La historia de Jorge Barón Biza llegó al New Yorker

Bajó el título “Cómo Jorge Barón Biza convirtió su tragedia familiar en ficción” y a diez años de la novela “El desierto y su semilla”, la revista estadounidense contó la triste historia de esta familia cordobesa de escritores y políticos

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Jorge Barón Biza (Ilustración de Jeff Östberg para New Yorker)
Jorge Barón Biza (Ilustración de Jeff Östberg para New Yorker)

En Argentina, hablar de la familia Barón Biza es invocar una maldición. Todo (o casi todo) fue narrado en la novela El desierto y su semilla de 1998. Ahora, casi de forma sorpresiva, aparece en la revista estadounidense New Yorker. El artículo se tituló Cómo Jorge Barón Biza convirtió su tragedia familiar en ficción.

La historia es así: el padre de Jorge, Raúl Barón Biza —escritor, provocador, terrateniente, millonario—, atacó con ácido sulfúrico el rostro de su madre, Clotilde Sabattini —dirigente radical, pedagoga, hija del Gobernador de Córdoba Amadeo Sabattini—, cuando estaban sellando el divorcio con sus abogados. Fue el 16 de agosto de 1964, y a la noche Raúl se suicida con un 38 en la cabeza.

La novela comienza narrando el momento en que Clotilde y Jorge —los nombres ficcionales son Eligia y Mario; y el de su padre, Arón— van hacia el hospital mientras el ácido hace su efecto y el sufrimiento traspasa los umbrales de la razón. Luego vendrá el viaje a Europa donde los cirujanos recontruyen su rostro y él, Mario, que es Jorge, la acompaña.

Y el corolario de todo esto continúa en clave de tragedia: en 1978 Clotilde Sabattini se arroja del balcón del mismo departamento donde ocurrió la agresión; en 1988 María Cristina Barón Biza, hija de ambos, se suicida con una sobredosis de barbitúricos; y en 2001 es el turno de Jorge que, tres años después de contar todo en su novela, se tira del piso doce de su departamento en Córdoba.

Jorge Barón Biza (archivo Marcela Marbián)
Jorge Barón Biza (archivo Marcela Marbián)

El desierto y su semilla pasó desapercibida. De hecho, la edición original la pagó él mismo de su bolsillo. En 2013 la reeditó Eterna Cadencia, aunque aún pareciera no contar con el respaldo que merece. No sólo por la historia en sí, sino con la sensibilidad y potencia que está narrada.

Pero quizás en estos días esa reivindicación empieza a volverse realidad. Sobre todo en el plano internacional, porque más allá de las traducciones al italiano, al holandés, al francés y ahora al inglés, este artículo en el New Yorker revalida la obra —es la única novela que escribió— de este autor argentino nacido en Córdoba el 22 de mayo de 1942.

“El desierto y su semilla” de Jorge Barón Biza en su edición original de 1998
“El desierto y su semilla” de Jorge Barón Biza en su edición original de 1998

"Barón Biza mantiene esta mezcla de escrutinio inquebrantable y lirismo fresco a lo largo de la novela", escribe Alejandro Chacoff en el artículo que la revista estadounidense publicó como adelanto en la web de su próximo número que pronto estará en papel.

Y continúa: "La crueldad puede ser una buena estrategia literaria, y cualquier novela autobiográfica que retrata un evento angustioso debe estar atenta a la autocompasión. Barón Biza prefiere renunciar al decoro en lugar de arriesgarse al sentimentalismo. Él tiene un don especial para mostrar cuán rápidamente se reafirma la mundanidad absurda de la vida después de una tragedia impactante".

“El desierto y su semilla” de Jorge Barón Biza, edición de Eterna Cadencia de 2013
“El desierto y su semilla” de Jorge Barón Biza, edición de Eterna Cadencia de 2013

Son muy pocos los escritores argentinos que fueron reseñados por el New Yorker. A partir de ahora, y pese a no estar aquí entre nosotros para verlo, Jorge Barón Biza está en esa selecta lista.

 

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