
La crisis que enfrenta Bogotá por la falta de agua parece no tener fin. El alcalde Carlos Fernando Galán ordenó la implementación de un racionamiento de agua por sectores que empezó a regir desde el 11 de abril de 2024. Cinco meses después, el problema sigue presente, por la insuficiencia de lluvias, que ha implicado una falta de llenado en los embalses que abastecen la ciudad con el recurso hídrico.
El mandatario local aseguró que, si la situación continúa igual, y no mejora, los ciudadanos tendrán que enfrentarse a restricciones más fuertes en cuanto al consumo del agua, para aumentar el ahorro. “Si para esa fecha (21 de septiembre) no aumentan las lluvias, Bogotá tendrá que avanzar en una restricción mayor. Desde el principio lo advertí, evaluaríamos contantemente si se aumentaban o disminuían las restricciones”, precisó el funcionario ante los medios.
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Sin embargo, por más severas que sean las medidas para racionar el recurso hídrico, y por más esfuerzo que pongan los habitantes en no gastar tanto, no es suficiente para solucionar el problema. De acuerdo con el ingeniero civil y experto en hidrología urbana Andrés Torres, que actualmente funge como profesor de planta de la Universidad Javeriana y como director del Instituto Javeriano del Agua, ha hecho falta creatividad para asumir la crisis, eso quiere decir que limitar el consumo a la ciudadanía sí sirve, pero no del todo. “No basta con eso, no basta con un racionamiento”, aseguró el experto, en conversación con Infobae Colombia.

Desde su perspectiva, el restringir el agua a los habitantes por algunos días no solo no es efectivo, sino que, además, pone toda la responsabilidad sobre ellos, cuando hay empresas y autoridades gubernamentales que también deben tomar cartas en el asunto.
“Al ponerle esa carga, esa responsabilidad, al ciudadano, se está dibujando un poco el problema porque, que no es solo de demanda de agua”, precisó Torres, argumentando que la situación radica en un desbalance entre la oferta y la demanda. En ese sentido, según detalló, afrontar esta problemática debe abarcar muchas más aristas.
¿Es necesaria el agua potable para todo?
Ante una crisis de esta envergadura, se hace necesario pensar en soluciones más completas, compuestas por varios puntos de atención. Uno de ellos está basado en el agua potable, pues “no todos los usos que requiere la población requieren de agua potable”. En consecuencia, yendo en contra de lo que se acostumbra a hacer en Bogotá, hay que usar agua de diferentes calidades, como por ejemplo, aguas lluvias o aguas grises.

Regar un jardín o lavar un carro no deberían ser actividades que impliquen la utilización del agua que ya ha sido tratada para el consumo humano. Pero esto no solo aplica para los ciudadanos, sino para los gobiernos.
Según el experto, parte de la solución podría estar en la descentralización. El suministro de agua que hay para la ciudad está en los embalses, pero en la parte alta de la capital hay varias quebradas, con calidades de agua diversas, que podrían ser utilizadas con el mismo propósito. Y aunque sus aguas no serían potables, podrían servir para muchas tareas diarias. “¿Por qué no explorar esos usos?”, cuestionó Torres.
Ahora bien, la falta de creatividad en resolver la crisis recae en que antes no se había presentado una necesidad de esta magnitud. Pero, la realidad ahora es otra y, probablemente, en un futuro ya no se logrará retornar a ese estado ideal. “Teníamos un agua de excelentísima calidad para cualquier uso habido por haber, pero ya no es así, y seguramente, ya no va a ser así nunca más”.

A nivel de barrio y a nivel de conjuntos, por ejemplo, se podrían implementar sistemas de riego y centro de acopio de lavado que involucren aguas no tratadas. En las casas, por otro lado, serviría optar por un lavavajillas eléctrico en vez del lavaplatos convencional, puesto que estos equipos son más eficientes en el consumo del recurso hídrico. Estos puntos podrían complementarse con sistemas de financiación para que las personas accedan a ellos por un bajo costo.
Además de eso, hay pueblos aledaños a Bogotá que también hacen uso de los embalses, por lo que, de acuerdo con el ingeniero, se hace necesario que cuenten con sistemas de abastecimiento autónomos de aguas subterráneas.
El negocio de la venta del agua
La solución a la crisis no solo abarca la creatividad, sino el derrumbe de negocios. Pues, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá se ha encargado de la gestión del agua, y la ciudadanía debe pagar por el servicio. Pero esto se podría ver afectado si se implementan otras alternativas, como que se saquen las aguas del drenaje para su utilización.
“Que propongan, por ejemplo, llevar carrotanques de agua cruda, sin potabilizar, a diversos conjuntos o barrios a un bajo precio”, indicó. Sin embargo, esto implicaría un menor recaudo en la facturación del agua potable. “Eso no les conviene”.

De igual manera, resulta complejo atender la situación porque son varias entidades las encargadas del manejo del agua, no solo el Acueducto, como por ejemplo la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU). Esto es un problema.
“El sistema de gestión en general ya aparece obsoleto, el sistema de dividir entre unidades, entre dependencias, entre entidades, parece obsoleto, no está adaptado a esta crisis y eso impide ver opciones adicionales”, precisó. De seguir así, sería muy complicado salir de la grave situación que enfrenta la ciudad; “yo creo que no lo vamos a lograr”.
¿Y los incentivos?

A todo esto se suma el peso que está asumiendo la ciudadanía con el racionamiento. Pues, quienes utilizan más de 22 metros cúbicos al mes están siendo multados, por exceder su consumo. Es decir, están pagando más. Pero, hay que pensar en incentivos que impulsen a todos, incluyendo a las empresas, a ahorrar.
“No solo es castigar, sino también dar alicientes, motivar”. Esto, incluye, por ejemplo, una reducción fija en la factura del servicio.
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