su estatus profesional.

¿Cómo revertir la crisis?
Frente a este panorama, el informe propone una serie de medidas para fortalecer la profesión docente a nivel global:
- Mejorar las condiciones salariales y laborales para que resulten competitivas y atractivos. Pero no basta con eso: también es necesario reducir la carga de trabajo, garantizar el acceso a oportunidades de formación continua y ofrecer perspectivas de crecimiento en la carrera docente.
- Proteger los derechos laborales y establecer espacios de diálogo social efectivos e inclusivos, donde la participación docente en la elaboración de políticas educativas no sea una concesión, sino un derecho.
- Impulsar el desarrollo profesional, ya que la formación continua es esencial para responder a los desafíos del siglo XXI. Esto implica no solo ofrecer oportunidades de capacitación, sino también brindar el tiempo y los recursos necesarios para que los docentes puedan aprovecharlas.
- Asegurar una financiación pública que garantizar los recursos adecuados para la educación es clave no solo para mejorar las condiciones de trabajo de los docentes, sino también para asegurar el derecho a la educación de todos los estudiantes.
- Regular la participación de actores privados en el sector educativo es otro aspecto crucial, para evitar que la lógica del mercado prime sobre el derecho a una educación de calidad.
La crisis de la docencia no es un problema aislado: está profundamente vinculada con la calidad de los sistemas educativos y, en última instancia, con el futuro de las sociedades. Dignificar la profesión docente no es solo una deuda con quienes enseñan, sino una inversión en el derecho a la educación para todos.
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