Colombia y su lucha contra las drogas: este fue el análisis de The New York Times sobre el rol del país en el narcotráfico mundial

Los recientes cruces mediáticos del jefe de Estado colombiano con el mandatario estadounidense Donald Trump han dejado en evidencia la tensión internacional por lo que sería la falta de efectividad de los enfoques para frenar la expansión de la cocaína en el territorio nacional

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La tensión entre los presidentes
La tensión entre los presidentes de Colombia y Estados Unidos parecen tener repercusiones en la lucha antidrogas - crédito AmCham Colombia - REUTERS - Cancillería de Colombia

Un reportaje publicado el 28 de diciembre de 2025 en The New York Times expuso un análisis detallado sobre el papel de Colombia en el tráfico de drogas a nivel mundial y el impacto de la administración del presidente de la República, Gustavo Petro, en la lucha contra el narcotráfico. Uno de los desafíos en lo que resta de la actual administración, en la actualidad descertificada por el Departamento de Estado y cuyo mandatario ha sido acusado de ser aliado de los grandes capos.

El artículo, escrito por Genevieve Glatsky desde Bogotá, explora la escalada de tensiones diplomáticas, el trasfondo histórico y geográfico que ha determinado la posición de Colombia en la industria de la cocaína, y las contradicciones y desafíos de la política antidrogas actual: en una visión que estaría enfocada en contrarrestar el accionar del transporte y comercialización del alcaloide, pero no en evitar, a toda costa, la producción de la hoja de coca como principal insumo.

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El artículo describió cómo la relación entre Colombia y Estados Unidos atraviesa un momento crítico, acentuado por una serie de ataques a embarcaciones en el Caribe y el Pacífico oriental. Según The New York Times, Washington ha sostenido que estas operaciones buscan frenar el tráfico de drogas y han sido dirigidas inicialmente contra Venezuela, gobernada por la dictadura de Nicolás Maduro y lo que ha sido llamado como el cartel de los Soles.

El presidente Gustavo Petro no
El presidente Gustavo Petro no ha tenido una postura clara de rechazo hacia la dictadura de Nicolás Maduro - crédito REUTERS

En medio de esta coyuntura, Trump ha calificado de manera pública a Petro como “líder ilegal del narcotráfico” y advirtió que el jefe de Estado colombiano podría convertirse en “el próximo” objetivo de acciones legales. Petro, por su parte, ha respondido con acusaciones a Trump de actuar fuera de la ley y aseveró que el gobernante estadounidense “no merece más sino la cárcel” por ordenar la destrucción de barcos y la muerte de sus tripulantes en altamar.

A pesar de las críticas que enfrenta la política antidrogas de Petro, el reportaje del citado medio remarcó que “no hay pruebas de que dirija o esté vinculado a ninguna organización criminal”, aunque persisten las sospechas y cuestionamientos de sectores políticos y mediáticos sobre la manera en que el presidente no ha tenido éxito en sus iniciativas, complementadas en cierto modo por la Paz Total, que busca el sometimiento de estructuras armadas.

La historia de Colombia como centro de la cocaína, según reporte internacional

El artículo de The New York Times reconstruyó los factores que han convertido a Colombia en el mayor productor mundial de cocaína durante casi cinco décadas. La combinación de “densa selva, escarpadas montañas, largas y porosas fronteras y décadas de conflicto interno” ha favorecido, de acuerdo con el análisis del medio, el control territorial por parte de grupos armados ilegales, facilitando el desarrollo de una economía ilícita difícil de erradicar.

Colombia ha enfocado su estrategia
Colombia ha enfocado su estrategia antidrogas en la incautación, pero no en la erradicación de cultivos - crédito Europa Press

Durante años, el Estado, con apoyo financiero y logístico de Estados Unidos, por medio de programas como el Plan Colombia, ensayó múltiples estrategias: extradición de capos, ataques a cárteles, fumigación aérea de cultivos de coca, erradicación manual, destrucción de laboratorios, intercepción de cargamentos y operaciones militares. No obstante, “ninguna ha producido resultados duraderos”, con el ciclo de violencia y tráfico perpetuándose en nuevas formas.

El artículo señaló que el acuerdo de paz firmado en 2016 con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) representó un hito, al desmovilizar al principal grupo guerrillero y prometer un ambicioso programa de desarrollo rural para los campesinos que dependían de la coca. No obstante, la implementación fallida de estas políticas permitió que “grupos criminales más pequeños se trasladaran a antiguos territorios de las Farc”.

A lo que se sumó que, en zonas aisladas y carentes de infraestructura estatal, “la coca siguió siendo la única fuente fiable de ingresos”. Los críticos de este proceso, citados por The New York Times, sostuvieron que “las disposiciones sobre desarrollo rural del acuerdo de paz nunca se cumplieron plenamente bajo un Gobierno de derecha elegido en 2018”, lo que frustró la integración social y económica de miles de familias campesinas en la Colombia profunda.

El plan Petro: promesas y realidades de su ambiciosa propuesta

La llegada de Petro a la presidencia en 2022 generó expectativas de un giro en la política antidrogas. El primer mandatario prometió “enfocarse en el desarrollo rural y dar prioridad a la detención y procesamiento de los dirigentes de las organizaciones de traficantes en lugar de a los campesinos pobres”, según el reporte del medio internacional, con una política antidroga a 10 años, centrada en la sustitución de cultivos y la regulación del cannabis para uso adulto.

El Gobierno de Gustavo Petro
El Gobierno de Gustavo Petro fue descertificado en la lucha antidrogas - crédito Fernando Vergara/AP

A su vez, contemplaba la ampliación de los usos legales de la hoja de coca y la mejora de los servicios de reducción de daños. Sin embargo, la mayoría de estas propuestas no se convirtieron en políticas concretas y extendidas, como lo expresó Diego García-Devis, responsable del programa de política de drogas en Open Society Foundations, que expresó en The New York Times que era un plan “bien intencionado, bien expresado públicamente, pero muy mal aplicado”.

Pese a su discurso reformista, el presidente no ha abandonado la cooperación tradicional con Estados Unidos y ha fortalecido la política de incautaciones, erradicación y operaciones militares. Según el informe, en respuesta a la presión de Washington y de críticos locales, el Ejecutivo colombiano anunció el regreso de la fumigación con herbicidas mediante drones, una práctica que había sido restringida por razones ambientales y de salud, pues utiliza el glifosato.

A su vez, la Paz Total, que buscaba negociar acuerdos con grupos armados, ha tenido dificultades para consolidarse. Según The New York Times, durante la primera fase del plan, la suspensión parcial de operaciones militares facilitó que “los grupos armados ampliaran los cultivos de coca, consolidaran las rutas de tráfico y aumentaran la producción”. Tal y como ha sucedido en regiones como el Cauca, Nariño, Putumayo y Norte de Santander, entre otras.

“Colombia se encuentra en una posición imposible en la que tenemos que seguir librando una guerra que, para empezar, no es nuestra. Una guerra que nunca ganaremos porque, sencillamente, la economía no está ahí”, expresó al medio el analista Sergio Guzmán, que indicó que, aunque Petro ha puesto el foco en la retórica, la economía global de las drogas coloca a Colombia en una situación insostenible; en una visión en la que coincidiría el exprecandidato Alejandro Gaviria.

Regiones como el Cauca luchan
Regiones como el Cauca luchan por librarse del flgalelo de las drogas - crédito Presidencia

La apuesta del Gobierno Petro por dar la pelea en escenarios internacionales

Así pues, el artículo también reiteró la paradoja de que tanto las incautaciones como la producción de cocaína alcancen cifras récord. Los sectores partidarios de Petro, que busca que se prolongue su proyecto político, sostienen que el crecimiento del cultivo de coca es un fenómeno estructural que se ha dado bajo administraciones de distintos signos políticos. “No se trata de un problema político, sino económico”, afirmó Geoff Ramsey, del Atlantic Council.

The New York Times relató en su reporte que, ante el estancamiento interno, Petro ha buscado liderar un cambio en el debate internacional. En la Comisión de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Colombia consiguió apoyo para una revisión independiente de la clasificación de la hoja de coca en los tratados globales; aunque el gobernante insistió en que perseguir a los pequeños cultivadores es ineficaz, ya que “simplemente vuelven a plantar”.