
La economía argentina atravesó un 2024 particular, con rápida transición de un país que estaba “barato” en dólares o otro que se encareció debido al “súper peso”, que se devaluó a una tasa claramente inferior a la de la inflación.
En el mismo sentido, un dólar que en todas las franjas de mercado no subió más de 30% anual, sufrió una dramática pérdida de capacidad de compra en la economía doméstica. El tipo de cambio oficial, en 1.033 pesos, aumentó en 2024 unos $224,55 o 27,8% desde los $808,45 de fin del año pasado, contra una inflación de 120 por ciento. Esto significa que la inflación anual en dólares fue de 72,2% o, lo que es lo mismo, la pérdida de poder adquisitivo del dólar fue de 41,9% en el año.
Respecto del dólar libre, la tendencia fue aún más pronunciada. A 1.230 pesos, exhibió una suba de 205 pesos o solo 20%: la pérdida de poder de compra del billete atesorado fue de 45,5%, con una inflación en dólar “blue” de 83,3% a lo largo de 2024.
¿Y qué pasó con los dólares financieros? El panorama fue similar, pues el dólar más demandado por el público, el MEP que se adquiere a través de la compraventa de bonos y cuya transacción es muy simple a través de cuentas bancarias o por billeteras virtuales y ALyC (Agente de Liquidación y Compensación), se encareció solo 17,1% anual, desde los 999,08 a los 1.169,76 pesos. La depreciación real del dólar MEP fue de 54,5%, equivalente a una inflación en dólares de 120 por ciento.
Mucho de esta tendencia declinante del dólar frente al resto de los precios de la economía a lo largo de 2024 se vinculó con la tasa de interés en pesos, delimitada por la directriz de política monetaria aplicada por el Banco Central. La entidad se fijó el objetivo de una tasa real para todo el sistema que le dio pelea a la inflación, incluidos los plazos fijos, si bien desde el 12 marzo pasado dispuso a través de la Comunicación A7978 la desregulación de las tasas mínimas de interés, incluidas las que aplican a depósitos a plazo.
Queda claro que en el último año el plazo fijo le ganó al dólar como alternativa inversora. Dada la rápida desinflación que se vino dando mes a mes, el BCRA estuvo reduciendo en sintonía la tasa de política monetaria, que inició 2024 en el 100% de Tasa Nominal Anual y concluyó en diciembre en el 32%, tras siete recortes consecutivos.
Según el BCRA, los bancos están ofreciendo hoy a sus clientes un rendimiento de 27,74% nominal anual en promedio. Esto es una Tasa Efectiva Anual (al renovar el plazo fijo mes a mes con la reinversión de intereses) de 31,53 por ciento. Esto sería unos 3,4 puntos porcentuales por encima de la inflación esperada para todo 2025, en el 28,1% según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado por la entidad monetaria entre consultoras.
En el comparativo del último año, el plazo fijo fue ampliamente ganador respecto del dólar. Y le dio dispar pelea a la inflación: el plazo fijo UVA rindió 179% anual, y el tradicional, 75% en el promedio de bancos.
Aquel que haya invertido un millón de pesos en la compra de dólar MEP un año atrás a un precio de $999,08, se habría hecho de 1.000,92 dólares. Hoy esos dólares representan 1.170.836 pesos a una tasa de cambio de $1.169,76 por MEP, o bien una ganancia anual de solo 17,1% frente a una inflación acumulada en torno a 120% interanual.
¿Qué pasó con el que hizo plazo fijo? Quien hubiera colocado el 29 de diciembre de 2023 un millón de pesos en un Plazo fijo UVA, y luego de renovar capital e intereses a lo largo de un año -en base a los sucesivos recortes de tasas que se produjeron a lo largo de 2024- estaría cobrando ahora 2.790.000 pesos, con una ganancia de 179 por ciento.
Este rendimiento le ganó a la inflación (por unos un 60 puntos porcentuales estimados) y rindió $1.619.164 más o nueve veces más -en pesos- que la compra de dólares. Pasado el beneficio a MEP, el plazo fijo UVA en dólares una ganancia de 138,3% (o unos USD 1.384), con una tenencia resultante de USD 2.385 a cotización MEP.
En este sentido, el rendimiento del plazo fijo UVA empezó a superar a la inflación a partir de febrero. Obedece a que la UVA es una variable que sigue al Índice de Precios al Consumidor (IPC) pero con un rezago de 1,5 mes. Por eso, cuando la inflación sube, el UVA queda atrasado pero, cuando la inflación baja, el UVA la supera.
Más bajo fue el rendimiento con el plazo fijo tradicional, de un 75% anual en pesos y por debajo de la inflación, que rindió $579.164 o tres veces la renta que dejó la compra de dólares. A la vez la ganancia del plazo fijo tradicional medida en dólar MEP fue de un 49,5% (o unos USD 495), con una tenencia resultante de 1.496 dólares.
GMA Capital indicó que “el plazo fijo UVA ofreció un devengamiento apenas por encima del avance los precios, algo que no era una opción a partir de bonos CER a principios de año. De esta manera, el retorno mediante un depósito a plazo indexado marcó 130% medido al ‘contado con liquidación’, aprovechando el fogonazo inflacionario que le siguió al reordenamiento macroeconómico”.
“Vinculado con esto, presenciamos un hito: el carry trade acumulado en 2024 con BADLAR igualó 42% y fue el mayor en los últimos 23 años. Así, aún sin subirse a la ola de la inflación, como los UVA, y sin aprovechar el efecto duration, como el TO26, el plazo fijo representó una excelente inversión en moneda dura”, añadió GMA Capital.
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