La acelerada caída de la natalidad y el envejecimiento de la población en Colombia proyectan un impacto negativo directo en la economía nacional durante los próximos 25 años, según advierte Anu Madgavkar, socia del McKinsey Global Institute (MGI).
El país perdería cada año 10 puntos básicos de crecimiento del PIB a causa de esta transición demográfica, de acuerdo con los análisis recogidos por El Tiempo y presentados en desarrollo del Congreso Empresarial Colombiano de la Andi en Cartagena.
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De acuerdo con estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane), la tasa de natalidad en Colombia cayó de seis hijos por familia en 1960 a solo 1,1 en 2024, posicionándose entre las más bajas de América Latina y por debajo de los niveles de reemplazo poblacional.
Esta tendencia resulta especialmente preocupante para un país con un ingreso per cápita que equivale a apenas 15 por ciento del promedio de las economías desarrolladas.
Anu Madgavkar, que participará como experta invitada en el evento empresarial de Cartagena, remarcó que esta situación plantea una “carrera para enriquecerse antes de envejecer”.
La investigadora subraya que “ningún país que haya caído por debajo de una tasa de fertilidad de 1,9 ha logrado regresar al nivel de reemplazo, incluso después de implementar grandes programas de gasto público en apoyo a las familias”, dijo la experta en entrevista con El Tiempo y detalló que varios países con ingresos altos han intentado revertir esta dinámica, sin éxito.
El cambio demográfico, hace apenas una generación, era un motor de crecimiento económico. Durante los últimos 25 años, este fenómeno representó un aporte de 60 puntos básicos anuales al crecimiento del PIB per cápita en Colombia. El panorama se invierte: en los próximos 25 años el cambio demográfico se transformará en un lastre de 10 puntos básicos por año para la economía nacional, indica McKinsey Global Institute.
Madgavkar precisó que el horizonte para tomar medidas se acorta. “La región tiene solo 22 años antes de que su tasa de apoyo —el número de personas en edad laboral por persona mayor— caiga al nivel actual de las economías avanzadas y de China. En el caso de Colombia, este punto llegará en menos de dos décadas”.
Uno de los focos de alerta señalados por el MGI es el impacto sobre el sistema pensional. A partir de estudios regionales, el envejecimiento agregará un 3,5 por ciento del PIB al gasto público en pensiones para 2050, lo que representa un reto financiero considerable.
“Reducir la informalidad laboral y aumentar la disponibilidad de empleos de calidad en el sector formal es crucial para sostener los programas sociales y de pensiones”, afirmó la experta.
En Colombia, la informalidad continúa afectando la base de cotizantes: según cifras del Dane, pasó de 68% en 2015 a 56% en 2023, aunque aún supera los promedios latinoamericanos y de otras economías de ingreso medio. De acuerdo con Madgavkar, si Colombia reduce su informalidad laboral a niveles semejantes a los de países comparables, podría fortalecer de manera significativa el financiamiento de la seguridad social frente al desafío demográfico.
Simultáneamente, la proporción de la población en edad laboral local registró su pico del 70% en 2023 y ha iniciado su descenso. Esto implicará que, cada año, menos trabajadores sostendrán a una población creciente de adultos mayores y dependientes.
“Aumentar la productividad es esencial para mantener el crecimiento económico, aunque esto resulta más complejo en el sector informal, que carece de escala para fomentar la eficiencia y la innovación”, señaló la representante de McKinsey Global Institute.
El Gobierno colombiano discute actualmente reformas laboral y pensional orientadas a enfrentar estos desafíos. Las medidas incluyen ajustes en la jornada de trabajo y la búsqueda de mayor sostenibilidad en el sistema de retiro.
McKinsey enfatizó que, para lograr crecimiento económico bajo presiones demográficas, se requiere una estrategia coordinada centrada en impulsar la productividad, ampliar la participación y las horas trabajadas, y atraer talento a través de políticas migratorias basadas en habilidades.
En cuanto a la estrategia recomendada, la experta propone que Colombia aproveche oportunidades globales como el comercio internacional, la sofisticación de sus exportaciones y el desarrollo de servicios para fortalecer su presencia en las cadenas de valor mundiales.
Además, la adopción de inteligencia artificial y tecnologías emergentes resultará clave para sostener o incrementar la productividad, compensando la disminución de la fuerza laboral nacional.
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