Una fábrica de salchichas que se incendió será reconvertida en la sede de una universidad

De origen ruso, León Podgaetzky se instaló en Buenos Aires en 1927. Por influencia de su familia, ligada a la industria vacuna, se hizo camino en una carnicería en Ciudadela. El negocio experimentó un ascenso lento pero paulatino. Tanto que le permitió varias décadas después, en 1968, adquirir junto a su hermano un predio enorme en Villa Tesei, Hurlingham, en el que desarrollaron su embutido estrella: la salchicha. Salchichas en cantidad y en poco tiempo gracias a la compra de una maquinaria hasta entonces inédita.

Veinte años más tarde, el éxito de la fábrica de salchichas llegó a oídos de una importante compañía de la industria alimentaria que absorbió el emprendimiento ruso. Desde 1989 hasta 2013, funcionó la célebre planta frigorífica Tres Cruces que llegó a tener 250 empleados. Su final fue precipitado, se adelantó más de la cuenta. El 18 de agosto de 2013, a las 10:15 comenzó un incendio insaciable que, en su pico, alcanzó a tener llamas de 25 metros.

Treinta y cinco dotaciones de bomberos trabajaron durante horas para aplacar el fuego. Cuando lo lograron, el 70% de la planta había sido arrasada. No hubo heridos y hasta hoy se desconoce cómo se provocó el incendio. Lo que sí, la fábrica se vio obligada a cerrar y nunca más produciría sus salchichas. Al contrario, tres años después de estar inutilizada, le surgió un destino impensado: convertirse en una universidad.

En diciembre de 2014, a través de la Ley 27.016, se creó la Universidad Nacional de Hurlingham. "Tuvimos que buscar predio en la zona. Fueron cuatro meses de búsqueda porque en el Conurbano no es fácil. En general, no hay tierras ni edificios libres. Encontramos esta fábrica. Hicimos la consulta a los arquitectos a ver qué posibilidad de refacción había. Todos nos recomendaron comprar el edificio por ser el que más posibilidades de expansión tenía", contó a Infobae Jaime Perczyk, rector de la institución.

En marzo de 2016, la UNAHUR abrió sus puertas en la inmensa manzana de 21.277 metros cuadrados de Teniente Manuel Origone 151. Invirtieron 31 millones de pesos en el predio y, con dinero excedente, construyeron las primeras aulas siguiendo un modelo de cuidado medioambiental que busca reciclar las estructuras existentes. Hoy tienen 6.500 alumnos dispersos en 21 carreras, entre ingenierías, licenciaturas, tecnicaturas y profesorados. En cinco años, esperan llegar a los 15.000 estudiantes, por lo que intensifican su expansión.

"El plan de refacciones tiene que ver con el crecimiento de la universidad. Nos sorprendió gratamente la respuesta de la comunidad. Evidentemente vino a llenar una demanda insatisfecha", sostuvo Perczyk, que agregó: "Nuestros ejes son la educación, los servicios de salud, la ingeniería y la biotecnología".

En Hurlingham funciona la sede central del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). De allí surge una "vinculación de grado" con la alta casa de estudios. De hecho, una de las grandes obras que llevan adelante, de más de 2.000 metros cuadrados, apunta en esa dirección: será la sede del Instituto de Ingeniería y Biotecnología. Su edificio se erige con un presupuesto de $31.894.098 que financia la Corporación Andina de Fomento (CAF).

Su construcción está avanzada en un 40%; comenzó en marzo del año pasado y se espera que finalice en septiembre de 2019. Contará con 17 aulas, tres laboratorios (física, biología e informática) y tres oficinas. En total, podrá albergar a 900 alumnos. Se darán carreras que hoy ya imparten en la universidad como ingeniería metalúrgica, eléctrica, diseño industrial, licenciatura en biotecnología, medioambiental y, a partir de 2018, sumarán informática y tecnología de los alimentos

A su vez, llevan adelante una refacción destinada a educación y salud que se encuentra en un 12% y que, en su mayoría, estará para fines de 2018. En ese edificio, dictarán los primeros tres posgrados de la universidad que ya aprobó la CONEAU: alfabetización, docencia universitaria y educación física y discapacidad.

En un principio, la UNAHUR logró reconocimiento por tener el único profesorado universitario de inglés en el Conurbano. Ahora, sus proyectos edilicios atraen las miradas. Están licitando un acuerdo por 20 aulas más que, a final de cuentas, dará un total de 61. Ya tienen un playón deportivo casi terminado, está en construcción un bar comedor y proyectan un salón de usos múltiples. Todas sus obras se concentran dentro de lo que fue, no hace mucho, una fábrica de salchichas pujante y que ahora -paradojas mediante- tiene pupitres, pizarrones y docentes que dan clases.

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