
El Banco de la República decidió mantener la tasa de interés en 9,25%. Esta es la tasa de referencia que el banco central fija para prestar dinero a los bancos comerciales, siendo la herramienta clave de su política monetaria para controlar la inflación, y afecta de manera directa a los créditos de consumo, hipotecarios y de consumo, lo que los encarece cuando sube y abarata cuando baja, lo que impacta el costo del dinero para todos. La decisión se tomó luego de analizar la evolución de la inflación y el impacto de las expectativas económicas.
Según lo reportado en las minutas divulgadas del Emisor, la inflación anual disminuyó de manera muy leve, al pasar de 5,5% en octubre a 5,3% en noviembre, aunque continuó por encima del objetivo de 3% fijado por la entidad. La Junta Directiva advirtió sobre los riesgos asociados a un “elevado incremento del salario mínimo”, por lo que alertó que esto podría presionar aún más los precios y afectar de manera notable las finanzas públicas.
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La ralentización de la inflación en noviembre obedeció principalmente a un descenso en la inflación de alimentos —de 6,6% a 5,7%— motivado por una baja en los precios de productos perecederos. También descendió la inflación de servicios, que pasó de 5,9% a 5,7%. Sin embargo, el aumento en los precios regulados, en particular de los servicios públicos, compensó parcialmente esta moderación.

El informe del Banco de la República remarca que la inflación básica —que excluye alimentos y precios regulados— se ubicó en 4,9%, lo que reflejó una reversión de parte del incremento previo. Pese a estos movimientos, las expectativas de inflación obtenidas del mercado de deuda pública, derivados y encuestas aumentaron y siguen por encima de la meta del 3% para los próximos uno y dos años.
“El proceso de caída de la inflación observado durante 2024 se interrumpió en 2025, hasta el punto de que la inflación de precios al consumidor es ahora más alta de la que se tenía un año atrás”, advirtió la Junta Directiva en las minutas oficiales.
Desempeño macroeconómico
Y en cuanto al desempeño macroeconómico, el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia registró un crecimiento anual de 3,4% en el tercer trimestre, con lo que superó el pronóstico técnico inicial de 3,0%. El repunte fue impulsado por la demanda interna y, particularmente, por el aumento de 5,6% en el consumo total anual. No obstante, la demanda externa neta restó al crecimiento, ya que las importaciones crecieron más rápido que las exportaciones. El equipo técnico de la entidad revisó al alza su expectativa de crecimiento para 2025, del 2,6% al 2,9%.

Pero, en contraste, el déficit de la cuenta corriente alcanzó 2,4% del PIB en el tercer trimestre, comparado con -1,5% en igual periodo del año anterior, debido a un déficit en la balanza comercial de bienes —afectada por menores exportaciones de petróleo y carbón— y al mayor consumo interno. El desequilibrio solo fue contrarrestado de manera parcial por mayores exportaciones no mineras y un aumento en las remesas recibidas.
Riesgos por el aumento del salario mínimo
La Junta Directiva también señaló que, aunque la formación bruta de capital mantiene un balance positivo, permanece lejos de los niveles observados antes de la pandemia del covid-19, lo que podría limitar el crecimiento potencial del país en el mediano plazo. Al respecto, el Banco de la República debate en torno al salario mínimo ocupó un lugar central en la discusión de política monetaria, con la Junta advirtiendo que “los riesgos inflacionarios que implicaría un elevado incremento del salario mínimo, el cual a su vez tiene un impacto fiscal significativo”, constituyen uno de los principales desafíos para la convergencia de la inflación a la meta.
La mayoría de los miembros que apoyaron mantener una tasa de interés alta argumentaron que la interrupción en la reducción de la inflación derivó en una política monetaria menos restrictiva. Consideraron necesario reforzar la política monetaria, dada la expansión fiscal y una demanda interna que excede la capacidad productiva disponible, situación que genera presiones sobre el déficit de cuenta corriente y contribuye a la persistencia de la inflación. Según la Junta, “adelantar los ajustes al alza en la tasa de interés tiende a generar dividendos en términos de mayor crecimiento, mientras que postergarlos puede implicar mantener tasas elevadas durante un período más prolongado”.

En contraste, dos miembros que defendieron un recorte de 50 puntos básicos resaltaron el buen desempeño macroeconómico, la disminución histórica del desempleo y la orientación a la baja de la inflación en noviembre. Consideraron que una reducción de la tasa facilitaría el acceso a crédito productivo y estimularía la inversión. Uno de estos directores cuestionó la eficacia de utilizar solo la tasa de interés como instrumento para controlar la inflación, por lo que remarcó que “tratar de resolverlo todo acudiendo a incrementos de la tasa de interés, no solo resulta ineficaz, sino también contraproducente para la economía”.
Rigidez productiva y conflicto redistributivo
Por otra parte, el integrante de la Junta que apoyó un recorte menor —de 25 puntos básicos— basó su posición en la consideración de factores como rigideces productivas y conflictos distributivos. A su juicio, muchas de las causas de la inflación no se resuelven únicamente con ajustes en la tasa de interés, y “la persistencia de la inflación tiene causas que no se moderan con aumentos de la tasa de interés”.
Asimismo, el entorno internacional fue evaluado por el Banco de la República, que reconoció unas condiciones financieras externas más favorables luego de la tercera reducción consecutiva de la tasa de interés de política monetaria en Estados Unidos, ahora en el rango de 3,5% a 3,75%. Sin embargo, persisten riesgos geopolíticos elevados y un aumento en los márgenes de riesgo país, superiores a los de otras economías de la región. Además, la ampliación del déficit fiscal y el mayor costo de la deuda externa plantean retos adicionales para el financiamiento de la economía colombiana.
Respecto a las perspectivas, las proyecciones del Banco de la República estiman que la inflación para el cierre de 2025 podría situarse entre 5,1% y 5,2%. Las previsiones centrales del organismo plantean como escenario base una convergencia gradual hacia la meta inflacionaria, siempre que se produzcan ajustes en la política monetaria y fiscal y se observe una mejoría en la dinámica productiva nacional.
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