
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunció el jueves 4 de abril que la capital colombiana enfrentará un racionamiento de agua por zonas desde el lunes 8 del mes en curso debido a la crítica situación de los embalses que abastecen la ciudad.
“Los embalses están en una situación crítica y se esperaba desde marzo que cambiaran las cosas, pero ha empeorado, siendo el más bajo que desde 1984, exactamente, el embalse de Chuza, y según la predicción, en el 2025 sería peor, por lo que se establecerán medidas de restricción de agua en algunas zonas de Bogotá, esto por horas. Se conocerán el lunes los detalles”, dijo el mandatario distrital.
Este racionamiento es resultado de un descenso pronunciado en los niveles de agua, marcando un momento inusual, aunque no sin precedente, en la historia de Bogotá.
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Bogotá ya vivió un racionamiento de agua

La evidencia histórica, según registros del Acueducto de Bogotá, demuestra que esta no es la primera vez que la capital de la República se ve en una situación semejante. En enero de 1984, un cierre en el túnel Palacio-Rioblanco, crucial para el transporte de agua del sistema Chingaza —que proporciona aproximadamente el 70% del suministro de agua a Bogotá— coincidió con la peor sequía registrada en el país en los últimos veinte años, hasta ese momento.
Para combatir la escasez, la administración de la ciudad recurrió a una medida extrema mediante la colaboración con la Nasa para explorar la posibilidad de inducir lluvias sobre los embalses mediante la técnica de ‘siembra’ de nubes.
El proceso mencionado de inducción de lluvia, también conocido como ‘bombardeo’ de nubes, se basa en el enfriamiento de nubes por medio del uso de anhídrido carbónico o hielo seco, lo cual condensa el vapor de agua y resulta en precipitación.
Esta técnica fue descubierta por el químico y meteorólogo estadounidense Vincent Joseph Schaefer, en 1946, caracterizándose como un hito en la meteorología experimental y el control climático, de acuerdo con las referencias de National Geographic. Con esta estrategia innovadora, Bogotá buscaba mitigar los efectos de la sequía que había amenazado seriamente su capacidad para abastecer de agua a sus ciudadanos durante uno de los periodos más duros de escasez hídrica.
La situación actual en Bogotá recuerda a los habitantes y a las autoridades los desafíos impuestos por el cambio climático y la gestión de recursos naturales. La memoria de la crisis de 1984 sirve como un llamado de atención sobre la importancia de prepararse y responder eficazmente a estas emergencias ambientales, garantizando así la seguridad y el bienestar de la población.
La razón por la que en Bogotá habrá racionamiento de agua

La capacidad de agua de los embalses Chuza y San Rafael, claves para el suministro hídrico de la ciudad, se encuentran en niveles críticamente bajos, con un 15,41% y un 18,75% de su capacidad total respectivamente. Ambos reservorios presentan una tendencia a la disminución de sus niveles de agua, lo que podría agravar el problema de abastecimiento en la zona.
En contraste, los embalses del agregado Sur, Chisacá y Regadera, muestran una situación más estable, con el 49,47% y el 30,57% de su capacidad. Mientras tanto, el agregado Norte, que incluye los embalses Neusa, Sisga y Tominé, reporta niveles entre el 50,75% y el 82,17%, aunque también en tendencia descendente.
La preocupación por el abastecimiento de agua en la capital ha aumentado debido al fenómeno de El Niño, esperado a intensificarse entre enero y marzo de este año. Aunque recientemente se han registrado precipitaciones, estas no han sido en las áreas donde se ubican los principales embalses que proveen agua a la ciudad. La falta de lluvias en estas zonas críticas amenaza con empeorar la ya precaria situación de los reservorios de agua.
Se ha observado que, a pesar de las lluvias esporádicas, la distribución de las mismas no ha favorecido la recuperación de los embalses en cuestión. Este fenómeno pone en evidencia la vulnerabilidad del sistema de abastecimiento de agua frente a variaciones climáticas y eventos como El Niño. La reducción continua de los niveles de agua en los embalses Chuza y San Rafael, así como la preocupante tendencia en los embalses del agregado Norte, resalta la necesidad de implementar medidas de gestión y conservación del agua más efectivas en la región.
La situación hídrica de la ciudad requiere una atención inmediata y estrategias a largo plazo para asegurar un suministro constante y suficiente de agua a sus habitantes. La gestión de los recursos hídricos se convierte, por tanto, en un tema prioritario para las autoridades locales y nacionales, en el contexto de una creciente variabilidad climática y la presencia de fenómenos meteorológicos extremos.
*Esta nota fue hecha con ayuda de la inteligencia artificial.
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