
Sofia Coppola, una de las voces más singulares del cine contemporáneo, expresó su preocupación por la proliferación de la violencia en las películas, especialmente en un contexto donde “hay tanta violencia armada” en Estados Unidos. La directora, reconocida por su estilo visual y narrativo, compartió estas reflexiones durante una clase magistral en el Festival Nouvelles Vagues de Biarritz, al sudoeste de Francia, donde fue invitada como huésped de honor.
Durante su intervención, Sofia Coppola dejó claro que no se siente atraída por el cine violento. “No me gustan mucho las películas violentas”, afirmó ante el público reunido en el festival, que celebró su tercera edición en la pintoresca ciudad de la costa francesa. La cineasta, que viajó desde Nueva York para participar en el evento, explicó que la omnipresencia de la violencia armada en su país hace que le resulte difícil disfrutar de películas que la explotan en exceso. “Es muy difícil ver esas películas. Los viejos westerns son geniales, pero la forma en que la violencia se exagera ahora resulta inquietante”, señaló.
La directora matizó que, aunque rechaza la violencia gratuita, reconoce el valor narrativo que puede tener en manos de ciertos cineastas. Citó a Martin Scorsese como ejemplo de un realizador cuya obra la utiliza con un propósito dramático claro. “Me encanta Scorsese, así que hay momentos para ello”, comentó. Añadió que los temas violentos pueden resultar interesantes o sugerentes, pero aclaró: “Realmente, lo sangriento no es para mí”.

La presencia de Sofia Coppola en el festival coincidió con la proyección de Las vírgenes suicidas, su ópera prima, en una edición patrocinada por Chanel y dedicada a destacar películas que ponen el foco en la juventud, tanto delante como detrás de la cámara. La cineasta aprovechó la ocasión para rememorar su infancia, su temprana pasión por la moda y la fotografía, y el proceso de creación de la película que la catapultó a la fama internacional.
Durante la charla, Coppola reveló que inicialmente un director masculino estaba desarrollando la adaptación de la novela The Virgin Suicides de Jeffrey Eugenides. “Cuando leí el libro, me encantó, y escuché que un hombre iba a hacerla. Él iba a hacerla muy oscura y sexual. Pensé: ‘Así no lo veo yo. Espero que no la hagan así’”, recordó. Decidió entonces adaptar algunos capítulos para aprender cómo se transforma una novela en guion cinematográfico. Más adelante, cuando se sintió preparada, pidió a los productores que considerasen su versión si el proyecto original no prosperaba. Finalmente, dirigió la película, que se estrenó en el Festival de Cannes en 1999 y se consolidó como un clásico de culto.
En ese contexto inició su carrera, hace más de veinte años, cuando pocas mujeres tenían la oportunidad de dirigir proyectos codiciados. “Cuando empecé, éramos muy pocas”, afirmó. Sin embargo, ha percibido un “gran cambio” en los últimos años. “Es muy emocionante ver a muchas más directoras, muchas directoras jóvenes”, subrayó, destacando el avance en la representación femenina en la industria cinematográfica.

Al hablar de las fuentes de inspiración para los personajes femeninos jóvenes que pueblan sus películas, la directora de Perdidos en Tokio y María Antonieta mencionó “todas las películas de Jane Campion” y la cinta francesa La Boom (1980) de Claude Pinoteau, protagonizada por una joven Sophie Marceau. Estas referencias han influido en la construcción de universos donde la búsqueda de identidad es un tema recurrente, aseguró.
La cineasta identificó un hilo conductor en su filmografía: muchas de estas historias exploran la cuestión de “encontrar tu identidad”. “Cuando naces en un determinado entorno, ¿vas a seguir ese camino o descubrir quién quieres ser?”, planteó.
El entorno familiar de Coppola jugó un papel determinante en su vocación. “Siempre había cámaras alrededor mientras crecía. Hacíamos películas de niños con mi padre y mis hermanos. Era algo que hacíamos por diversión”, relató. La directora, hija del legendario cineasta Francis Ford Coppola, explicó que crecer rodeada de varones la impulsó a desarrollar sus propios gustos y personalidad. “Mi habitación era mi mundo muy femenino porque todo lo demás era bastante masculino en mi entorno”, confesó. La fotografía, según dijo, le ayudó a definir su punto de vista y a distinguir lo que le gustaba de lo que no.

Coppola se describió como una persona “muy opinada” en cuanto a sus preferencias, y destacó su faceta de artista visual y curadora. Cada una de sus películas se caracteriza por una estética específica, una atmósfera singular, vestuarios cuidadosamente seleccionados y bandas sonoras originales. En este último aspecto, cuenta con la colaboración de su esposo, Thomas Mars, líder de la banda francesa de indie rock Phoenix.
El proceso creativo de la directora comienza antes de escribir el guion. “Empiezo a recopilar imágenes y a escuchar música, para entender primero cuál es la sensación”, explicó. Este proceso, que ha dado forma a sus ocho largometrajes, se encuentra documentado en Archive, su primer libro, publicado el año pasado. Y en el ámbito familiar, reveló que su hermano Roman, también cineasta y colaborador habitual de Wes Anderson, es la primera persona a la que muestra sus guiones. “Realmente confío en él”, aseguró.
El Festival Nouvelles Vagues de Biarritz, presidido por Jérôme Pulis y dirigido por la delegada general Sandrine Brauer, comenzó la noche del martes 24 de junio con la proyección de Nouvelle Vague, un homenaje de Richard Linklater al rodaje del clásico de la Nouvelle Vague francesa Sin aliento de Jean-Luc Godard.
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