Cómo los 'memes' enseñan a los millennials a hablar sobre su salud mental

Por Wendy Syfret

Compartir
Compartir articulo
Cuando publico constantemente acerca de lo triste y ansiosa que estoy en las redes sociales alguien lo reconoce en la vida real y me pregunta si estoy bien. Imagen vía @snakelively
Cuando publico constantemente acerca de lo triste y ansiosa que estoy en las redes sociales alguien lo reconoce en la vida real y me pregunta si estoy bien. Imagen vía @snakelively

Este fenómeno de Internet se ha convertido en un lenguaje único a través del que los jóvenes exponen los problemas que sufren en su día a día.

Para la mayoría de la gente resulta difícil hablar francamente sobre el residuo que deja la enfermedad mental en nuestras vidas. Pocos de nosotros podríamos entrar en una habitación y empezar a charlar sobre cómo la ansiedad y la depresión pueden teñir hasta las interacciones sociales más mundanas. Pero si publicas una imagen de un gatito diminuto, de una captura de pantalla de Rick y Morty o del mismísimo Julio Iglesias, quizá encuentres que los sentimientos fluyen con mayor libertad.

En los últimos años, los memes han llegado a ocupar un espacio realmente grande en el discurso público. La rana Pepe se ha visto vinculada al movimiento de la derecha alternativa, el puño de Arthur se ha convertido en un símbolo de ira paralizante y un perro de dibujos animados en llamas ha acabado representando nuestra pasividad a la hora de afrontar la tormenta que nos ha traído Trump. Pero antes de que se hicieran tan famosos, ya habían empezado a interpretar un papel extrañamente catártico en nuestras vidas.

En una reciente encuesta realizada por Nielsen, el 24 por ciento de los millennials encuestados indicaron que creían que el uso de la tecnología por parte de su generación les hacía únicos entre los demás segmentos demográficos. En comparación, los miembros de la generación del baby boom mencionaron la "ética profesional" como la característica que mejor les definía. De forma similar, el 75 por ciento de los miembros de las Generaciones Y y Z indicó que la tecnología le facilitaba la vida y el 54 por ciento dijo que le hacía sentir más cerca de sus amigos y familiares. A estas alturas no hace falta que te diga que internet une a la gente, solo tu abuelo piensa de otro modo. Pero merece la pena preguntarse si, en medio de este confuso diálogo acerca de la conectividad emocional en el siglo XXI, no nos habremos olvidado del papel que desempeñan los simples memes a la hora de fomentar la intimidad. Entre los mensajes directos y los #hashtags, los 'starter packs' [packs para principiantes] y los 'That Feeling When' [los que empiezan con un "cuando" seguidos de una situación cotidiana] han surgido como un lenguaje único sobre el que articular el creciente diálogo de nuestra generación sobre la salud mental.

Hay dos cosas que hacen que hablar sobre temas difíciles resulte más fácil: el humor y la distancia, cualidades que los memes proporcionan de forma natural. "Lo más interesante de los memes es que, si no llevan marca de agua, no sabes dónde se originaron", reflexiona Sebastian Tribbie en la cuenta de Instagram @youvegotnomale. Con 37.000 seguidores, la fluidez de Tribbie con esta nueva forma de comunicación le ha ayudado a forjarse una carrera como creador de memes para marcas. Aunque señala que la tendencia que muestran las grandes cuentas de memes a robar las creaciones de Instagramers más pequeños ha hecho que algunas personas añadan ahora sus nombres a su obra, indica que esto se aleja totalmente de lo que debería ser un meme: "un tema anónimo que se expande por todo internet".

Julia Nathanson, de 17 años de edad, vive en Nueva Jersey y comparte sus propias creaciones bajo el nombre de @sagittariusmemeadmin. Desde que abriera su cuenta en enero ya ha atraído a 1.900 seguidores. En su bio puede leerse: "Hago memes en lugar de visitar a un terapeuta, lo cual resultaría gracioso si no fuera verdad". Conforme se aproxima al final de sus años de instituto, los memes son el modo que ella tiene de gestionar sus brotes de depresión y ansiedad. Aunque admite que odia hablar sobre sus problemas, su página le ha proporcionado una inesperada vía de escape. "Hago memes sobre cosas cuando estoy segura de que no puedo hablar de ello con nadie más porque ya he hablado de ello demasiado o porque es algo demasiado personal o algo secreto", nos explica.

El hecho de no tener que poner nombre a sus sentimientos no solo le facilita poder compartirlos públicamente, sino que para ella el formato en sí le "da la sensación de que lo está diciendo otra persona… Suaviza el golpe de una conversación normal".

Cuando publico constantemente acerca de lo triste y ansiosa que estoy en las redes sociales alguien lo reconoce en la vida real y me pregunta si estoy bien. Imagen vía @snakelively

Aunque la desconexión permite algo de espontaneidad, resulta interesante que no empaña la intimidad, porque los memes anónimos ofrecen un punto nuevo de conexión entre desconocidos online. "El humor es una forma universal de conectar con los demás y también creo que a veces puede suavizar la aprensión que provoca sacar temas que resultan difíciles de tratar", comenta Maddie Knight, administradora y creadora de @snakelively. Y añade que el humor le permite tocar temas intensos y delicados sobre los que nunca se había mostrado abierta hasta ahora, "especialmente no de forma pública, como en las redes sociales".

De hecho, todos los creadores y administradores de memes con los que hablamos reflexionaron sobre el modo en que este sentido de apertura les había ayudado a empezar a participar en conversaciones en las que normalmente no habrían participado. "Siento que mis abrumadores memes proporcionan una vía de conexión entre una persona mentalmente enferma y otra", indicó Knight. "Vi que hacer memes me permitía hablar sobre mi experiencia con la enfermedad mental o sobre los efectos del trauma, o incluso simplemente de las partes feas de la vida y de mí mismo que normalmente no muestro de una forma en la que siempre he temido que sería demasiado intensa o heavy".

Examinando cuentas de memes en una situación que provoca ansiedad… Imagen vía @sagittariusmemeadmin
Examinando cuentas de memes en una situación que provoca ansiedad… Imagen vía @sagittariusmemeadmin

La cómica, escritora y defensora de los derechos de los enfermos mentales Deirdre Fidge ha pasado gran parte de su carrera examinando el impacto que su batalla contra la salud mental ha tenido en su vida. Pero cuando reflexiona sobre su amor por los memes indica, "Padezco de depresión crónica, lo que no es exactamente hilarante, pero a veces los memes me hacen mucho más bien que mis sesiones de terapia de 185 €". Y continúa, "No sé si es profundamente patético o enternecedor que a veces unos cuantos memes aleatorios me hagan sentir menos sola, pero así es".

"La diferencia entre los memes y otras formas de comunicación es que la gente está constantemente compartiendo memes con los que se siente fuertemente identificada", añade Nathanson. A menudo ve su obra anónima compartida en las páginas y feeds de desconocidos, acompañadas de comentarios como "así es", o "así soy yo". Es imposible no sentirse conmovido por el hecho de que otra persona encuentre su propia expresión en tus palabras y formar una conexión invisible con ese individuo que jamás conocerás. Para una adolescente de Nueva Jersey que se enfrenta al abismo del final del instituto, es un consuelo inesperado. "Algunas personas pensarán que es estúpido que la gente encuentre consuelo en los memes, pero no estoy segura de que comprendan lo sola que una se siente cuando lucha contra algo que no cree que merezca que nadie dedique tiempo o energía en comprender".

Publicado originalmente en VICE.com