
“Tu egoísmo y tu soledad son joyas en el barro de la mediocridad”, dice una de las más lindas canciones del rock argentino. ¿Cuál es la combinación justa entre egoísmo y soledad, como para que dejen de ser defectos y brillen?

Lou Andreas-Salomé
eBook
$8,99 USD
Esa dosis precisa podría entenderse a partir de la categoría psicoanalítica de narcisismo, que ensalza el complemento erótico del amor por uno mismo, así como una soledad que no está hecha de aislamiento, sino a partir de cierta intransigencia virtuosa, la de no ceder en lo propio en favor del otro.
De este modo, el egoísmo y la soledad se redefinen; el primero ya no denota una actitud mezquina, sino de cuidado, un cuidado que también incluye al otro (porque ese “ego” no es individual), al punto de que se le puede entregar la vida a ese otro, pero atención: nunca será al modo de ceder.
La canción de Los Auténticos Decadentes nombra un tipo de personalidad muy puntual, que Freud atribuyó principalmente a las mujeres que llamó “narcisistas”. En la serie de ese narcisismo situó a los felinos, los criminales… Esta serie alcanza para concluir que Freud no tenía una visión muy amable de ese narcisismo, tal vez porque pensaba el egoísmo y la soledad desde una perspectiva demasiado masculina.
Ahora bien, ¿existe un narcisismo femenino? ¿Puede un hombre relacionarse con el narcisismo de una mujer sin alimentar subrepticiamente la fantasía de que será traicionado? Para responder estas preguntas es que se vuelve indispensable pensar en el vínculo de Freud con Lou Andreas-Salomé y en el de esta con el psicoanálisis en su conjunto.
Un libro reciente, de excelente factoría, nos pondrá sobre la pista de algunas respuestas: Lou Andreas-Salomé. La filósofa del psicoanálisis, de Florencia Abadi y Matías Trucco.

Una mujer excepcional
Lou Andreas-Salomé fue una mujer excepcional. Muchos la conocen por sus amoríos (por ejemplo, el vínculo con Nietzsche o Rilke), menos la han leído. Abadi y Trucco dicen con razón que se trata de una autora “olvidada”. La atracción por el personaje muchas veces desvió del núcleo de un pensamiento original y contundente, que todavía nos podría hacer reflexionar en el mundo actual.
Lou Andreas-Salomé fascinaba ya en su época. Freud hizo con ella excepciones que no se permitía con los demás. La incluyó en su grupo selecto de los miércoles sin atravesar la prueba de una presentación específica. La autorizó a practicar el psicoanálisis sin haberse analizado, aunque mejor habría que decir que Lou se autorizó a sí misma sin el visto bueno de Freud…
Ahora bien, esto no quiere decir que Lou no respetara a Freud. Al contrario, lo eligió siempre por sobre cualquier adversario (por ejemplo, Adler) e incluso cuando escribe textos es sumamente prolija en sus críticas. Nunca lo desafía; más bien es como si ella quisiera decir qué es lo que Freud dice, incluso cuando este no lo sepa.
Cuando se lee a Lou, se tiene la impresión de que su propósito es decirnos qué habría dicho Freud si hubiese sido mujer, como si muchas de las formulaciones de este gran padre del psicoanálisis hubieran quedado atrapadas en su perspectiva masculina. Mujer excepcional y también singular, Lou hizo de lo femenino un campo que debía ser investigado con una vía personal.
Tal vez por esto mismo, cuando Freud se preocupó porque su hija Anna estuviera muy apegada a él, no dudó en delegarle a Lou el lugar de confidente. Lou era refractaria a los movimientos de liberación de su época, pero no a que el vínculo entre mujeres fuese un ámbito de iniciación y revelaciones.

EL SER HUMANO COMO MUJER
eBook
$8,99 USD
Y tan fiel era Lou a Freud, que no veía nada malo en ese apego de la hija por el padre. Todo lo contrario. Podríamos pensar que, una vez más, Freud creía que el Edipo tenía que ser trascendido, mientras que Lou veía en el Edipo una trascendencia. Quizá de esta diferencia es que proviniese una idea posterior de Freud, la de que la hija no abandona jamás ese complejo nuclear.
Tal vez, desde su óptica masculina, Freud creía que el Edipo para la mujer reforzaba la dependencia como “nena de papá”, mientras que para Lou es un factor de fuerza femenina el hecho de ser la hija de un hombre, mucho más si este es uno de la talla de Freud.
La gata narcisista del psicoanálisis
En una velada de 1913 –según Abadi y Trucco reconstruyen a partir del diario de Lou–, Freud habría contado la anécdota de una gata que entró por la ventana de su consultorio:
Con elegante agilidad caminó entre las antigüedades que decoraban el espacio. Su caminata ronroneante enterneció a Freud, quien hizo que le sirvieran leche. Desde entonces, la gata lo visitó diariamente en su consultorio, caminó entre sus adoradas figuras y estatuillas, y fue merecedora de un plato de alimento. Sin embargo, a pesar de este gesto de apertura y cariño por parte de Freud, la gata continuó sin mostrar interés alguno por él.

Al terminar el relato, Freud interroga a Lou por su interés tan vivo por el psicoanálisis. La relación ya está hecha. Como muy bien destacan Abadi y Trucco, a nadie le puede pasar desapercibido que, al año siguiente, en el artículo que introduce la noción de narcisismo en psicoanálisis, Freud escriba lo siguiente:
Con el desarrollo puberal, por la conformación de los órganos sexuales femeninos hasta entonces latentes, [a la mujer] parece sobrevenirle un acrecimiento del narcisismo originario. […] En particular, cuando el desarrollo la hace hermosa, se establece en ella una complacencia consigo misma que la resarce de la atrofia que la sociedad le impone en materia de elección de objeto. Tales mujeres solo se aman, en rigor, a sí mismas, con intensidad pareja a la del hombre que las ama. Su necesidad no se sacia amando, sino siendo amadas, y se prendan del hombre que les colma esa necesidad. La importancia de este tipo de mujer para la vida amorosa de los seres humanos ha de tasarse en mucho. Tales mujeres poseen el máximo atractivo para los hombres, y no solo por razones estéticas (pues suelen ser las más hermosas); también, a consecuencia de interesantes constelaciones psicológicas.
Luego, Freud establece la relación entre las mujeres narcisistas y “ciertos animales que no parecen hacer caso de nosotros, como los gatos…”. Sin embargo, el párrafo es difícil y tiene que ser analizado con detalle.
Porque una lectura trivial podría suponer que Freud opone amar y ser amada. La idea es un poco más compleja. La narcisista no es la mujer caprichosa y veleidosa que solo busca ser halagada. La narcisista busca el amor en el hombre, quizá más que al hombre. No ama al hombre, sino su amor.
Freud es muy sutil: amar el amor del hombre, en la medida en que este tiene una suerte de potencia, es diferente al simple anhelo neurótico de ser deseada. Ahora bien, en cualquier situación, lo que sí es cierto es que para Freud esa posición –la de amar el amor– tenía que ser superada y, para el caso, esa superación tenía un nombre específico: maternidad.
La concepción de la maternidad en Freud es muy contra-intuitiva. No se reduce al mero hecho de parir y tener hijos. Lo materno es, para él, un pasaje de un narcisismo cerrado sobre sí a una instancia de receptividad –por eso, desde su punto de vista, el hijo es un don. Lo que sí es claro es que, según Freud, ese pasaje se consigue a través de un hombre.
En este punto, se entiende mejor la pregunta de Freud a Lou: ¿podrás amarme más allá de estar enamorada de mí, o de tu amor por el psicoanálisis que yo represento? ¿Podrías ser capaz de amarme, como para recibir de mí el psicoanálisis freudiano? Freud nunca pudo dejar de pensar los vínculos en términos de sucesión y filiación.
Creo que la respuesta es sí, definitivamente. Lou nunca tuvo hijos y si se casó fue por una mera contingencia. Nunca se ató necesariamente a un hombre; sin embargo, fue una gran teórica de la receptividad. Fue una gran traidora, que supo que el amor más verdadero es el que traiciona para ser fiel.
Para entender un poco mejor esta cuestión, tendríamos que detenernos en los artículos de Salomé sobre lo femenino. Nunca nadie dijo con palabras tan diferentes a las de Freud, la esencia del pensamiento freudiano.

Fenitschka / Un desvío
eBook
$8,99 USD
Una psicoanalista de lo femenino
Freud era demasiado hombre. Su teoría es la de un hombre. La pulsión es parcial y debe luchar con su integración. El deseo debe abandonar el objeto primario (la madre) y tender a la exogamia. La libido es activa y, por lo tanto, masculina. Es complicado que sus aportes sobre lo femenino no se lean como prejuicios insensatos.
Por ejemplo, Freud proponía que el clítoris era un pequeño falo que, con el desarrollo normal, debía ceder su privilegio a la vagina. Varias generaciones de psicoanalistas mujeres pusieron la voz en alto contra planteos de este tenor. Sin embargo, ¿es posible leer la enunciación de Freud más acá de sus enunciados?
Eso es lo que hizo Lou Andreas-Salomé, para ser freudiana a su manera, con su propio y singular estilo. En principio, cabe destacar que mucho antes de acercarse al psicoanálisis ella ya había escrito la feminidad y, con el tiempo, el encuentro con Freud le otorgó una vía de pensamiento y un vocabulario técnico para expresarse mejor.
Por un lado, Lou toma todo lo que dice Freud, pero le quita la hojarasca viril y rescata la intuición de fondo. En la mujer hay algo infantil y primitivo… está bien, pero esto se debe a que lo femenino está en relación con una instancia de indiferenciación y esa es una de sus potencias, asociada a lo pre-individual y lo impersonal.
En un artículo de 1899 titulado “El ser humano como mujer”, Lou toma las imágenes del óvulo y el espermatozoide para proponer que lo femenino tiene una forma circular y se orienta hacia el interior, mientras que el espermatozoide funciona como una línea recta y avanza hacia un fin.

De acuerdo con esta metafísica biológica, Lou distingue lo femenino del ámbito de los logros y las adquisiciones, de la lucha masculina, para situar algo que solo muchas décadas después Jacques Lacan reconocerá en la mujer: un goce sin causa, que se llama “Felicidad”, pero también gratitud. En un pasaje muy bello, Abadi y Trucco lo dicen de este modo:
La gratitud suele ser definida por Salomé como la felicidad por los regalos de la vida, que para ser efectivamente regalos deben ser recibidos desde una apertura libre de metas y objetivos.
Así llegamos a una sentencia elocuente del pensamiento de Lou: “Los varones pelean, las mujeres agradecen”. Ahora bien, esta circularidad de lo femenino tendrá una elaboración posterior a partir del encuentro con Freud. Para Lou, el psicoanálisis es la vía para retomar una exploración de lo femenino a través del narcisismo, en la medida en que –como dicen Abadi y Trucco– “la regresión femenina [narcisista] no es un mero retroceso […] sino que más bien representa un progreso diferente, otra forma de maduración”.
En un artículo “Sobre el tipo femenino”, Lou reformula diferentes nociones freudianas para dar un nuevo contenido. Por ejemplo, para Freud el placer previo era preparatorio del orgasmo. Nuevamente esta es una concepción masculina de la sexualidad. Lou entiende que lo preliminar es independiente de una finalidad. Así es que puede decir que “lo femenino debe definirse como aquello que ya en el dedo meñique tiene toda la mano”.
Esta línea de pensamiento se continúa en un texto de 1928 –el último que comentaré– que tuvo un título sugerente: “Sobre las consecuencias de que no fuera la mujer quien matara al padre”. La referencia implícita es el mito freudiano de una horda primitiva, en la que están un padre, sus hijos y las mujeres. Son los hijos quienes se organizan para matar al padre, que los priva del goce y, consumado el acto, se subordinan por la culpa.
Es bien interesante lo sutil de planteo: hay padre, hay hijos, pero no hay madres e hijas, sino mujeres. Por lo tanto, la lógica de sucesión –la diferenciación filiatoria entre madres e hijas– no las alcanza a estas últimas. Lou entiende que la culpa es un motor de la renuncia al narcisismo en los varones, narcisismo que las mujeres conservan.
Ahora bien, el alcance de esta conservación lleva al hueso de constitución de un linaje. Entre mujeres, las relaciones pueden fraternizarse al modo masculino (iglesia o ejército), o bien apelar a un estilo de transmisión diferente. No es cierto que las mujeres no hayan matado al padre, sino que no precisan dejar de amarlo para hacerlo. Cada vez que una mujer ama a un hombre, mata a su padre. Y con ese asesinato le demuestra su fidelidad, una que no depende de la culpa, sino del amor mismo.
En cierta medida, la diferencia entre Lou y Freud se basa en que, para este último, el amor al padre requiere una obediencia retroactiva, que pasa a través del odio. Lou es mucho más simple: alcanza con amarlo hasta que muera; no con una promesa de amor eterno, sino con lo mortífero de un amor que, si es tal, toma todo lo que precisa y hace que el amado se rinda.
Freud tenía la idea de que el Yo de las mujeres estaba conformado a partir de los saldos de las relaciones amorosas que habían tenido. Nuevamente se trata de una idea que podría ser calificada de prejuiciosa, hasta que pensamos que bien podría haberla escrito para Lou y se revela mucho más profunda.

Aprendiendo con Freud
eBook
$11,99 USD
Una pensadora contemporánea
Son muchos otros los aspectos de la obra de Lou Andreas-Salomé que podría haber destacado en esta breve recensión. Hubiera podido detenerme en el artículo por el que es más conocida (“Anal y sexual”), así como en el ensayo El erotismo –que es de lectura inevitable para quienes quieren escapar a los slogans del discurso sexológico actual.
Respecto de su vida, a las conocidas relaciones con Rilke y Nietzsche, también se le podría agregar el vínculo con Tausk, que tanto inquietó a Freud; pero más allá de los detalles, lo cierto es que esta fue una mujer de esas que vivió varias vidas en una sola vida. Lo que no se le puede negar es una inmensa pasión por vivir una vida, la suya.
Florencia Abadi y Matías Trucco escribieron un ensayo, que precede una muy elegante selección de textos, que contempla todos estos puntos y los extiende con reflexiones precisas. No puedo dejar de mencionar los desarrollos que llevan hacia una perspectiva religiosa en el pensamiento de Lou. Esta sección es impecable.
El psicoanálisis es una disciplina en la que la voz de las mujeres estuvo desde el inicio. Freud incentivaba a sus discípulas a convertirse en analistas, las impulsaba a publicar, etc. No se puede decir que siempre las haya escuchado, aunque la revisión que hace hacia el final de su vida sobre el Edipo femenino lleva la huella de lo que las colegas mujeres le decían. En ese concierto, la de Lou Andreas-Salomé fue una palabra especial.
En nuestros días, psicoanalistas como Françoise Davoine, Anne Dufourmantelle y más recientemente Cynthia Fleury nos acostumbraron a un psicoanálisis bien pensado con una voz femenina. Lou Andreas-Salomé quizá haya sido la primera, no en escribir psicoanálisis y ser mujer, sino en escribir un psicoanálisis apoyado en su condición de mujer.
Estamos en diciembre, cuando es preciso elegir el libro que más nos gustó, el que llena el casillero de “El libro del año”. Muy bien, queridos lectores, aquí está el mío. Les aseguro que este de Florencia Abadi y Matías Trucco tiene todo lo que espero de un libro excelente. Van a aprender un montón de cosas y se van a quedar pensando muchas más.
Últimas Noticias
Juana Libedinsky: “Jane Austen mostró una época en que se casaban por razones económicas, hoy por una visa”
Los bailes, los amores y la crítica social se unen en la autora inglesa que nació hace 250 años y sigue teniendo clubs de fans. Un nuevo libro le hace honor

“Ruralismo”, una oda al campo, la nostalgia y la resistencia
La visión de Vanesa Freixa en su ensayo destaca cómo la pérdida del mundo campesino debilita comunidades y plantea interrogantes sobre la capacidad de adaptación ante desafíos económicos y ambientales

La íntima historia de Barcelona junto al Mediterráneo: de puerto romano a capital global
El desarrollo de la ciudad catalana está marcado por su relación con el mar, desde la antigüedad hasta el presente, con transformaciones económicas, sociales y urbanísticas

Sundance 2026, un festival marcado por la memoria de Robert Redford y el adiós a Park City
Será la primera edición del gran encuentro del cine independiente mundial desde la muerte de su fundador y también, la última vez que se realiza en la villa de invierno del estado de Utah

El son cubano y otras expresiones latinoamericanas ingresan al Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco
La Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas, reunida en Nueva Delhi, reconoce este año tradiciones musicales, rituales y celebraciones del continente americano


