
La baja del riesgo país, que se aproxima a perforar los 700 puntos básicos y, con eso, dejar al Gobierno mucho más cerca de recuperar el acceso al mercado de crédito internacional, no es el único factor relevante para lograr ese objetivo.
Es, sin duda, una condición indispensable. Pero no excluyente. Otro de los requisitos también indispensables es el interés de los inversores en financiar al país, aun a pesar de su menor riesgo. Esa predisposición está, en algún punto, vinculada al volumen de deuda ya existente del país emisor en el mercado. Es decir, más allá de su supuesta capacidad y vocación de pago, influye que exista tanta oferta hay de papeles, en este caso argentinos, ya flotando en el mercado. Esa variable puede determinar el espacio para volver a colocar deuda.
Lo explicó con un gráfico que compartió en sus redes el economista Fernando Marull, donde detalló precisamente la variación del total de la deuda en títulos públicos en dólares (bonos hard dollar). El analista explicó que “con el riesgo país en 720, mejoran las chances que se abra una ventana para que el Tesoro vuelva al mercado internacional”, al que ya acceden no sólo las grandes empresas sino también algunas provincias. Recordó que la última vez que el Tesoro colocó deuda en el exterior fue en enero de 2018, pocos meses de que se cerrara el mercado para la Argentina en una colocación cuyo volumen, criticaron en su momento algunos analistas, generó señales contraproducentes. A cargo de esa emisión, claro, estaba el entonces ministro de Finanzas, Luis Caputo, que se anticipó de esa manera a las turbulencias financieras que sobrevinieron meses después y que lo llevaron a aconsejar volver al Fondo Monetario.

“Van a ser 6 años. Fueron USD 9000 millones a 12 años, con un riesgo país de 355 (tasa de 6%)” puntualizó Marull. El foco central de su posteo es que, desde esa fecha a hoy, el mercado “digirió” unos USD 30.000 millones. Puesto de otra manera, se redujo el total de bonos argentinos en el mercado global, lo que podría dejar más espacio para nuevas emisiones.
“Dato que muchos no saben. Desde esa vez, hace 6 años, la deuda soberana en bonos hard dollar bajó USD 30 mil millones. Capaz hay apetito si sigue bajando el riesgo país”, apuntó.
Ese dato, con todo, es incompleto. Se basa en la estadística del INDEC, que registra el volumen pero no los tenedores de esos títulos. De ahí que es imposible saber a priori si los grandes fondos de inversión tienen en cartera una cantidad alta o baja de los bonos en circulación. Lo explica el propio Marull. “La data que falta es la exposición de fondos: si están UW (underweight, es decir, con baja tenencia) o overweight (sobrecargados) a estos precios. Sólo sabemos que los tenedores internacionales “nominales” fueron bajando (según INDEC)”, aclaró.
Claro que antes de arriesgar una colocación, los emisores suelen sondear el interés previo, no sólo por la vocación de otorgar financiamiento al país sino también para diseñar instrumentos que maximicen ese apetito potencial. En cualquier caso, por el momento, Caputo rechazó la idea de colocar nueva deuda aunque está en carpeta la idea de avanzar en un canje de deuda para despejar el perfil de vencimientos de los próximos años.
También para esa operación resulta fundamental sostener la baja del riesgo país. De ser exitosa, esa operación para postergar pagos descomprimiría otro factor de tensión a la hora de levantar el cepo, dado que la imprescindible disponibilidad de dólares para pagar esos vencimientos ya no presionaría sobre demanda de dólares al Banco Central.
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