
(desde Washington, Estados Unidos) Mientras aguarda su reunión formal con Kristalina Georgieva, Luis Caputo ya definió su estrategia para negociar un probable acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que iniciaría en 2025. Esa estrategia del ministro de Economía se apoya en dos herramientas financieras que articula en silencio: la firma de un REPO con bancos extranjeros y la prórroga del swap chino, que implicarían partidas extras por casi 8.000 millones de dólares en los próximos cinco años.
“Yo no vine a pedir, yo vine a contar”, explicó Caputo a un grupo de inversores que ayer reunió el Banco Santander en un hotel cercano a Union Station. Esta concepción del jefe del Palacio de Hacienda significa que no aceptará ciertas condiciones del FMI para obtener un acuerdo, ya que tiene work in progress un REPO y un swap de China que funcionarían como sustitutos -más rápidos y asequibles- de los desembolsos que podría dar el Fondo en un futuro lejano.
Un cable de la agencia de noticias Bloomberg reveló anoche que Argentina negocia con el Banco Santander y el JP Morgan un REPO por 2.700 millones de dólares destinados a pagar la deuda que vence en febrero de 2025. Y para esa fecha, sino hubo complicaciones burocráticas o geopolíticas, Javier Milei ya se encontró en Beijing con Xi Jinping para definir la extensión del swap de 5.000 millones de dólares hasta junio de 2030.

En este contexto, Caputo esbozó tres parámetros financieros y económicos para definir las negociaciones con el Fondo. Se trata de una argumentación inédita que soslaya las cuestiones geopolíticas y toma en cuenta la coyuntura electoral de los Estados Unidos.
No es habitual que un ministro de Economía de un país periférico aplaque la posición dominante del FMI -y menos a 40 años de los acuerdos de Bretton Woods- para inclinarse por una línea de ayuda financiera aportada por China, que busca desplazar la influencia global de Washington.
Asimismo, Caputo asume que las elecciones presidenciales en Estados Unidos congela de hecho las decisiones institucionales en la Secretaria del Tesoro y en el propio FMI, que esperarán los resultados de la contienda que protagonizan Kamala Harris y Donaldo Trump. Cualquiera sea el resultado en la mañana del 6 de noviembre, todo se correrá hasta la asunción del nuevo jefe de Estado, que ocurrirá el 20 de enero de 2025.
Detrás de la combinación entre el swap chino y los próximos comicios en Estados Unidos, hay un factor que Caputo considera clave: el tiempo. Georgieva no puede cambiar los procedimientos institucionales del FMI -escritos cuando concluía la Segunda Guerra Mundial-, que establecen plazos larguísimos para las urgencias y necesidades del Palacio de Hacienda.
“El Fondo no nos dará un acuerdo con desembolsos extras para diciembre. Ya no hay tiempo”, sintetizó un miembro del Gobierno ante la consulta de Infobae.

Además del factor tiempo, que la directora gerente, el staff y el board del FMI no pueden resolver, Caputo también estableció el monto del programa como variable para iniciar una negociación con el organismo multilateral de crédito. El ministro sabe que un eventual acuerdo implica nuevas condiciones a cambio de partidas extras, que se sumarían a las reservas del Banco Central.
Caputo cuenta con un posible REPO y la probable extensión del swap, entonces para aceptar ciertas recomendaciones del FMI que pueden trabar su programa de ajuste, el ministro considera que el posible desembolso no debería ser menor a 10.000 millones de dólares.
“Esto funciona como un mecanismo de suma cero. Si el FMI nos da los fondos que queremos, estamos dispuestos a cumplir determinadas metas. Pero si no nos dan esas partidas, necesarias para nosotros, porqué vamos a poner en jaque todo el plan de ajuste”, argumentó un influyente funcionario argentino que casi no duerme en DC.
Frente al FMI, la hoja de ruta de Caputo aparece sin dificultades semánticas: necesita que los plazos sean cortos y que el desembolso sea extraordinario.
Y a estas dos condiciones, el ministro suma una tercera: qué metas se deben cumplir a cambio del nuevo programa.
El staff del Fondo pretende la apertura del cepo, una decisión política y financiera que Javier Milei y Caputo van a asumir acorde a sus tiempos. Ello significa que no se plegarán a las exigencias del FMI, que en los programas habitualmente se denominan metas.
Conclusión: Caputo no descarta negociar un nuevo acuerdo con el Fondo, pero en su reunión con Georgieva -que aún no tiene día y hora oficial- planteará sus parámetros de plazos, desembolso y objetivos a cumplir.
Si la directora gerente no puede garantizar estas variables, la negociación de un probable acuerdo se postergará para 2025.
“Yo no vine a pedir, vine a contar”, repite Caputo como una letanía, cada vez que se reúne con los funcionarios e inversores en DC.
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