Qué aprendió una modelo tras perder una pierna debido al síndrome de shock tóxico

Por Lindsey Bever

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Lauren Wasser se despertó en una cama de hospital pesando 40 kilos más de lo que debía estar, llena de líquidos tratando de eliminar las toxinas de su cuerpo.

Ella luchaba por moverse, y sentía que sus pies estaban ardiendo. Pero la modelo no sabía cuán grave era su situación hasta que escuchó a una enfermera que discutía sobre la cirugía que le cambiaría la vida: Wasser, con tan solo 24 años en ese momento, necesitaría una amputación por debajo de la rodilla en su pierna derecha.

"Simplemente lo perdí. Grité y lloré. Soy una atleta, mis piernas lo eran todo. No tenía idea de cómo sería mi vida sin ellas", recordaba en una entrevista telefónica con The Washington Post.

En 2012, Wasser estaba en su período y usaba tampones cuando desarrolló el síndrome de shock tóxico. La afección rara pero potencialmente mortal generalmente es causada por toxinas de la bacteria Staphylococcus aureus o estafilococo.

"El síndrome de shock tóxico se ha asociado principalmente con el uso de tampones superabsorbentes", según dicen fuentes de la Clínica Mayo. "Puede progresar rápidamente, así que llame a su médico inmediatamente si tiene signos o síntomas de síndrome de shock tóxico. Esto es especialmente importante si recientemente ha usado tampones o si tiene una infección en la piel o en la herida", aconseja.

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Wasser perdió parte de su pierna derecha y los dedos de su pie izquierdo en 2012, pero su sufrimiento no termina allí.

"Tengo un dolor insoportable todos los días", confiesa.

En los próximos meses, Wasser espera que "inevitablemente" también le amputen la otra pierna. Wasser requiere tratamientos semanales para controlar los productos de higiene femenina.

"Creo que este es mi propósito y no lo cambiaría por nada del mundo", dijo.

Dio una conferencia TED Talk y publicó numerosas fotos en Instagram mostrando su pierna protésica.

También ha estado promoviendo una legislación con el objetivo de impulsar una iniciativa en los Institutos Nacionales de Salud para ayudar a determinar si ciertos elementos de los productos de higiene femenina son seguros.

Deborah Kotz, una portavoz de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), señala que la agencia considera que los tampones que se han aprobado para su comercialización son seguros para las mujeres.

Kotz apunta que todos los tampones, que son dispositivos de clase II (o de riesgo intermedio), deben recibir autorización de la agencia para venderse en Estados Unidos.

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Como parte del proceso de limpieza, ella insta a los fabricantes de tampones a que proporcionen a la FDA "una lista de materiales componentes (como químicos, aditivos, agentes de acabado utilizados…) y un análisis de riesgo relacionado con lesiones vaginales, reacciones tisulares e infecciones".

"También se aconseja a los fabricantes realizar pruebas de microbiología para demostrar que el tampón no mejora el crecimiento de ciertas bacterias u otros organismos, incluyendo las bacterias que causan el síndrome de shock tóxico, y demuestra que los tampones cumplen con su nivel de absorbencia" comenta.

Vice informó en 2015 que la familia de Wasser entabló una demanda contra Kimberly-Clark Corp, que fabrica y distribuye tampones Kotex en Estados Unidos. La demanda también nombró las tiendas de abarrotes donde Wasser solía comprar los productos. Fueron "negligentes, insensatos, temerarios, tortuosos y, de alguna manera, ilícitamente responsables", según argumentaba la demanda.

Cuando se le preguntó acerca de la denuncia, Wasser señaló que no podía hacer ningún comentario. Kimberly-Clark solo dijo que el "asunto se ha resuelto".

Wasser, de 29 años, compartió su historia en 2015 con Vice, y la volvió a contar en un reciente artículo de opinión para InStyle.

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"Mi nombre es Lauren Wasser y la historia que estoy a punto de compartir revelará la verdad sobre por qué perdí la pierna derecha y los dedos de mi pie izquierdo, y por qué un tampón fue la causa de todo", relataba.

Wasser, de Los Ángeles (California), no recuerda mucho sobre los momentos posteriores a su enfermedad. No recuerda que su fiebre alcanzó los 41 grados, ni el infarto masivo, ni los días que pasó en coma después de que la policía llamara para verificar que Wasser estaba en el suelo de su dormitorio, boca abajo.

No recuerda haber sido llevada de urgencia a un hospital ni que dio positivo en las pruebas de signos de síndrome de shock tóxico.

Tampoco recuerda haber sido colocada en soporte vital.

Pero Wasser dijo que recuerda la agonía que sintió antes y durante mucho tiempo después de haber perdido la pierna por las complicaciones de salud.

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En una entrevista con StyleLikeU, Wasser recordó el momento en que dijo que su equipo quirúrgico escribió "sí" en una pierna y "no" en la otra.

"Ver eso en tu pierna, y luego mi madre besándola sabiendo que era la última vez, fue una locura", relataba entre lágrimas.

Como que su cuerpo no respondió bien durante la cirugía, los médicos no pudieron administrarle analgésicos las 24 horas después del procedimiento.

"Inmediatamente después me desperté de la amputación y sentí todo lo que pasaba durante las 24 horas siguientes. Gritaba. Odiaba a todos. Odiaba todo. Me odiaba a mí misma", confiesa.