
Con el ciclo lectivo ya cerrado, empiezan a surgir preguntas en torno a los alcances de la educación a distancia. Principalmente, ¿cuánto pudieron enseñar los maestros y cuánto pudieron aprender los alumnos? Según una nueva encuesta, la gran mayoría de los docentes debió reducir el programa que tenían previsto en marzo, antes de que se suspendieran las clases presenciales. De cara al futuro, dudan sobre si sus estudiantes podrán recuperar los contenidos postergados.
Ante la interrupción del vínculo presencial, los docentes tuvieron que adaptar los programas. Según declaran no solo bajaron los temas abordados (86%), sino que también optaron por reducir la profundidad en su tratamiento (74%). Los trabajos grupales y las instancias de evaluación también cayeron a raíz de la cuarentena.
La paradoja surge en que, a pesar de esos recortes, el 78% considera haber trabajado más que en el ciclo lectivo 2019. Entre ellos, el 59% reconoció un esfuerzo “mucho mayor”.
“La sensación es que hubo un esfuerzo enorme por parte de los docentes y los resultados fueron malos. La cuarentena empezó en marzo, apenas iniciadas las clases. Se fue renovando cada dos o tres semanas sin una hoja de ruta clara. Eso impidió planificar el año. Todo estuvo marcado por la incertidumbre”, dijo a Infobae Sebastián Katz, docente porteño e integrante de “Abramos las escuelas”, el colectivo de maestros que impulsó la encuesta.
La encuesta, si bien no toma una muestra representativa a nivel nacional, sí es un termómetro a tener en cuenta. La respondieron 2.030 maestros, con participación de las 24 jurisdicciones, tanto de escuelas públicas como privadas, de los tres niveles educativos.
Ante la consulta por la posibilidad de recuperar los contenidos perdidos, surgen respuestas alarmantes. El 40% piensa que esos saberes nunca van a ser recuperados, el 33% creen que van a ser necesarios más de dos años, el 21% considera que solo hace falta un año, mientras que el 4% entiende que no hace falta recuperarlos.
“Este año trajo a la fuerza una priorización curricular que hace rato nos debíamos en el sistema educativo. La jerarquización es válida y útil, pero lo que pasó es que muchos de estos contenidos marcados como esenciales no se pudieron trabajar. Sobre todo no se pudieron trabajar con todos los estudiantes. La escuela en 2020 deja trayectorias totalmente heterogéneas”, explicó a Infobae Melina Furman, profesora de la Universidad de San Andrés.
La especialista sugirió que una posible solución es “el agrupamiento flexible” de acuerdo a cuánto aprendió cada chico este año, con clases de apoyo para los estudiantes más rezagados. “Vamos a necesitar un trabajo focalizado en 2021. Va a ser difícil, pero es algo que tenemos que poder hacer para mitigar daños y seguir avanzando en el próximo ciclo lectivo”, planteó.

El gran interrogante que se abre de cara a 2021 es cuántos chicos abandonarán la escuela. Con el correr de los meses, el contacto entre los docentes y alumnos cayó. En la encuesta, el 34% manifiesta incluso haber trabajado con menos de la mitad de su curso. Mientras que solo el 5% asegura haber tenido comunicación fluida con todos los estudiantes.
“Los resultados de la encuesta marcan eso: sentimos que trabajamos más pero enseñamos menos, los chicos aprendieron poco y muchos perdieron contacto con la escuela”, agregó Katz.
En general, los docentes no estaban acostumbrados al uso diario de la tecnología. Solo el 37.5% de los maestros trabajaba con entornos virtuales de manera habitual. Con el cierre escolar, debieron aprender sobre la marcha para sostener las clases a distancia. Las tres aplicaciones que más usaron fueron las videollamadas, el correo electrónico y WhatsApp.
Mirtha, una docente de primaria en Paraná, Entre Ríos, contó parte de su experiencia: “Ser docente y a la vez ser madre de chicos en edad escolar este año ha sido muy difícil. Tuve que dar menos temas, no ir más allá de lo básico, y a la vez ayudar con sus clases a mis hijos, las cosas de la casa. Nunca sabíamos si algún día íbamos a volver a la escuela. Fue muy duro”.
Con miras al futuro, la emergencia de 2020 ratificó la necesidad del aula. Casi todos los docentes piensan que la virtualidad no puede reemplazar a las clases presenciales. Muchos de ellos (el 64%) entiende que las clases presenciales deberían haber vuelto antes en el país.
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